Atlas

Por Gabriel Santiago Suede

Argentina, 2021, 89′
Dirigida por Guadalupe Gaona e Ignacio Masllorens
Con intervenciones de Carmen Maria Sofía Jakob, Luz Krummer, Sebastián Scarfo, Verónica Arrieta, Valentín Vidal, Mariano Outes

Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (*)

El siglo XIX tiene ese no sé qué, esa voluntad por la clasificación, por la observación meticulosa, por el ordenamiento de las palabras y las cosas que el siglo XX, en buena medida, vino a continuar y a discontinuar al mismo tiempo. En esa dirección, en esas continuidades y discontinuidades entre dos siglos vistas desde la perspectiva del siglo XXI (si algo así fuera posible aunque sea sólo por el hecho de enunciar desde el tiempo presente) es en donde se sostiene el trabajo de Atlas, que se propone un recorrido oscilante entre el pasado (las investigaciones de un neurólogo alemán en Argentina) y el presente (las derivaciones en el presente dejadas por los restos de su paso/obra: familia, libros, su obra conservada en el Hospital Moyano).

En su recorrido borgeano (un borgeanismo sui generis, pero borgeanismo al fin) la película adquiere distintos tonos, que van de lo meramente observacional (con una necesidad casi obsesiva por registrar todos y cada uno de los archivos de un mundo muerto) a lo didáctico. Desde esa perspectiva, la película gana en su condición de curiosidad, pero también pierde algo de ritmo, como si en el inventario nunca terminara de encontrar la forma de un estilo propio.En su inmersión en las ruinas, interés benjaminiano por excelencia, Atlas postula una mirada que excede el inventario, como si en alguna medida nos dijera que ese mundo fenecido al que cristaliza en imágenes de muerte alguna vez supo ser joven como nosotros.

Pero no todo es solemnidad. En el interior de Atlas también convive la comedia involuntaria, que es la que se hace presente con el testimonio de la nieta y bisnieta del mencionado neurólogo, Christofredo Jakob. Finalmente, otra de las caras de este documental la aporta el recorrido por las áreas de su obsesión…pero en el presente (testimoniando desde un paseo guiado por el zoológico a una reunión de supervisión de casos psiquiátricos en tiempo actual). De a poco lo que parecía un documental institucional deriva en un objeto híbrido, anómalo, como si sus directores nos hablaran en clave y nos dijeran “miren más allá de las imágenes”. En ese momento, Atlas también funciona con la rugosidad de un documento terrorífico (en especial el segmento de las fotos de las internas). Cuando menos nos dimos cuenta testimoniamos una película que muta frente a nuestros ojos.

Ahora bien, qué pretende Atlas con todo ese recorrido? Busca agotar las posibilidades de sus materiales, los circunda con una mirada extrañada, los evalúa como entomólogo? En todo caso, en su recorrido, Atlas cumple con una idea que de a poco se va comiendo su propia cola: construir un sistema desordenado y no clasificable sobre una obsesión clasificatoria. Asimismo, el horror, la comedia, la curiosidad que emerge de los intersticios es aquello que atenta contra el orden y le insufla a este documental un aliento vital entre tanta muerte y necrofilia. Es justamente, en esa pequeña batalla, en donde emerge lo cinematográfico: encontrar el misterio del mundo ahí donde el mundo y el misterio parecían estar perdidos para siempre. En ese recorrido obsesivo (que es el de los directores) es en donde Atlas también se convierte en una metapelícula sobre una búsqueda, sobre una obsesión y sobre la posibilidad de realizar una película sobre eso.

(*) Una versión más reducida de esta crítica fue publicada en el diario de festival del Festival internacional de cine de Mar del Plata, en Noviembre de 2021.

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