#Postbafici2022 – El Futuro
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#PostBafici2022 – El futuro

A lo largo de una serie de notas en la revista nos hemos ido preguntando cómo pensó el cine argentino, casi en los últimos cuarenta años, los modos para representarse a si mismo desde la perspectiva del cine político. En esa dirección de inquietudes nos preguntábamos por el futuro, nos preguntábamos si la crisis derivada del encierro demencial de la cuarentena eterna, si la crisis derivada de los manejos imposibles de la economía argentina yéndose a pique, si la crisis derivada de la incapacidad política de un gobierno enredado en internas y en intereses turbios tales como la administración de la justicia según intereses propios tendría, en algún momento, alguna película capaz de reflejar eso que, buena parte del ecosistema audiovisual argentino había dejado de representar.

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Asesino sin memoria

En la última década, con un promedio estable de dos a cinco participaciones (desde cameos hasta protagónicos absolutos) por año, es decir, un promedio de tres y medio, por lo tanto, una filmografía que en los últimos dos lustros sumó más cantidad de títulos que en casi toda la carrera previa, Liam Neeson se convirtió en el adversario más potente que haya encontrado Nicolas Cage. Ambos, no obstante, jamás podrán llegarle a los tobillos a Rugter Hauer, un adelantado en el arte de hacer una carrera patinando sobre el fino hielo del trash y la sofisticación sin escalas intermedias. Y así las cosas ahí está Liam, que sigue haciendo películas con variantes sobre un mismo personaje, casi sin inmutarse.

El Fotógrafo Y El Cartero: El Crimen De Cabezas
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El fotógrafo y el cartero: El crimen de Cabezas

Sabemos, hace rato, que Netflix se ha convertido en la plataforma mundial dueña del género true crime. Y que si algo ha sabido hacer bien (o mas o menos bien, ya que no todo lo que brilla es oro) fue explotar ese género por todos sus poros, posibilidades y costados posibles casi hasta desintegrarlo y convertirlo en su propia parodia -en buena medida gracias a la repetición de sus procedimientos narrativos, a sus decisiones formales y su aproximación a los temas retratados-. En este punto es donde nos preguntamos si conviene confiarle a la N mayúscula o dejarla ir por completo cuando de crímenes verdaderos se trata.

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