Argylle: agente secreto

Por Gabriel Santiago Suede

Argylle
Inglaterra – EE.UU., 2024, 139′
Dirigida por Matthew Vaughn
Con Bryce Dallas Howard, Henry Cavill, Sam Rockwell, Bryan Cranston, Catherine O’Hara, Dua Lipa, Ariana DeBose, John Cena, Samuel L. Jackson, Sofia Boutella

Bigger than lies

“El cine es la mentira 24 veces por segundo” dijo alguna vez Brian De Palma para responderle a Godard. El cine, en un proceso de autofagia acelerado, dio paso a la cinefilia como estrategia de supervivencia: si no se puede crear pensando en ell futuro, entonces hagamos algo con el pasado. La autoconciencia expresa, reflexivamente, la manera en la que la cinefilia le otorga una sobrevida al cine cada vez que este la necesita.

Bueno, todo el párrafo anterior puede ser correcto, pero hay cines que logran que toda esa parrafada se reduzca en un aliento contenido, en una mirada, en un baile, en una corrida o en una sucesión coreográfica. Director de musicales fuera del género, Matthew Vaughn parece haber entendido con gracia todo lo anterior. Y si bien sus experimentos cinéfilos no siempre salen bien como sucedió con la segunda entrega de Kingsman y con su precuela, el tipo, cuando se inspira, realmente es muy bueno (de hecho hay pocos directores que filmen peleas tan imaginativamente como lo hace él). Por eso resulta particularmente cruel la recepción crítica y de público que tuvo Argylle, que a primera vista parece tratarse de una sátira de espías más, pero está mucho más cerca de ser una mezcla entre el folletín, el melodrama desaforado, el musical y el cine de acción y espías que de ser una película (otra de las tantas) que desprecie al género de las piñas y patadas.

Argylle es fantástica porque comprende que la única manera de avanzar es avanzando y escribiendo sobre la marcha (un movimiento típicamente de vanguardia: la estrategia del contínuo), como si el avance fuera más importante que la historia o la autoconciencia. No sé qué opinarán uds., pero esa decisión se parece mucho más a la ausencia de especulación del cine antes que a la cinefilia que escribe con el espejo retrovisor cuando intenta reemplazar al cine en cuestión. Por eso, en su marcha, la película activa algunas granadas para despistar, pero en el fondo comprende que lo más importante no es el guión vueltero y lleno de rizos y develaciones (hola Raúl Ruiz, hola Misterios de Lisboa!) sino las posibilidades que el juego del movimiento habilita (algo que entendió a la perfección la última entrega de Misión: Imposible, otra película apasionada por el movimiento en el cine antes que por la lógica euclidiana).

Argylle, a su vez, deja a su paso algunos comentarios filosos sobre el presente. Logra en su extensa duración montar algunas ideas que discuten con postulados presentes: hay héroes masculinos, hay heroínas femeninas que luchan codo a codo con los hombres, hay amor homoerótico, hay amor romántico heterosexual. Hay, en definitiva, recuperación de la memoria de algo que el cine propuso hace muchos años (los ejemplos están en la historia), pero que la misma manipulación de la historia invisibilizó (heroínas que pateaban culos a los hombres y a las mujeres y que casi nadie recuerda debidamente, como si las reivindicaciones actuales de la agenda demagógica tuvieran un trasfondo de borroneo de los hechos que el cine alguna vez supo contar). Cinefilia activa y productiva y no cinefilia mortuoria es la que podemos reconocer en las imágenes de Argylle mientras todo el mundo se caga a piñas y los protagonistas bailan al ritmo de las balas y las patadas, en un baile que nada tiene que envidiarle a la endiablada y bigger than life Moulin Rouge (Baz Luhrmann, 2001).

Argylle fracasa porque en los intentos de clasificarla los críticos de gacetilla la apuntan bajo una serie de coordenadas tranquilizadoras en vez de preguntarse por los puntos oscuros que la película ilumina con una velocidad pasmosa y con una gracia que hace que no nos demos cuenta del paso de sus 139 minutos.

Ante las imposibilidades del cine por llevar espectadores a las salas, Argylle pide, sin cancherismos, por un público que se entregue al arte y la magia de un espectáculo único en vías de extinción. Así de desesperado es el llamado detrás de sus lustrosas imágenes. No la abandonen.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter