Suburbicon: Bienvenidos al paraíso
Suburbicon, por su parte, adolece de un anacronismo galopante. Pero no hablo de esos anacronismos copados, no. El que ostenta la película es la peor forma del anacronismo para el cine: el de la denuncia y la corrección política sobre temas ya vistos, denunciados, resueltos, pensados y zanjados mil veces. Pero la curiosidad extra es que la película de Clooney vendría a recordárnoslo para guiño-guiño hacernos acordar que “estas cosas siguen pasando”.