¿Quién mató a los Puppets?

Por Sergio Monsalve

¿Quién mató a los Puppets? (The Happytime Murders)
Estados Unidos, 2018, 91′.
Dirigida por Brian Henson.
Con Melissa McCarthy, Elizabeth Banks, Maya Rudolph, Joel McHale, Cynthy Wu, Leslie David Baker, Jimmy O. Yang, Colleen Smith, Pamela Mitchell, Mitch Silpa, Brian Palermo, Drew Massey y Dorien Davies.

Master of Puppets

Por Sergio Monsalve

Los teleñecos, como le dicen en España, se resisten a morir. Si van a perecer por las incidencias del milenio, quieren extinguirse en su ley, burlándose de los patrones del negocio animado.
“Happytime Murders” simboliza, desde el título, la apuesta de las marionetas operadas por Brian Henson, el hijo de Jim, padre de Plaza Sésamo, Elmo, Kermit(la rana René), Miss Piggy, entre otros personajes inolvidables y entrañables de la cultura noble de los titiriteros. Un oficio artesanal trabajado por algunos de los últimos mohicanos de la industria y sus quiméricos discípulos.
Tembló en Caracas a media hora de proyectarse la premieré de la cinta. Caracas no se quebró de milagro. Faltaron segundos y mayores grados de intensidad. La naturaleza indómita nos perdonó la vida, por ahora. A lo mejor hemos sido demasiado golpeados en los últimos días, por irresponsables medidas económicas, como para aguantar un terremoto.

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Los espectadores aguantaron fuera de la sala, hasta cuando los organizadores permitieron el ingreso a la función, no sin antes agradecer la elevada concurrencia y el ánimo de celebración del público, a pesar de las condiciones telúricas. Nadie deja pasar una entrada gratis al cine y menos en la actual situación del país. “Happytime Murders” cumplió con brindar consuelo al sentimiento de luto generalizado en la ciudad capital. La felicidad temporal del filme engloba la ironía del asesinato en serie de múltiples referentes del mainstream(las series en modo “True Detective”, por ejemplo).
El largometraje busca conectar con la audiencia nihilista y posmoderna de “Deadpool”, en el sentido de atacar un flanco desasistido del mercado de consumo: el de la hiperviolencia y el humor negro para adultos contemporáneos. La cinta explota el target de la clasificación “R” o de los jóvenes de 16 años en adelante. La contracultura como negocio encuentra un nicho y un vehículo de experimentación en trabajos tarantinescos del tenor de “Quién Mató a los Muppets”, como la llaman en Venezuela.

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La trama resume una incorrección política en las antípodas de la hegemonía infantil de las fábulas moralistas del canon Disney. Narra la historia paródica del clásico detective aquejado y afligido por la culpa, tras fracasar en una misión policial. El protagonista felpudo relata el guion en primera persona y con la voz de una réplica sarcástica del Robert De Niro de “Casino”. El voicer over del protagonista revisita la tradición del film noir, desmontando sus clichés, argumentos y estereotipos, mediante el lenguaje de la sátira autoconsciente.
El metalinguismo godardiano del libreto reescribe la conspiración femenina de “Instinto Básico”, según la perspectiva de una mujer fatal, vengativa y víctima de un trauma. El realizador se ríe del arquetipo de la vamp, exagerando cada uno de sus tics en la figura de una muñeca de fieltro.
Al principio, la cinta amaga con exponer un comentario social sobre la estratificación del tejido de los Ángeles, estableciendo una metáfora de la discriminación racial a través de la segregación sufrida por los muppets, ciudadanos de segunda clase en comparación con sus pares humanos.

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Donde la fallida “Bright” hacía un rollo progresista y quejoso de su cuento fantástico, la gozosa “buddy movie” de ““Happytime Murders” plantea un chiste serio de la pretensión de Hollywood de erigirse en juez y árbitro de la absurda debacle de la globalización, cuando el propio sistema de estrellas no puede sostener su mito de pertenecer a un Olimpo de semidioses castos e impolutos. Vean la erosión progresiva de la campaña del MeToo, empañada por las denuncias contra Asia Argento, quien en mala hora decidió disfrazarse de monja, negando su pasado de rock star.
“Happytime Murders” encuadra en el extraño mundo postweinstein, como un contrabando independiente cuyo fin es reivindicar el mal gusto del cine por llevarle la contraria a los guardianes de la censura y el código Hays. Peter Jackson dejó de hacer películas así después de “Criaturas Celestiales”. Solo espero seguir disfrutando de la libertad creativa de Brian Henson por los próximos años. Por lo demás, siempre debemos volver a Mellisa McCarthy y su timming para la nueva comedia americana.

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