Napoleón
Napoleón es exactamente lo opuesto, es el retorno del Scott monumental, grandote, presuntuoso. El Scott de 1492: La conquista del paraíso, el de Gladiador, el de El Reino del cielo, el de Éxodo, el de El último duelo (y seguramente el de Gladiador 2). Es decir, en definitivas cuentas, la versión Scott-Zefirelli-De Mille pero que se autopercibe como Kubrick de Barry Lyndon y el Gance de Napoleón (1927). Un cine tan gigantón y torpe que se lleva puestos los muebles, que se golpea la cabeza al pasar por una puerta, que llega a destino lleno de magullones y cortadas.