El Guante Dorado
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El guante dorado

El guante dorado se ambienta a inicios de los años 70s y narra la tragedia de Fritz Honka, un hombre de apariencia inofensiva, aunque de una fealdad notoria por sus deformaciones en el rostro. A Honka, también conocido por ser uno de los clientes habituales de un bar de Hamburgo -que lleva el nombre de la película- donde se concentraban alcohólicos sin familia, esquizofrénicos inofensivos y prostitutas ancianas, bebía unas cuantas copas y buscaba compañía sexual que satisfaga sus instintos más primitivos. La historia de Honka no pasaría de ser la de un marginal si no fuese porque la policía germana halló en su apartamento cadáveres cercenados de varias personas.

Un Día Lluvioso En Nueva York
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Un día lluvioso en Nueva York

En Un día lluvioso en Nueva York los personajes realizan un tránsito que evidencia el autoreconocimiento, si. Pero también la pertenencia. Todo el recorrido (determinado por la melancolía del naranja de Storaro que no es otra cosa que el naranja del crepúsculo, de algo que empieza a decaer e irse) que los personajes hacen gira en torno a las variaciones del reconocimiento. Por eso la película comienza como una comedia veloz y superficial para derivar a una comedia amarga con el centro puesto en la imposibilidad de ser feliz si no se produce un encuentro entre personas que no se sientan parte de un mundo en el que puedan compartir cosas. Lo interesante es que Allen demuestra que eso no es ni tan fácil ni tan simple.

Watchmen (Parte I)

Watchmen (parte I)

Watchmen, en su nueva versión, traiciona un legado desde la prepotencia reivindicativa de quienes niegan el pretérito, queriendo limpiarlo, higienizarlo y, supuestamente, superarlo. De la ejecución, solo vamos recordando la música de Trent Reznor y el estándar clásico de la cadena de televisión, sin una personalidad avasallante detrás de cámaras. Posiblemente la ejecución cumple con asimilar el canon solemne y artie que instauró Zack Snyder.
Pero después de un intro tan problemático, el show de Damon Lindelof ha logrado enmendar su plana, corregir su propio rumbo, en apariencia, despejando una narrativa más inquietante y retadora para el espectador.

J. Edgar
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J. Edgar

Tal vez, no tan paradójicamente, el film corra más rápido que la crítica periodística, que cree correr más rápido que el cine, que se ilusiona con esa posibilidad de eficaz despachante de una aduana global acumulando capas y capas de información en la web que ya están perdidas, que reseña. Esto ya no significa nada, lo que hasta hace no mucho tiempo atrás era novedoso y, probablemente, necesario, ha pasado a ser un trámite pautado, formateado, sin sorpresa e imaginación, sin otra cosa para decir que la fotografía es deslumbrante, las actuaciones son verosímiles, la música es maravillosa, los efectos especiales son increíbles y, por supuesto, la historia es comprensible.

Fin del Contenido

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