Damsel

Por Ludmila Ferreri

Estados Unidos, 2024, 108′
Dirigida por Juan Carlos Fresnadillo
Con Millie Bobby Brown, Ray Winstone, Angela Bassett, Robin Wright, Nick Robinson, Shohreh Aghdashloo, Brooke Carter y Milo Twomey.

Exemplum

En el universo de las cuentos que trabajan los Hermanos Grimm -apenas por mencionar el caso más evidente que hace las delicias de un Bruno Bettelheim-, la persistencia de las figuraciones se convierte en una vía inevitable de ingreso a la estructura del cuento de hadas. Digo inevitable porque la suspensión de la incredulidad puede con una parte del asunto, a pura fuerza de voluntad, pero hay otra parte que se erige con el envión de la lectura: tiene que haber algo más allá. Siempre la demanda del más allá, que es la eterna demanda de los hermeneutas y los simbolistas.

Damsel (titulo que traducido estaría jugando con la noción de “damisela en apuros”, categoría proveniente de la antigüedad clásica, pero que ha sobrevivido en las distintas etapas de la historia y de sus representaciones, y que refiere a la idea de personajes femeninos que se encuentran frente a acontecimientos peligrosos, por lo que dependen íntegramente de la ayuda de una figura heroica, habitualmente caracterizada de modo masculino), se encuentra, con varios siglos encima y con una inercia interpretativa espantosamente fuerte, de frente al problema de escapar de la inevitable tendencia a alegorizarlo todo. Ahora bien… ¿Esa tendencia le pertenece a la historia de las representaciones o esa misma historia supo desarrollar sus anticuerpos como para que los simbolismos y las alegorías pudieran ser repelidas por el valor intrínseco de cada narrativa, de cada caso?

Si la historia de las representaciones supo encontrar en los recursos dramáticos los modos de repeler la mensajería de turno, es decir, que el cuentito autónomo triunfe por sobre la interpretación, bueno, Damsel parece empecinada en hacer un salto varios siglos hacia atrás, en particular hacia las formas medievales de la alegoría, caracterizadas por el concepto del exemplum, cuyo valor narrativo en realidad siempre estaba supeditado por lo que la historia necesitaba ejemplificar moralmente. Ese medievalismo (en el peor de los sentidos, ya que hay una larga lista de formas y mecanismos narrativos medievales ricos y sofisticados, el exemplum incluso lo es, pero no usado de esta manera) convierte a Damsel en un extraño artefacto didáctico. Pero como todo exemplum, el didactismo de su narrativa se corresponde con la agenda moral de su época. Y la agenda de esta película de Netflix no es precisamente medieval, sino denodadamente progre.

Contrario a liberar a su protagonista y a nosotros como espectadores, la agenda convierte a todo el recorrido en un vergonzoso vía crucis de alegorías sobre las mujeres, sobre el matrimonio, sobre la violencia, sobre la soledad y la sororidad, sobre el empoderamiento, sobre las peleas entre mujeres, sobre el patriarcado. El problema es que todo eso, que bien pudo haber existido como correlato natural de un mundo de personajes en el que pudiéramos confiar y con quienes pudiéramos empatizar, se vuelve parte de la superficie de lo obvio. Y en su inversión, la película esconde lo narrativo y vuelve literal sus alegorías de forma risible.

Cuando termina Damsel sentimos que acabamos de terminar un curso de reeducación, nos sentimos menospreciados por la puerilidad de los modos y las formas de decirnos de manera machacona y redundante lo que a los diez minutos ya habíamos logrado comprender. Y de esa manera, gracias a la pertenencia al club de las buenas intenciones, volver a atentar contra el cine o contra cualquier arte que comprenda que el lenguaje no está ahí para ser mancillado a cambio del mensaje. Finalizamos y reímos, porque nos trataron como niños. Pero como bien sabemos, los cuentos de hadas son efectivos, no por lo que dicen ni por lo que dejan de decir, sino porque su capacidad de conmocionarnos, más allá de las épocas y los tiempos, logra esquivar los regímenes de la moral: el mundo no es tan simple ni tan lineal. Por eso es terrible. Porque lo inquietante se esconde en los intersticios y no se revela. En su voluntad de convencernos de un discursillo útil, Damsel se confiesa perteneciente al territorio escolar.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter