#Polémica (a favor): Un amor inseparable

Por Ignacio Balbuena

Un amor inseparable (The big sick)
EE.UU., 2017, 119′
Dirigida por Michael Showalter
Con Kumail Nanjiani, Zoe Kazan, Holly Hunter, Ray Romano, Linda Emond, Vella Lovell, Bo Burnham, Aidy Bryant, Matty Cardarople, Adeel Akhtar, Anupam Kher, Shenaz Treasury, Kurt Braunohler, Rebecca Naomi Jones, Celeste Arias, Myra Turley

Deconstructing Rom Com

Por Ignacio Balbuena

Mientras salía de ver The Big Sick (me niego a llamarla con ese título genérico y alienado que es Un amor inseparable) me preguntaba qué otras comedias románticas había visto en los últimos años. En el cine no abundan los ejemplos últimamente, salvo casos aislados como la extraordinaria Una segunda oportunidad, que seguía -dentro de todo- las convenciones de la rom com (comedia romántica) clásica, o Sleeping With Other People (comedia con Jason Sudeikis y Alison Brie que no pasó por las salas argentinas), que ya anticipaba este sesgo deconstructivo que hoy parece ser la única salida para un género que encuentra nuevas formas estilísticas y narrativas en la tv y el streaming on demand. La televisión es el terreno fértil en donde florecen cosas extrañas como Crazy Ex-Girlfriend o Jane The Virgin, que apelan a la hibridación con géneros establecidos (el musical y la telenovela latinoamericana respectivamente) para subvertir los lugares comunes de la rom com clásica pero a la vez apoyándose en ellos con fuerza, y en donde también la comedia romántica pasó a identificarse con la voz de tono más bajo y melancólico propio del cine indie, que dio como resultado productos como Master of None, Easy o Love, todas series que comparten varias características con la película que nos ocupa. De Master of None, la película toma el giro autobiográfico y la cuestión de la relación con las figuras paternas y el conflicto de identidad entre un mundo ajeno al americano (India para Aziz Ansari, Pakistán para Kumail Nanjiani). De Easy y Love (esta última también producida por Apatow), el tono más contenido, íntimo y personal, ese estilo slice of life tan característico de la época.

C8E04A63 9E4D 4C80 9B49 32B0Ef35E37A The Big Sick

La película fue escrita por Kumail Nanjiani y su mujer en la vida real Emily V. Gordon, hoy nominados al oscar por esta historia que cuenta el primer año de su relación, y fue dirigida por Michael Showalter, que esta vez se aleja bastante del tono absurdo que trabajó en películas como Wet Hot American Summer, que co-escribió con David Wain. Finalmente, lo autoral en esta película pasa por ese logo al principio que dice ‘Apatow Productions’. Hay muchas cosas, buenas y malas (como siempre en Apatow, la película ronda las dos horas, con fragmentos que se alargan producto de la improvisación), que permiten considerar esta la película en continuidad con el trabajo el Apatow de los últimos años. Las comedias de Judd Apatow de los 2000s ocurrieron en un panorama muy distinto al de hoy, con una troupe de estrellas recurrentes (los sospechosos de siempre: Seth Rogen, Paul Rudd, Will Ferrell, Craig Robinson, y un largo etcétera), y un tono que mezclaba chistes de pijas con storylines atravesados por un cierto espíritu conservador, o al menos, un eje temático con la familia y la pareja como centro. Eventualmente las propias películas firmadas por Apatow dieron un giro hacia lo menos espectacular, hacia el tono más pequeño de Bienvenido a los 40 o de Esta chica es un desastre (Trainwreck,que no pasó por el cine, revelando que de a poco Apatow perdía su gancho mainstream a medida que su crew de actores se dispersaba).

Hay algunas marcas de la Casa Apatow en The Big Sick, como esas charlas entre Kumail y el padre de Emily, (Ray Romano) me hicieron acordar a las charlas entre Seth Rogen y Harold Ramis de Ligeramente embarazada. Tanto Romano y Ramis son actores, si, pero no grandes estrellas, y transmiten una sensación en sus escenas que hace que la película transcurra en un espacio que está entre lo cinematográfico y lo cotidiano, lo que genera una sensación de calidez y familiaridad. También está el mundo del stand-up y la comedia, y gran parte de la película transcurre en un hospital: las visitas al médico son recurrentes en el cine de Apatow, como si encontrara un gran igualador poniendo en bata y en culo a sus estrellas. El everyman americano también va al baño y tiene hemorroides como Paul Rudd en Bienvenido a los 40. Y seguro todos tuvimos el problema de cómo cagar al lado de un novio/a nuevo (o bueno, no al lado al lado, pero con una puerta de por medio que no puede disimular los ruidos) como en nuestra comedia en cuestión.

1497988812 The Big Sick Credit Nicole Rivelli

El anclaje de Apatow en el sistema televisivo moderno (su influencia como productor ejecutivo en GIRLS, su serie de Netflix), en constante mutación, terminó de sellar este nuevo Apatow modelo 2010s, que es acaso una versión más destilada del Apatow que ya conocíamos, solo que ahora sin Paul Rudd ni Seth Rogen ni tantos chistes escatológicos ni epifanías producto de choques en bicicleta con cabriolas imposibles. Un detalle importante que noté al comienzo, en los créditos iniciales: el otro logo que aparece aparte del de Apatow Productions es el de Amazon Studios, acaso otra pista de que The Big Sick es una película (como señalaba Federico Karstulovich en su nota) hecha entre intersticios, esta vez no sólo temáticos sino de las propias condiciones de producción. Bien podríamos estar considerando a la película como un original de Netflix si las cosas hubieran salido de otra forma.

Pero concentrémonos en los méritos de la película, que son varios. También en la nota anterior que publicamos aquí en la revista, se señalaba ese luminoso plano final que ponía de nuevo al espectador en el imaginario ideal de la rom com clásica y canónica. La presencia de Zoe Kazan (que se hace fuerte también en la ausencia prolongada que ocupa un gran trecho de la película) es fundamental para que esta película no sea finalmente un producto de nicho sino una película apta para el gran público. Mientras la película parece seguir los beats tradicionales de una rom com convencional, Kumail Nanjiani y Zoe Kazan se revelan como una pareja de extraordinaria química, con intercambios que combinan la dulzura medio torpe de Nanjiani con el encanto enorme de Kazan, que ya había demostrado que está lista para convertirse en una emblema de una nueva generación de comedias románticas en esa película tan amable que es What if?, con Daniel Radcliffe. Muchas veces el aspecto digitaloso y por momentos, directamente feo, de la película nos aleja del cine y nos vuelve al escenario Girlfriend in a Coma, pero el casting de Zoe Kazan es el gran acierto de la puesta en escena. No sólo por su rostro prefabricado para generar empatía si no por su caracterización y la de sus padres, que resultan mucho más humanos que Nanjiani y su familia. Me interesa más la pregunta que se plantea en torno a ella (‘¿como reaccionar ante un mundo y un ex-novio que cambió mientras dormías?’), que ver, yet again, la evolución de un tipo de veintitantos que reniega porque su familia no lo deja ser comediante y se frustra en el amor. Lo vimos muchas veces ya (y con protagonistas más carismáticos y graciosos que Nanjiani, además).

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Pero más allá de su estructura ingeniosa, de su profunda humanidad, y de sus cambios de tono, y de esa relación como de pareja que también se va formando entre los padres de Emily y Kumail cuando ella cae en coma, The Big Sick también es grande cuando sigue los pasos de la comedia romántica convencional, esos giros que esperamos para salir un poco de ese espacio que se siente más cercano a la realidad, con padres en hospitales que parecen ser los nuestros. Está ese meet cute (que Nanjiani mismo también repite como un loop cuando se separa de Emily antes del coma), que vuelve de forma circular al final de la película. Leyendo un poco la historia real de Nanjiani, me entero de que en la realidad ellos nunca se separaron y siguieron juntos mientras Emily padecía su enfermedad. Esa separación inventada demuestra entonces que por más que la realidad pueda proveer una gran historia, siempre es necesario el cine para dar una vuelta de tuerca. En este caso el cine en su forma más pura es la magnífica Kazan, que ya sea sonriendo incómoda o aguantando las ganas de cagar, funciona como un puente entre la realidad contemporánea del modern dating y el ideal platónico de la comedia romántica.

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