Ni en tus sueños

Por Rodrigo Martín Seijas

Long Shot
EE.UU., 2019. 126′
Dirigida por Jonathan Levine.
Con Seth Rogen, Charlize Theron, O’Shea Jackson Jr., Bob Odenkirk, Andy Serkis, June Diane Raphael, Alexander Skarsgård, Ravi Patel y Lisa Kudrow.

La política del amor

La referencia constante y explícita sobre la que transita el relato de Ni en tus sueños es Mujer bonita, aunque también esté sobrevolando el espíritu de otras comedias románticas de principios de los noventa, como Presidente por un día y Mi querido Presidente. Esos tres antecedentes del film de Jonathan Levine releían y actualizaban, desde distintos ángulos, la mirada clásica e idealista del cine de Frank Capra, particularmente en aquellas obras maestras que son Lo que sucedió aquella nocheCaballero sin espada. La asociación entre épocas, films y cineastas puede parecer un tanto antojadiza, pero el puente que une a todas ellas es la voluntad de una respuesta concreta frente a los discursos cínicos. 

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Pero hay otro puente que Ni en tus sueños busca tender y es con el cine actual, o más bien, con la comedia contemporánea y sus visiones sobre el amor, el trabajo y las construcciones políticas. Lo hace a través de la historia romántica de Fred Flarsky (Seth Rogen) un periodista combativo y anticorporativo que por una serie de casualidades se reencuentra con Charlotte Field (Charlize Theron), su niñera (y amor imposible) cuando era chico, ahora Secretaria de Estado y aspirante a la Presidencia, que lo contrata para que le escriba sus discursos durante una gira mundial en la que busca acuerdos para el impulso de una iniciativa ecologista. Si varios de los elementos involucrados en la trama –la ecología como tópico de referencia, los comportamientos de las corporaciones, el rol del periodismo, el deber de los líderes políticos- lucen definitivamente muy noventosos, es porque lo son, y deliberadamente. En la película de Levine hay una intención concreta de retomar una mística propia de finales del Siglo XX, cuando el triunfo del posmodernismo todavía no se había consolidado del todo en Hollywood y aún había espacio para un espectador más inocente y menos descreído. 

Long Shot Seth Rogen Charlize Theron

Sin embargo, quizás el aspecto puramente ideológico sea lo menos logrado de Ni en tus sueños, por más que la actualización del liderazgo a través de la feminidad tenga una perfecta coherencia desde la construcción del personaje interpretado por Theron. El andamiaje discursivo del film es un tanto difuso y en un punto al idealismo sobre el que se asienta se le hace indispensable el contrapunto con ese Presidente imposible que encarna Bob Odenkirk y el empresario de medios que compone de manera explícitamente repugnante Andy Serkis. Ambos convocan los fantasmas de las personalidades de Ronald Reagan y Donald Trump, como sátiras descarnadas y resbalosas del poder, aunque finalmente funcionen como lugares de confort para la mirada del público actual.

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Donde realmente la operación metadiscursiva de Ni en tus sueños funciona a fondo es en la veta puramente romántica. Si Theron desde su presencia muy propia del star system se da la mano con el carisma de íconos como Julia Roberts o Sigourney Weaver, el desempeño corporal y gestual de Rogen es la perfecta representación de la comedia estadounidense contemporánea, pero ambos logran el milagro de crear una química propia y compartida entre sí. Los dos se ponen al servicio de lo que se cuenta y se dejan llevar con total lucidez y sensibilidad por la puesta en escena de Levine, y ahí tenemos un momento donde esto se puede apreciar de manera casi inapelable: en la cocina de un hotel, Fred y Charlotte se esconden de las miradas ajenas y empiezan a bailar al ritmo de It Must Have Been Love, de Roxette. Es una referencia explícita a Mujer bonita, pero es también una forma perfecta para retratar cuán enamorados están los protagonistas y cuánto necesitan del afecto del otro. Por ende, es una declaración de principios por parte de la película: el amor y el romance –que incluye la comicidad desatada para hablar y mostrar el sexo-, en un mundo marcado por las apariencias y el distanciamiento, no solo son sustantivos, sino actos cargados de sentido político. Frente al cinismo de la contemporaneidad, Ni en tus sueños–aún con sus numerosas imperfecciones- nos dice que hacer una comedia romántica hecha y derecha, sin desvíos y rebusques, no solo es posible, sino imprescindible. 

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