Ticket to Paradise
EE.UU., 2022, 104′
Dirigida por Ol Parker
Con George Clooney, Julia Roberts, Kaitlyn Dever, Billie Lourd, Lucas Bravo, Senayt Mebrahtu, Talha Şentürk, Maxime Bouttier, Leo Castro, Murran Kain, Sean Lynch, Isaac Priest, Romy Poulier, Vanesa Everett, Cintya Dharmayanti, Rachel Sinclair, Dorian Djoudi, Rowan Chapman
La búsqueda de la felicidad
Hay una frase que, a pesar de nunca haber leído la fuente, se le atribuye a Manoel De Oliveira: si no tenés un auto, filma la rueda, pero filmala bien. La frase tiene dos partes, las primera es un guiño, una motivación para los cineastas independientes, asegurándoles que se puede filmar sin recursos, o al menos sin un auto. Pero la segunda parte, la máxima de filmala bien, abre otro sentido que va más allá que impulsar a la gente a filmar. Hay una norma, vaga pero planteada por De Oliveira, hay que filmar bien lo que sea que se decida filmar. Al ser tan poco determinante la condición de filmar bien, voy a tomarla de la forma que yo quiera. Y de la forma que yo quiero tomarla está relacionada con la idea de planear una imagen, prestarle atención a lo que sucede allí y narrarla. Es decir, construir una imagen que narre lo que está narrando y que no sea un reemplazo de otra cosa. Si no tenés un auto, filma una rueda, pero filma la rueda, así podría ser la frase. Es decir, en primer lugar importa la materialidad de la rueda, construir una imagen que dé cuenta de eso, y luego, una vez bien construida esa forma, puede llegar la idea de que haya un auto.
Pasaje al Paraíso en un momento, filma una partida de beer pong. En ese momento, la relación entre la pareja de los padres y el posible matrimonio de su hija está en un estado de alta tensión y esa partida servirá como excusa para descomprimir esa tensión. Lo curioso es que, contradiciendo la máxima de De Oliveira, casi no se filma el beer pong. La película parece tan concentrada en la funcionalidad de la escena que el evento en si mismo del juego es totalmente olvidado. Mutilado por una secuencia de montaje. De esa misma forma, el montaje paralelo del comienzo, entre lo que Julia Roberts opina del personaje de Clooney y viceversa, se trata de una operación donde se busca y se espera tanto al gag que cuando llega parece que siempre está llegando tarde o temprano. Al evitar esa idea de construcción de una escena, el timing parece siempre perdido, entonces los chistes aparecen sin efecto.
Por estas cuestiones es que considero que los momentos más sinceros de la película están en esos monólogos que tienen los personajes, por ejemplo Clooney en el bar o Roberts en la selva. Y que sean los más sinceros implica que son los momentos más buscados por la película. Las figura en un primer plano, separada del fondo fuera de foco diciendo por qué es que esa relación de pareja no funciono en el pasado, parece ser el centro tonal de las película. El lugar central hacia lo que todo es atraído. Como si, en realidad, Ol Parker quisiera narrar un melodrama y disfrazarlo de una comedia romántica. Como si en el fondo lo que estuviese operando sobre la película es ser una especie de Marriage Story, un mirar hacia atrás para tratar de entender por qué el amor no funciona. Para eso se busca un contraste, una comparación con una pareja nueva y aparentemente perfecta.
Que haya sinceridad en esos momentos, quizás significa que en los demás momentos puede no haber. O al menos, en otros momentos, como el mencionado sobre el beer pong, hay poco compromiso con las narración, demostrando que el interés de la película está en otro lugar.
La felicidad de que se estrene una nueva comedia romántica (cosa que, es cierto, no pasaba hace mucho) se ve opacada por el hecho de ser una comedia romántica a la que en realidad le hubiera gustado narrar otro tipo de relato y usó el género simplemente como una máscara comercial.