38MarDelPlataFF – Diario de festival: Desde el principio hasta el final, Una habitación llena de polvo, Especies de compañía

Por Raúl Ortiz Mory

Desde el principio hasta el final

En un ejercicio de intercambio epistolar que desentraña y reconstruye la relación amorosa de sus padres cuando ella era una niña, la directora Loana Pagani toca fibras sensibles de lo difícil que puede llegar a ser el equilibrio del amor a la distancia. Son los años 80s y Pedro navega por el mundo como marino mercante. En tierra le espera Lola, su esposa, quien con dos hijos reclama constantemente su presencia. Ambos trabajan duro: él desde la lejanía de los mares y ella desde la complejidad que significa lidiar con las labores domésticas. Para darle forma a su documental Pagani pide a sus padres que lean, por separado, cartas que se enviaban desde que iniciaron su relación hasta cuando Pedro se estableció en Buenos Aires. La correspondencia atraviesa momentos de amor febril, tristeza desconsolada y amargas decepciones. Ninguno de los dos se reconoce en sus escritos pasados, pero añoran una época en que tenían objetivos cargados de ilusión, algo por lo que debían luchar. Con una revestimiento visual lúdico donde combina elementos de animación y una serie de planos subjetivos, Pagani hace que la historia de sus padres se convierta en una narración universal tocada por las luces y las sombras que siempre impone el amor en sus diversas fases. Desde el principio hasta el final no tiene un final feliz. Si bien Pagani intenta imponer neutralidad para no ser una víctima directa del desencuentro de sus padres es inevitable pensar en las consecuencias que deja el resquebrajamiento de una familia. La escena final es tan emotiva como triste dejándonos una moraleja de cómo podríamos identificarnos en quienes ya no somos. 

Una habitación llena de polvo

Agustín es dibujante y está atravesando una suerte de crisis existencial. Su duda se instala desde una perspectiva que le impide diferenciar si su cavilación se debe a la falta de talento o el desgano para seguir creando historias gráficas. O quizá sean las dos cosas juntas. Lo que sí queda claro es que el protagonista añora un futuro que deje de lado la fatalidad. Nicolás Zukerfeld, director de Una habitación llena de polvo, propone dos momentos diferenciados en la encrucijada de su personaje: la primera, netamente realista donde las cuestiones cotidianas -¿cómo sobrevivir en un país a punto de destruirse?- generan zozobra e impiden proyectar algo en el corto plazo; y la segunda, desde una exploración onírica relacionada a un pesar amoroso cuando el hombre ingresa al piso que compartía con su ex pareja. Agustín no es ajeno a los embates de la coyuntura social y eso lo mantiene desanimado, pero la verdadera desolación tiene su origen en la añoranza del amor. Zukerfeld es sutil al momento de navegar por el sueño de su protagonista y lo que puede parecer una búsqueda de respuestas termina siendo el descubrimiento del estado más empático que podría cobijarlo. Con un pie en el relato social y otro en las orillas de preferencias fellinianas, este cortometraje nos deja pensando en las posibilidades de mutar hacia lo desconocido asumiendo los riesgos.     

Especies de compañía

Un hombre lleva a su perro a una veterinaria y tras varios exámenes le comunican un diagnóstico determinante: su compañero tiene cáncer. El hombre queda devastado. En su casa, contempla al can con la nostalgia de quien ya se fue, pero permanece en la memoria y, sobre todo, en el corazón. Este episodio solo es uno de los varios que Juan Renau muestra en su documental. Un trabajo de corte sentimental que pone énfasis en las actividades comunes que tienen como protagonistas a perros, gatos, loros, conejos, etc. No todos los casos están surcados por vivencias tristes. Otros celebran la reciprocidad que nace del cariño entre hombres, mujeres y mascotas. El trabajo de Renau no solo es un tratado respecto a la conexión que existe entre los humanos y los animales domésticos. Aborda con gran eficacia el vínculo entre especies que se necesitan para lograr un espacio de tolerancia y sensibilidad cada vez más necesario en cualquier sociedad moderna. Sin embargo, la cuota de mayor interés está en la labor del personal que labora en los centros de salud para animales. El director destaca la dedicación y la entrega del cuerpo médico que empatiza con dueños y mascotas. Los veterinarios pueden ser heraldos de la muerte o galenos salvavidas que vislumbran las consecuencias del sufrimiento en sus expresiones más complejas. Renau no concesiona ni claudica ante el cliché de la relación entre dos especies, sino que otorga profundidad a las uniones que podrían servir para alcanzar el estatus de mejor persona en medio de un mundo podrido.

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