Tesla

Por Mariano Bizzio

Tesla 
EE.UU., 2020, 102′
Dirigida por Michael Almereyda
Con Ethan Hawke, Kyle MacLachlan, Eve Hewson, Jim Gaffigan, Hannah Gross, Josh Hamilton, Ebon Moss-Bachrach, Lucy Walters, James Urbaniak, Rebecca Dayan, David Kallaway, Vincent De Paul, Blake DeLong, Tom Farrell, Emma O’Connor, Ava Loren Tropeano, Gary Ayash, Christian Hicks, Rick Zahn, Megan Elizabeth Gaber, Robert John Gallagher, Joshuah Melnick, George Aloi, Charles Baran, Jameal Ali, Luna Jokic, Mike Dobbins

Un héroe de nuestro tiempo(p)

Por Mariano Bizzio

Me pasa algo con el cine de Michael Almereyda. Pero estimo que no se debe tratar de un sentimiento aislado sino que debe ser compartido por varios que llevan la cuenta de su cine a lo largo de tres décadas: es un tipo con ideas, constructor de un cine apasionado casi siempre, pero al mismo tiempo se trata de un director que se queda siempre en un “como si”. Almereyda no deja de tener algo de aquellos directores independientes expectantes por pegar el salto definitivo. Pero por uno u otro motivo no lo logró (no sé si quizo, si pudo, si lo intentó). Lo que si puedo afirmar es que el lugar en el que siempre circuló como director (el circuito de las películas de bajo presupuesto, films con pocos actores-en muchos casos los mismos de siempre película a película-, pocos decorados, con pocos diálogos, con soportes analógicos o digitales siempre económicos) parece haber sido siempre un espacio lo suficientemente cómodo como para andar deslizándose a otros territorios inexplorados.

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Algo de esa intención -siempre signada por el fracaso de no dar el salto, por el motivo que fuera- reaparece en Tesla (un proyecto postergado, con muchos años en su haber y que por uno u otro motivo su director no había sabido llevar adelante) algo de esa capacidad de reconocimiento del mismo Almereyda. Aclaremos, desde ya: Tesla era un genio absoluto, incomprendido; Almereyda, en cambio, apenas si se trata de un director medianamente interesante que bien podría extraviarse entre los varios compañeros de generación. No obstante, hay algo de la estrategia que el director opta para pensar en la figura del genio que nos perdimos (y que hubiera permitido la accesibilidad a la electricidad por otros medios que los convencionales, incluso en los sectores mas postergados) que resuena a timidez, a discreta celebración del fracaso ajeno como forma de vindicar al propio.

Todo el recorrido que propone Tesla es una gran operación pop que precisa de entradas y salidas en el proceso de reconstrucción vital. Pero afortunadamente ninguna de las estrategias convencionales de los biopics que acostumbramos a ver en formatos mainstream se impone aquí. Aunque tampoco, huelga decir, se impone ninguna de los modos minimalistas en los que suele caer el indie mas adocenado. No: lo de Almereyda es un coqueteo con intensidades de distinta índole, como si en el fondo lo que mas le interesara de todo el asunto fuera la capacidad de sorprendernos. Por eso ese eclecticismo es, curiosamente, el eclecticismo de la propia figura a la que indaga, un Nicola Tesla capaz de romper con ciertas expectativas, pero al mismo tiempo responsable de cumplimentar otras.

Tesla Ethan Hawke Ifc Films

Siempre me gusto pensar en algunas figuras del indie americano como artistas capaces de jugar en toda la cancha (el primero que se me viene a la cabeza es el caso de Alexander Payne, quien seguramente luego de las acusaciones de violación de parte de Rose McGowan en el pasado, difícilmente vuelva a filmar…y sobre cuya obra caerá un manto de sospecha que lo volverá en un director maldito). Y creo que lo de Almereyda en Tesla tiene algo de esto: jugar con los recursos, pero siempre volver a ese fracaso constitutivo, como si el origen de una identidad estuviera signado siempre por la condición de víctima, de expulsado del parnaso.

Creo que nada de esto se aplica plenamente a Almereyda, pero cuando reconozco que Tesla narra una vieja obsesión del director a lo largo de toda su vida detrás de cámara no puedo dejar de pensar que, a veces, detrás de todo principio no hubo otra cosa que una finalidad. Quizás se trataba de una película que lo esperó toda su vida para verlo fracasar con estilo, en la ciénaga de un cine que siempre fue muy parecido a si mismo y casi nada a otra cosa que conozcamos. El mejor fracaso es el que se elige.

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