Rusia-Polonia-Serbia, 2018, 126′
Dirigida por Aleksei German Jr.
Con Artur Beschastny, Danila Kozlovsky, Milan Maric, Anton Shagin y Helena Sujecka.
Días decisivos
Por Carla Leonardi
La película del director ruso Aleksey German Jr. abre con la voz en off del protagonista, que refiere que quiso ser escritor desde los ocho años, que no nació en una familia armoniosa, que fue expulsado de la universidad y que trabajó durante 3 años como guardia de prisioneros, siendo durante esa experiencia cuando comenzó a escribir sus primeros cuentos. La voz también nos habla de un mundo ideal que desapareció. Es que estamos en Leningrado en noviembre de 1971, donde luego de la caída de Stalin, se da un proceso de estancamiento económico, de esclerosis del aparato burocrático y de crecimiento de los arrestos contra los intelectuales disidentes.
Serguei Dovlatov (Milan Maric), está divorciado de su esposa, con la cual tiene una hija, y vive con su madre en un departamento compartido. Serguei le cuenta a su madre que soñó con Brézhnev, quien preside el partido Comunista y gobierna ella Unión Soviética por ese entonces, lo cual interpreta como un buen augurio para que las cosas cambien para él.
El joven Dovlatov, gracias al virtuosismo de los planos secuencias del director, deambulará por los diferentes ambientes de la casa donde se reúne la bohemia intelectual y artística de la época, conversando con unos y otros que opinan sobre los poemas que está recitando quien es su amigo y uno de los poetas más conocidos de esa época, Joseph Brodsky (Artur Beschastny). Muchos mencionan que pronto Brodsky será olvidado, como la gran mayoría de los artistas de esa generación, debido a dejar de ser publicados por ser disidentes, y en el caso de los más jóvenes por no pertenecer al Sindicato de escritores.
En este contexto, Serguei de ascendencia mitad armenia y mitad judía, intenta sobrevivir económicamente publicando artículos por encargo para diversos periódicos del proletariado. Así en vísperas del aniversario de la Revolución, lo veremos llegar hasta un set de filmación de una película cuyos personajes centrales son los grandes clásicos de la literatura rusa como Pushkin, Gogol o Dostoievski para escribir un artículo sobre ella. El chiste será que se presentará ante una actriz como Kafka, en clara alusión al momento de rígida burocracia estatal y las consecuencias de extravío onírico de pesadilla en ese sistema que aplasta la libertad y la singularidad del sujeto.
Otro periódico le encarga una entrevista sobre un trabajador del subte que es poeta y un poema sobre los trabajadores del petróleo, como posibilidad de que pueda ser publicado alguno de sus escritos en prosa. Las condiciones para ser publicado en el periódico es que lo escrito contenga una moral edificante y optimista para el pueblo. En estas circunstancias, son muchos los artistas que no pueden exponer sus pinturas o publicar sus textos y que sucumbirán como victimas del desaliento y la desesperación como el joven que se corte las venas en la redacción tras ser rechazado, o aquel amigo pintor que será apresado por comerciar en el mercado negro como modo de subsistencia y que se arrojará debajo de un auto.
La paleta de colores en tono ocre y marrón, da cuenta de esa Leningrado sórdida y decadente, a la vez que los exteriores blancos cubiertos de nieve, den cuenta de la crudeza y la dureza de esos días en la vida de Dovlatov. Es que esa semana en la vida de Dovlatov, cuando vea cómo va perdiendo a sus amigos o cómo éstos se vayan quebrando, significará un cambió en su posición. Serguei, que se mantenía firme en su lealtad al régimen comunista, comprenderá que es inútil seguir buscando un reconocimiento por parte de los editores o los ricos filántropos que podrían ayudarlo a ingresar al sindicato de escritores. No podrá entonces sino mantenerse integro y fiel a si mismo y a su estilo de escritura, ese que se caracterizaba por el uso de la ironía que ridiculizaba al poder y por revelar el absurdo que era la vida de esos tiempos en la Unión Soviética. Tener el coraje de no venderse por dinero o por adulación, le significará el advenimiento de días difíciles, donde se sentirá abatido, pero donde a la vez podrá esbozar ante sus amigos esa sonrisa agridulce que será la marca de su decisión ética. Ese interjuego entre la alegría y la melancolía que despunta en la sonrisa final de Serguei, traduce la paradoja de conseguir ser publicado en Rusia en 1989 (luego de emigrar a los Estados Unidos), y de alcanzar una popularidad de la cual no habrá sabido en vida.
Dovlatov (2018) es una película que tomando como figura central al escritor Dovlatov, en verdad homenajea a toda esa generación de artistas, la de los desplazados por el Régimen Comunista, que no obstante no haber trascendido en la Rusia de los años 70, han logrado trascender fuera de su tierra dejando un legado que hoy día sigue vigente entre los jóvenes de ese país. Aleksey German Jr. logra transmitirnos bellamente el espíritu de la bohemia de la Leningrado de esos años y la miseria de esas vidas dotadas de talento que sobrevivían realizando trabajos humillantes. Este retrato de época acerca al espectador a la que quizá fue la semana más difícil en la vida del escritor, y también logra despertarnos un interés genuino por sus obras.
