EE.UU., 2022, 6 episodios de 30′
Creada por Nathan Fielder
Con Nathan Fielder, Chase Maser, Andrea M. Anderson, Anna Lamadrid, Casey Morris, Bryan Marcos, K. Todd Freeman, Roy James Wilson, Arnold Y. Kim, Jay Dobyns
La burbuja
- Hay que dejar descansar a esta serie endiablada, pegajosa, que no puede sacarse de encima, como un aguaviva que no suelta. Y recién ahí, cuando duerme, sacarla de un tirón, aunque lastime, aunque moleste y no nos sintamos cómodos.
- La idea de Fiedler tiene algo de canchero, si, claro, como todo ejercicio autoconsciente. Pero también tiene algo de desesperado, de humanista, pero casi nunca cínico, como podía preverse. En todo caso su arma mas precisa es la ironía, capaz de desarmar todos los argumentos y lugares comunes con los que podamos entrarle y sacárnosla de encima.
- Nos queremos sacar de encima a The Rehersal, pero a la vez nos queremos quedar ahí, a ver cómo se va a resolver ese rulo que no deja de volver sobre si mismo y arma un enredo imposible ante el cual no debemos apartarnos a interpretar (para eso están las películas dirigida por Charlie Kaufman, que son desesperadas, pero también infinitamente deshumanas, desafectivizadas), en todo caso debemos dejarnos llevar, siguiéndole el juego a la experimentación.
- Afectos en juego hay y muchos en The Rehersal. Pero su creador y director no los administra para ponerse por encima de los personajes y espectadores. Por el contrario, todo el tiempo está retornando al llano, invitándonos a volver al centro del huracán de espejos. Por eso no se trata de una autoconciencia cerebral, sino una amorosa, afectiva.
- The Rehersal promete y traiciona sus promesas, afortunadamente. Promete ser un juego de cámaras ocultas y simulaciones que en los primeros dos episodios tiene un código que la emparenta a Los simuladores, pero que de a poco, en el tercero, se desbarata. Ese hombre especializado en entrenar a personas -por medio de simulaciones de situaciones difíciles que pudieran enfrentar a futuro- de a poco se vuelve parte central de una de esas simulaciones. Y a partir de un determinado punto le resulta casi imposible escapar.
- Pero en The Rehersal también hay una importante dosis de juego que hace que toda la propuesta tenga la mínima cantidad de burbujas que podríamos pedirle a una comedia a la vez que una suficiente dosis de acidez como para darnos cuenta que mientras se nos lleva de las narices también se nos está pegando la medusa. Y nos está inoculando veneno.
- The Rehersal es una serie venenosa, porque nos hace sufrir, pero no sabemos cómo ni dónde. Todo el tiempo circula por nuestro sistema circulatorio pero no sabemos cómo enfrentarla porque su liquidez la vuelve inaprensible. Pero no podemos dejar de disfrutar su maldad humanista, que, de paso, se permite pensar en el temor a la experiencia, en el miedo al dolor. Pero ahí donde el exceso verbal podría mandar todo al demonio, Natan Fiedler, su director-creador-protagonista también se aparta de la comodidad de la voz over, se pregunta por su propio rol. Y nos vuelve a meter de lleno.
- Imitación de imitación. Simulación de simulación de simulación que se vuelve real, el kiarostamismo (existe?) de esta serie nos pide no tomarla demasiado en serio. Y confiar en sus mentiras, para llegar, aunque fuera como un gesto, a algunos rincones de verdad, oscuros, intransitables.
- Hacia la segunda mitad, cuando la puesta en escena se come a si misma varias veces (se produce un entrenamiento para simular una escena…pero el protagonista elige invertir roles con los actores…en su vida real…y se convence de ese rol…y no puede volver sin cambios) la serie nos desespera como pocas cosas vayamos a ver durante este año. Pero el giro final, acaso el momento de mayor amor a los personajes, nos devuelve a la ficción que ya a esta altura, es la mejor estrategia que tenemos para atravesar tanta miseria humana.
- Hay que volver a ver The Rehersal. Y pensarla con otros ojos. A mi, al día de hoy, no me ha largado.
