El exorcista del Papa

Por Mariano Bizzio

The Pope’s Exorcist
EE.UU., Reino Unido, España, 2023
Dirigida por Julius Avery
Con Russell Crowe, Daniel Zovatto, Alex Essoe, Franco Nero, Peter DeSouza-Feighoney, Laurel Marsden, Cornell John, Ryan O´Grady, Paloma Bloyd, Alessandro Gruttadauria, River Hawkins, Jordi Collet, Carrie Munro, Edward Harper-Jones, Matthew Sim, Victor Solé

El caballo y el rio, a la mitad

Había una expectativa creada por los antecedentes: Julius Avery, el director de El exorcista del Papa no le teme al ridículo, por el contrario lo abraza. Lo que no podemos asegurar es que el plan, el procedimiento, sea siempre exitoso. Pero sí podemos decir que su cine está sujeto a saltos al vacío. Y en parte por eso también lo respetamos. ¿A qué viene todo esto? A que es particularmente injusto entrar en el territorio de las comparaciones en donde, a primera vista, sin dudarlo, El exorcista del Papa saldría perdiendo contra el canon. Y esto se debe, básicamente, a que su programática la aleja del canon de la obra maestra absoluta que es exorcista de Friedkin y de un neoclásico como El conjuro. Aquí estamos ante otra cosa. Pero qué es? 

El exorcista del Papa  precisa de un contrato autoconsciente en el que debemos tener participación activa. Básicamente porque se sabe conocedora de todos y cada uno de los guiños del subgénero, al que no se propone satirizar ni renovar. Pero tampoco parodiar (aunque lo parezca). Como si en esa tradición de riesgos en la que el director se reconoce (recordemos que dirigió esa sorpresa llamada Operación Overlord pero también la floja Némesis), el director se hubiera arrepentido de la programática y comenzara a recular sobre sus pasos. 

El exorcista del Papa se apoya en la historia del padre Gabriele Amorth (quien fuera registrado documentalmente por el mismo Friedkin en la irregular The Devil and father Amorth), pero toma como punto de partida la clásica ambivalencia del subgénero: exorcistas que no creen realmente estar tratando con casos de posesión…hasta que la posesión llega. No obstante la película no parece tomarse esa premisa muy en serio, porque opta por una consistente presencia escénica de Russell Crowe, quien está de vuelta de todo y entrega a un personaje fuera del código, como si en el fondo todo lo de los exorcismos fuera una excusa para el show actoral del cura canchero en un marco de seriedad y solemnidad.El punto, entonces, es curioso: por querer cubrir todos los frentes El exorcista del Papa no es ni una película de exorcismos efectiva, ni una comedia en tono de terror, ni un drama familiar (como amenaza en distintos momentos), pero tampoco es un salto al vacío por parte de su director, sino más bien lo contrario. El abandono del tono trash, la expone, en alguna medida, como buena hija de su tiempo y del sistema de plataformas y algoritmos, que intentan condensar todo lo posible y disponible, como siempre, para nadie.

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