Lux Æterna

Por Mariano Bizzio

Francia, 2019, 51′
Dirigida por Gaspar Noé
Con Béatrice Dalle, Charlotte Gainsbourg, Abbey Lee, Karl Glusman, Félix Maritaud, Paul Hameline, Luka Isaac

Cebita mojada

  1. Gaspar Noé no inventó nada, pero ha hecho lo imposible a lo largo de los años por hacernos creer que si. En este sentido, otra vez intenta vendernos algún gato por liebre. En mi caso me lo vendió tarde. Por eso esta nota llega tarde pero tampoco creo que les preocupe demasiado.
  2. Noé filma otra película sobre el cine. Pero como su relación con el cine es superficial como pocas cosas hace como los nuevos ricos: se llena de JOSHAS (si, asi escrito, bien de nuevo rico) y sale a pasearlas por el vecindario. Pero esos espejitos de colores que recicla entre citas vacuas e intertítulos pretenciosos no llegan muy lejos. No son pólvora, es cebita mojada la del muchacho.
  3. Otra vez un rodaje caótico. Otra vez el cine dentro del cine. Otra vez la necesidad de pontificar sobre el mundo de las películas y los festivales (si tanto los odia por qué es invitado todos los años…y asiste?).
  4. Había una premisa interesante, que creí haber entendido hasta que termina por desvanecerse: una actriz (Rampling) es convocada por una directora (Dalle) para hacer un papel de acusada de bujería y llevada a la hoguera. Por algún motivo o bien entendí o bien leí que la película presentaba un giro de tuerca imprevisible y Rampling en efecto terminaba por convertirse en bruja y ponía todo patas para arriba, “indistinguiendo la realidad de la ficción de manera intrigante”, podría decir el extracto de prensa. Pero no, nada de eso (ni siquiera eso, que de por si hubiera sido remanido pero al menos habría logrado sostener el menor interés).
  5. Archivo fílmico de películas de brujería y persecución. Pantalla partida. Evidencia del dispositivo fílmico. Juego de rodaje de ficción y documento en una charla entre dos actrices. Planos secuencia virtuosos. Detrás de escena con “ácidos comentarios sobre el oscuro mundo audiovisual”. Provocación módica. Lista de supermercado que reúne lugares comunes de la histeria. Y así las cosas Noé sigue logrando que miremos su tienda de campaña en medio de la feria.
  6. Pero Lux Æterna también tiene una parte amable, relajada. Por eso, como si el mismo Noé se sintiera incómodo, necesita intervenirla mediante el desdoblamiento del plano en una innecesaria pantalla partida. Pero también lo interviene interrumpiéndolo. Hay, si nos retrotraemos a sus películas anteriores, una necesidad constante de atentar contra momentos de “tranquilidad”, en donde no hay que hacer un statement audiovisual y verbal. No hay descansos ni maneras de acercarse a las películas que no sean por medio de la grandilocuencia en su cine. Pero contrario a lo que el director entiende como momentos de comedia, lo que prima es una solemnidad ociosa, galopante, estroboscópica.
  7. La irritante resolución de Lux Æterna no es apta para nadie con problemas neurológicos. Menos que menos para personas con epilepsia. En ese ataque final contra el espectador no hacemos sino vivenciar lo que el mismo director ha postulado una y otra vez: el cine como objeto de su odio personal, el espectador como destinatario final de sus obsesiones narcisistas, el rechazo como logro supremo y vital para poder seguir existiendo.
  8. Gaspar: gastamos 8 puntos y menos de media página. Pero yo perdí 51′ de vida para constatar lo que podía prever. Gajes del oficio.

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