The Marvelous Mrs. Maisel – Cuarta temporada

Por Mariano Bizzio

The Marvelous Mrs. Maisel S04
EE.UU., 2022, 8 episodios de 55′
Creada por Amy Sherman-Palladino
Con Rachel Brosnahan, Alex Borstein, Tony Shalhoub, Marin Hinkle, Kevin Pollak, Gilbert Gottfried, Luke Kirby, Jane Lynch, Sterling K. Brown, Michael Zegen, Bailey De Young, Holly Curran, Victoria Nowak, Doris McCarthy, Brian Tarantina, Caitlin Mehner, Joel Johnstone, Victor Verhaeghe, Betsy Hogg, Kyla Walker, Mike Massimino, Matilda Szydagis, Haleigh Ciel, Matt Bailey, Aime Donna Kelly, Rory Duffy, Gina Costigan, Tom Stratford, Nunzio Pascale, Matteo Pascale, David Bluvband, Wakeema Hollis, Caroline Aaron, Zachary Levi, Cynthia Darlow, Leroy McClain, Stephanie Hsu, Cary Elwes, Max Casella, David Paymer, Rufus Sewell, Jason Alexander, Kelly Bishop, Milo Ventimiglia, Gideon Glick, Justine Lupe, Markita Prescott, Will Brill, Reggie Talley, Allison Guinn

Los laureles y la siesta

Cuando leo con atención todas las ideas (que pueden leer por aquí) que plantearon mis colegas Luciano Salgado & Gabriel Santiago Suede sobre las primeras tres temporadas de The Marvelous Mrs. Maisel no puedo sino sentirme inhibido ante el despliegue de ideas con el que comparto casi cada palabra escrita. En este punto siento que repetir alguna de esas consideraciones sería copiarme argumentos para la defensa de la serie. Por eso en este caso opté por otro camino, que es el de proponer una mirada crítica a esta cuarta temporada (anteúltima según indican datos de producción, ya que la quinta sería la temporada definitiva), que a diferencia de las anteriores parece haber perdido algo del timming cómico (no me refiero a los gags ni a la inventiva visual, que siempre está presente y funciona de maravillas), algo de la capacidad de construir la evolución de los personajes (antes esa progresión funcionaba con elegancia, aquí mediante ramalazos aislados), pero fundamentalmente algo de la empatía que nos ligaba a todos y cada uno de los personajes, como si en alguna manera, la apertura del juego, la coralidad de los personajes que antes funcionaba como una coreografía perfectamente coordinada, hoy comenzara a desintegrarse en pos de otra idea, acaso más cercana a un referente que revoloteaba pero no se imponía como influencia de esta serie, me refiero a Mad Men.

La cuarta temporada de esta serie fuera de su época -su humor judío de tradición ácida e hiriente está inevitablemente ligado a Woody Allen y a otras figuras de al menos medio siglo atrás que a la comedia contemporánea- tiene, si le ponemos atención, una estructura elegante, casi espiralada. TMMMS04 realiza movimientos que van de la periferia al centro, pero a diferencia de las anteriores no son movimientos conectados, sino dispersivos, que van y vuelven y pasan por las mismas postas, como si precisaran de nuestra atención para entender que lo que verdaderamente está sucediendo no está a plena vista de nuestros ojos, sino que obliga a mirar varias veces: la clave del sistema narrativo de Amy Sherman Paladino, la creadora de la serie, está en los detalles que nos perdemos engolosinados por los diálogos a velocidad Match 5.

Ahora bien, que TMMMS04 sea un prodigio narrativo que nos situó la vara en un lugar muy alto no significa que vayamos a perdonarle casi cualquier cosa que se proponga. Porque, a decir verdad, la cuarta temporada avanza también gracias a la inercia de las tres temporadas previas: la reinvención de Midge en la primera, la relación con su ex marido, con padres y suegros y sus correspondientes reconfiguraciones como personajes en la segunda, la negativa a relaciones románticas que puedan alterar el el ascenso meteórico en la tercera. En esta cuarta temporada, con viento a favor, todos esos elementos pedían un despliegue todavía mayor. Pero a diferencia de eso lo que observamos es a Midge reconfigurándose, construyendo una coraza detrás del miedo, volviendo a cero, intentando reinventarse a golpe de orgullo y prejuicio con los demás y con sus preconceptos sobre cómo debe encarar su carrera. Ahora bien, qué sucede con el resto? Todos los demás personajes parecen entregados a un automatismo que no le hace justicia a las temporadas previas: la evolución de Joel, el ex de Midge, es mínima y apenas atizada por el embarazo de su nueva novia; la evolución de los padres de Midge es también básica -apenas un poco mayor en la madre, pobre y limitada al rol de un comic relief en el padre-, la evolución de los padres de Joel es inexistente -exceptuando un episodio con el riesgo de muerte del padre de Joel- y la evolución de Sussie, la representante, es casi un comentario lateral. Está mal que suceda eso? Es incorrecta esa decisión estratégica? No: en todo caso retorna casi todo a la primera temporada, como si en alguna medida la reescribiera con dolor.

Hacia el final de esta cuarta temporada, en particular el último y notable episodio, todo parece reacomodarse, los personajes parecen completar la evolución que se nos venía negando, y la mismísima Midge parece encontrar un camino, obviamente abierto, hacia la siguiente temporada, aparentemente alejada de los espectáculos de stand up, acaso con un nuevo objetivo casi vedado para las mujeres en aquel entonces (inicio de los 60s): la televisión. En ese cliffhanger inevitable de promesa de ascenso descansan nuestras expectativas para que la quinta y última temporada de The Marvelous Mrs. Maisel entregue todo aquello que esta temporada de transición no supo brindarnos, incluso aunque querramos pensarla como un emulo de la canónica Mad Men.

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