Saw X: El juego del miedo

Por Santiago Gonzalez

Saw X
Estados Unidos / México / Canadá, 2023, 118′
Dirigida por Kevin Greutert. 
Con Tobin Bell, Shawnee Smith, Synnove Macody Lund, Renata Vaca, Steven Brand. 

Laberinto sin salida

Antes de ver Saw X hice el ejercicio de ver la primera, porque todas las películas nacen iguales y merecen nuestro respeto. En parte lo hice para entender en qué se había convertido la saga antes de adentrarme en esta nueva entrega, en parte para ver si mi idea sobre lo que era ese primer Wan -que muchas expectativas no me había despertado en su momento- cambiaba. Pero también por el carácter de inter-cuela de Saw X.

Como era de prever, mis suposiciones no cambiaron mucho. La primera entrega delo que sería la futura saga de El juego del miedo es, ante todo, un thriller que busca ser astuto antes que inteligente. Lo hace porque presenta un mundo imposible e inverosímil en donde hay que hacer la vista gorda para dejar pasar algunas cuestiones estrictamente verosímiles. Y no, esto no viene del bando de “verosimilistas” (no pertenezco al club), pero es imposible aceptar muchos de los huecos groseros que deja pasar Wan. Para empeorar las cosas El  juego del miedo resulta extremadamente confusa en su narrativa, a tal extremo que el punto de vista salta de uno a otro punto y en ocasiones hay personajes narrando cosas que no es posible que hayan vivido.

Pero por otro lado me llamó la atención un detalle que luego se perdió en las secuelas, tal vez por el hecho de haber sido dirigidas en su mayoría por dos ineptos como Darren Lynn Bousmann y Kevin Greutert. Wan le presta atención al espacio donde transcurre la acción. Esto no se si es porque ya demostraba una capacidad innata para explotar al máximo el espacio narrativo o por una cuestión de época, en donde en el cine, por ser pensado preponderantemente para pantalla grande, se le ponía mayor atención a estos aspectos. En las siguientes secuelas, por el motivo mencionado y la escasa profesionalidad de sus perpetradores, esto ya no ocurre: los personajes deambulan por lugares abandonados yendo de un lado a otro. Nunca se entiende como llegaron a tal o cual lugar, asi como tampoco les importa a los responsables. Y menos a nosotros como espectadores. 

El juego del miedo sirve, entonces, para corroborar cómo (y cuánto) Wan aprendió haciendo cine, puliendo su estilo hasta afianzarlo casi por completo desde inicios de los 2010s al presente. Basta ver Maligno, que toma mucho de El juego del miedo, para ver el crecimiento del director malayo.

Entonces la décima (que no es la décima en orden), Saw X está dirigida por Kevin Greutert (que realizó la seis, la siete y también fue el editor de la mayoría de las películas de las saga), de quien podríamos decir que es alguien que conoce la saga y sus procedimientos en profundidad (aunque también es responsable de varias ideas nefastas como aquellos movimientos de cámara circulares y acelerados, en 540 grados, que retrotraen a los peores videos de MTV del los tempranos 2000s). Pero, bueno, conocer la saga no significa algo automáticamente bueno o rescatable.

En todos estos años Greutert no creció como director -como sí ocurrió con Wan-, a lo sumo entendió los mecanismos para hacer secuelas satisfactorias para los consumidores de esta franquicia. De ahí la aparición de los recursos que hicieron popular a la saga, incluyendo la aparición de Tobin Bell y Shawnee Smith. 

Entonces, mientras me ganaba la modorra promediando esta nueva entrega, vino a mi cabeza esa cosa extraña que fue Jason X (James Issac, 2001). En cierto sentido ambas son similares. Dos slashers que definen una época y que llegaron a un número exagerado de secuelas de las cuales no sabían cómo escapar. Para cuando Jason llegó al espacio los responsables entendieron que el camino no tenía retorno y los espectadores no podían tomarse en serio una  saga slasher como esa (recordemos que estamos en una etapa post-Scream) y se dedicaron a echar toda la carne al asador en el contexto más ridículo a su disposición, pero con felicidad y libertad. En ese salto al vacío Jason encontró una nueva vida y nos permitió ver una película despojada de toda vergüenza, abrazando su costado trash más conservador.

¿Podría pasar eso con Saw X? Parecía,  pero  no…más bien todo lo contrario: con la idea de darle una vuelta de tuerca para ofrecer algo nuevo al público, la película se entrega a una excesiva solemnidad y rechaza el humor, a pesar de coquetear un poco con un tono ridículo que termina abandonando al poco tiempo. Pero el cambio de tono no es lo único: para empeorar las cosas (y conectar con el clima de época en donde todo se invierte y se banaliza por el buenismo), la película convierte a la saga, a partir de una reescritura y reinterpretación del pasado, en un universo en donde los “malos” ahora son los “buenos” y forman una especie de familia disfuncional llevando al extremo la idea de que, en definitiva, estamos ante un slasher conservador y puritano. Ahí donde Jason X entendió que del laberinto se sale por arriba, Saw X se revela como el hermano que no quiso aceptar felizmente su destino y abrazar la basura, a cambio de la integración tranquilizadora.

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