Lakers: Tiempo de ganar

Por Agustín Campero

Winning Time: The Rise of the Lakers Dynasty
EE.UU., 2022, 10 episodios de 60′
Creada por Max Borenstein y Jim Hecht
Con Will Fourth, Rachel Hilson, Sean Patrick Small, Quincy Isaiah, Jon Young, Marcello Padilla, Mike Epps, Max Williams, Austin Aaron, Newton Mayenge, Darone Okolie, Joey Brooks, Andy Hirsch, Edwin Hodge, Donnell Rawlings, Danny Burstein, Ja’Quan Cole, Christopher Gehrman, Carey Scott, Gabriel Womack, Adrien Brody, Sally Field, Gillian Jacobs, Gaby Hoffmann, Jason Segel, Kel King, Rory Cochrane, John C. Reilly, Wood Harris, Michael Chiklis, Jason Clarke, Molly Gordon, Brett Cullen, Lola Kirke, Spencer Garrett, Sarah Ramos, Rob Morgan, Hadley Robinson, DeVaughn Nixon, Kirk Bovill, Shawna Craig, Eddie Pepitone, Timothy E. Goodwin, Kayla Radomski, Mathew Trent Hunnicutt, Patrick Day, Melissa Bickerton, Alex A.J. Gardner, Albert Malafronte, Branden Garrett, Kate Arrington, Julianne Nicholson, Bo Burnham, Tracy Letts, Carter Redwood, Lisa Gay Hamilton, Anthony Molinari, Ashley Argota, Kiara Muhammad, Martin Harris, Landon Gordon, Emil Beheshti, Emily Berry, Valeria Malikova, Terence Rosemore, Greg Kriek, Stephanie Nash, Mel Fair, Ari Davis, Jon Akoko, Michael Whaley, Stewart Skelton, Alex West, Kelly Cole, Kenneth Meseroll, Stephen Adly Guirgis, Troy Vincent,Arielle Reitsma, Tate Birchmore, Lily Keene, Jayne Entwistle, Stevvi Alexander, Sarah Donna, Jimel Atkins, Charissa Kroeger, Alexander Kanellakos, Lexy Hulme, Bogdan Szumilas, Molly Malin, Egor Klimovich, Natalia Cordova, Austin Basis, Greg Cohan, David St. James, Chet Grissom, Olli Haaskivi, Jim Tooey, Jascha Slesers, Nate Richman

Sin miedo a la libertad

Lakers: Tiempo de ganar cumple una promesa y llena un par de vacíos. Cuando el mundo transitaba los encierros más duros de las cuarentenas, uno de los aires frescos en medio del ahogo era la promesa de poder vivir un futuro de relajamientos morales y desahogos, de diversión y promiscuidad. Ya desde el primer capítulo, en lo que gobierna esta serie, la promesa está cumplida. Con costos, porque la vida es un cúmulo de tajos cicatrizados. Magic Johnson (Quincy Isaiah) se entera que tiene SIDA, su compañero de auto llora, Michael Jordan se muestra feliz con su esposa, hogareño y vestido con ropa estilo Bill Cosby en la tapa de una revista en la sala de espera del consultorio de la mala noticia. Vamos al pasado. Jerry Buss (John C. Reilly) tiene un momento epifánico mirando un partido de basket: ese deporte es como el sexo, con movimiento contante, rítmico, cuerpo a cuerpo, transpiración. La epifanía la tiene en los brazos de una rubia desnuda, sobre un colchón de agua redondo y entre sábanas de seda. En ese momento, Buzz comprende que va a comprar la franquicia de Los Angeles Lakers.

La serie es una loca pelota de pinball que rebota entre la música, el erotismo de los cuerpos desnudos y transpirados, la velocidad desprolija y desprejuiciada de la narración, las texturas anárquicas, las piernas largas y los músculos marcados. La cara de felicidad de todos, las risas, el disfrute y el relajamiento del alcohol y las drogas. En el mundo de Lakers: Tiempo de ganar el presente se convierte en un pasado de logros y de placer, de grandeza y de competencia.

Pero Lakers: Tiempo de ganar es, también, una serie sobre el presente. Por las celebraciones del placer y de la intensidad de la vida, de la concepción extrema de la fluidez de todo: dinero, éxito, parejas, compañeros. La serie se ríe de todo y de sí mismo: se apoya en la ruptura de la cuarta pared para ser más graciosa, para romper el dramatismo de los momentos duros, para subrayar (sin ser explícita) que la vida es paradojas, varias caras todo el tiempo, compleja y en movimiento perpetuo.

El vacío que llena la serie es el de reflexionar sobre la vida y sobre el pasado desde el presente pero sin bajar línea. No busca atajos, no busca la complicidad de la ideología o de los postulados o los prejuicios de moda. Va contra la corriente. No pretende llenar los casilleros del check list de la diversidad sexual o la política identitaria o la discriminación racial. En una serie llena de sexo no busca representar a toda la diversidad. En una serie con una presencia binaria de razas humanas (o blancos o negros, con apenas un par de latinos, sin orientales) el racismo se toma con una distancia que le permite reflexionar sobre cómo el problema de la discriminación racial atraviesa el pensamiento de los protagonistas negros y algunos actos, naturalizados, normales e inocentes de los protagonsitas blancos. Los muestra con gracia, sin resaltadores, como el fluir de la historia.

Tampoco se tienta con buscar la complicidad de los espectadores a partir del señalamiento feminista: también con total naturalidad muestra, por ejemplo, el techo de cristal. Pero todo eso no es un tema, no es rebuscado. La búsqueda de la complicidad con los espectadores se da a partir del placer: de los gustos de la vida, de la diversión, de la competencia deportiva, del juego de básquet.

Además de la velocidad y de la poderosa presencia de la música con canciones excelentes, la serie acierta con el casting y las actuaciones. Y con la caricatura de sus personajes. Desde el vamos se nota que la serie toma elementos de la realidad y las deforma para contar su historia. No pretende ser real y lleva el verosímil al terreno de la comedia, estira la situaciones y los personajes para que pasen del plano de la realidad o del dramatismo a que estén en el terreno de la alegría.

Si bien tiene varias historias tensionantes, varias historias de cada personaje y situaciones respecto de su propia evolución y de sus relaciones con los demás, el hilo principal es el campeonato de la NBA 1979/1980, cuando empieza la dinastía. El deporte y los partidos están contados de maravillas. La filmación de cada partido es extraordinaria, capaz de capturar en pequeñas cápsulas los elementos esenciales del deporte, de cada partido y de cada jugador.

Lakers: Tiempo de ganar es una serie libre. No le debe nada a nadie y no pretende cumplir con ninguna obligación. Corre riesgos, va contra el tiempo, pretende ser atractiva y atrapante ahí donde todos se rinden frente al miedo de la cancelación y la autocensura.

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