Extraña forma de vida

Por Amilcar Boetto

Strange Way of Life
España, 2023, 31′
Dirigida por Pedro Almodóvar.
Con Ethan Hawke, Pedro Pascal, Pedro Casablanc, Manu Ríos, George Steane, José Condessa, Jason Fernández, Sara Sálamo, Ohiana Cueto y Daniela Medina.

La pasión fantasma

En la extensa entrevista presentada inmediatamente después de la función de Extraña Forma de Vida, Almodóvar destaca una falacia como si se tratara de un descubrimiento: Almodovar sostiene que el western nunca se encargó de representar particularmente el deseo de un hombre hacia otro hombre. Presentándolo como una posible deuda que el género tendría “con la historia y con el público”, el realizador español se propuso, con su nuevo cortometraje (el anterior fue La voz humana) generar imágenes que se correspondieran con ese deseo deliberadamente negado por la industria de Hollywood

Veamos. Viene Extraña Forma de Vida a llenar una falta o simplemente está construyendo a su público? Algunas imágenes dan cuenta de algunas respuestas posibles: el plano detalle de los calzoncillos (en la entrevista Almodóvar comenta que  precisamente esa es una de las preguntas que con más frecuencia le realizaron: llama la atención  que en el cine no se sabe como luce un cowboy en calzoncillos) o la imagen de Pedro Pascal con el culo a medio tapar en la cama….¿son o se hacen? ¿ Extraña Forma de Vida quiere ser o parecer?

Sigamos. A partir de esas  imágenes, Almodóvar construye una escena post sexual en donde los dos personajes masculinos comienzan, como en western “tradicional” (o lo que la película pretende que naturalicemos como tradición), a enfrentarse por un asunto ligado al pasado que retorna a sus vidas: el asesinato de una mujer por parte de el hijo de uno de los cowboys  (Pedro Pascal).  

¿Es o se hace? De seguro no es ni se hace cargo del deseo. Trafica promesas que no hace circular mas que como una pantomima. Y es que, para introducir esas imágenes del deseo, Almodovar busca esconderlas dentro de una trama de traiciones y pistoleros que parece salida de una película de Anthony Mann (tanto de las que hizo sobre el lejano oeste como de sus policiales urbanos). Una  trama que, además, se introduce exclusivamente mediante el diálogo. Como en buena parte del cine mas cinéfilo de Almodovar, de las pasiones se habla, pero las pasiones faltan: el sexo esta elidido y lo que se desnudan son las palabras, esa impresión  erótica está contenida en todas las imágenes de esa conversación. Lo extraño es, acaso, el porqué de la  trama-western y su introducción en ese contexto. Al mismo tiempo (y más extraño aún) es que el sexo sea una excusa hablada y explicada.

Yendo un poco más lejos: es extraño que Almodóvar decida apurar su trama erótica en favor de  una trama llena de tropos del western, siendo que lo que particularmente le interesaba de ese  universo era la posibilidad de introducir allí el deseo de un hombre por otro hombre, antes que  hacer un western. La decisión de hacer un cortometraje parece haberle jugado en contra al proyecto: no puede darle el suficiente tiempo a los amantes para mirarse, volver a gustarse, sentir miedo por esa atracción, querer volver a ejecutarla, dar el paso a hacerlo, y luego ver las consecuencias de esa realización. Contrariamente, Almodóvar apura el desenlace en favor  de mostrar lo que viene después del sexo, pero una vez que llega a ese momento, se ve obligado  a ponerlos a los personajes a hablar sobre el crimen cometido por uno de los dos. Y allí  es donde el corto no puede abarcar ni una cosa ni la otra. 

Quizás ese morbo (sic) inicial que Almodóvar comenta como uno de los primeros motivadores a  la hora de escribir esta historia lo haya obligado a adoptar tropos más típicos del western  tradicional a diferencia de (citada por el mismo Almodovar) una película como First Cow. Periferias de los géneros recorridas por directores no especializados. En el gesto de poner en escena algo definitivamente ignorado por la tradición americana del género en favor de la construcción de una tensión entre lo conocido y lo inusual, curiosamente, se revela justamente eso, el gesto vacío.

Extraña forma de vida no es Meek’s Cutoff, otro western de Kelly Reichardt, en donde la directora no plantea la necesidad disponer los lugares comunes de la iconografía y la arquetipicidad para contextualizar otra cosa. No hay ningún tiroteo, ni duelo para tratar uno de los conflictos centrales en la configuración de la nación  estadounidense, que es la incomunicación con los pueblos originarios. Si Extraña Forma de Vida hubiese llevado a fondo la premisa que le dio viabilidad en principio, quizás hubieramos empezado a hablar de una película antes que de un gesto al vacío. O por lo menos, hubiera sido mucho más que un simple ejercicio de estilo de género rarificado por la presencia de una relación homosexual en un contexto inesperado. Pedro tiene un amigo gay. Y tiene que contarlo. Pero, Pedro, no estamos en la España de Franco. Hace rato.

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