#38MarDelPlataFF – Diario de festival: El camino, Partió de mi un barco llevándome, Luz de verano

Por Amilcar Boetto

El festival continuó, como casi siempre en esta edición, en el Paseo Aldrey, donde pude ver una  increíble restauración de El Camino, la más conocida de las películas dirigidas por Ana Mariscal.  Tras haber visto ese mismo día Cerrar los ojos de Erice, un comentario recurrente fue señalar el  extraordinario estado del cine español, que no solo produce año tras año películas que entran en  los tops de fin de año, sino que también restaura su pasado para que descubramos este tipo de  películas tan desconocidas como atractivas. El Camino es una especie de coming-of-age rural  que poco tiene que ver con varias de las películas contemporáneas de directoras como Carla  Simón más que representar ese mundo de niños en el campo. Y es que en esta película los niños  son dueños de su mundo, lo crean y lo intentan transgredir, para luego enfrentarse con las  consecuencias terribles que el mundo exterior puede tener preparado para ellos. A diferencia de  Alcarrás, los niños de Mariscal no viven en un mundo ya determinado, un mundo donde toda  posibilidad pareciera haberse agotado, El Camino que el título de la película indica es una  conexión entre el mundo imaginario de los niños, sobre esa gran fantasía rural, anexado con la  frialdad del mundo laboral que les espera. De esta forma, Mariscal reconoce la existencia y la  relevancia de esas dos realidades.  

Hay dos contradicciones que pueden verse en el personaje de Daniel: por un lado su deseo hacia  la mujer citadina, que tiene cutis porque usa productos para la piel, y por otro su rechazo a la vida  laboral. La ciudad, al igual que en Sunrise pareciera contener la infelicidad y el erotismo en el  mismo lugar. Sin embargo, el joven Daniel no quiere perder lo que es, por eso entiende, al final de  la película, que ese deseo hacia esa mujer lo cegó y le hizo mal a Uca, su joven novia. En esa frase final pronunciada por Daniel parece sostenerse el alma de la película, ahora que lo pienso, un alma bastante cercana a la obra monumental de Murnau: no dejes que nadie te saque las pecas, Uca. 

Sobre otro camino, en este caso no el de una partida, sino el de un retorno, es que se explaya  Partió de mí un barco llevándome, la película de Cecilia Kang. Empezando como un documental  para derivar en una docu-ficción, la película se compone de intertextualidades entre los  sufrimientos privados y los sufrimientos culturales. Kang filma a su protagonista Melanie  investigando sobre las comfort women al mismo tiempo que entrevista a su madre sobre la  violencia doméstica que sufrió, y va a visitar a su hermano en Corea. El desarraigo que implica la  pérdida de la patria, visto desde dos puntos vista simétricos: la madre que abandona Corea y el  hijo que abandona Argentina, ambas sintetizadas en Melanie, que se siente extranjera en ambos  países. Pero a su vez, esto se ve potenciado por la condición de ser una mujer que lidia con estos  problemas, y que a su vez debe recibir la doble herencia trágica: la de su madre y la de la  segunda guerra mundial. Pero lo interesante de la película no radica en poner en escena estos  problemas, sino en cómo lo hace. A partir de conversaciones que podrían parecer casuales, como una sobre los Marroc y otra sobre el protector solar, Kang representa, pareciera que sin  esfuerzo, todas estas tensiones en la simple escenificación de dos personajes hablando, con una  naturalidad envidiable, de sus problemas del día a día. Y es que para un extranjero, y más aún  para una mujer, estos problemas aparecen sin que uno se lo pregunte, y así lo logra mostrar la  película, como cuando Melanie llora espontáneamente cuando su madre le está contando de una  manera preocupantemente naturalizada las razones por las que no denunció a su padre. 

Jean Gremillòn siempre tuvo facilidad para narrar en una misma escena un melodrama, una screwball comedy y la ejecución precisa de un oficio. Casi siempre tendiendo a un sórdido melodrama, como en Remorques, en Luz de verano el realizador francés se vuelca a una inextricable comedia romántica con múltiples amantes y distintas capas de intereses cruzados. Al terminar la pequeña función realizada en el centro cultural Chauvin, hubo un comentario general en la sala plagada de personas mayores de edad: que película rara, che. Y eso en gran parte tiene que ver con este giro genérico que realizó Gremillòn. Porque si bien su película nunca deja de ser una comedia, tampoco deja de lado la maldad y el profundo egoísmo de la mayoría de sus personajes. La película, entonces, hace convivir sin problema esa fantástica escena donde el artista torturado le echa la culpa a su mujer de todos sus fracasos, amenazando con dejar todo, con esas escenas en el bar donde el joven amante se ríe a costa de un señor que odia a la torre Eiffel. La rareza está en que Gremillòn sofistica su lenguaje al punto tal en que el drama, por exagerado, deviene en comedia, y la comedia, por seca, deviene en drama. Y ante este distanciamiento, esta sensación de que estamos viendo una película de Max Ophuls pero tras consumir esteroides, donde encuentra humanidad Gremillòn es en el trabajo, en la consecución de un oficio. Podríamos decir que es una película de una época donde todavía el cine estaba interesado en la lucha de clases.

Como verán, a pesar de su evidente desfinanciamiento (sobre el cual nadie habla, hecho curioso o no tanto), esta edición del festival de Mar del Plata  contó con un catálogo realmente respetable, incluso más que en ediciones anteriores (recuerdo,  personalmente, haberme ido de Mar del Plata el año pasado con la sensación de no haber visto  nada muy bueno). Es admirable, en este sentido, la racha positiva que está teniendo el cine  argentino, que compone una gran parte del festival y que estrenó varias películas admirables a lo  largo de este año.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter