Talk to Me
Australia, 2022, 95´
Dirigida por Danny Philippou & Michael Philippou
Con Sophie Wilde, Alexandra Jensen, Joe Bird. Otis Dhanji, Miranda Otto, Zoe Terakes, Chris Alosio, Marcus Johnson, Alexandria Steffensen
Hable con ella
Háblame, ópera prima del dúo de youtubers Danny y Michael Philippou, empieza con un plano sin cortes que sigue a un personaje que tendrá un destino fatal en manos (je) de otro. Esta simple idea (la de las muertes encadenadas) sintetiza a esta propuesta distribuida por la productora A24. Pero no contenta con eso dialoga con Te sigue ( David Robert Mitchell, 2014) en especial porque conecta formalmente con aquel prólogo en el que la cámara daba un giro de 360 grados para contar la situación de un personaje. Pero no será el único momento en que dialoguen ambas películas. La relación que tienen los adolescentes con los adultos en ambas también son nulas: la protagonista, Mia, vive con un padre con el que no se comunica luego de la muerte de su madre. Su mejor amiga vive con su madre y no hay mención alguna a su padre. Resulta extraño entonces -y en esto sospecho que tuvo que ver la productora- que siguiendo esa línea se decida por darle peso a los adultos en el clímax cuando venían no teniendo espacio.
En todo caso lo más importante que comparten Háblame y Te sigue es la mirada sobre la adolescencia. No hay grandes evoluciones dramáticas sobre los personajes de Háblame, ya que más allá de Mia, el resto no presenta un conflicto importante. Los directores se dedican a seguirlos para registrar esos pequeños momentos en donde se vuelven humanos. Y como toda buena película de terror, en Háblame se entiende que primero tenemos que pasar un rato con los personajes antes de verlos sufrir.
Pero sigamos con las comparaciones odiosas: la diferencia principal entre ambas películas radica en que Mitchell trabaja un concepto simple y no lo expande. Esto se debe a que la adolescente de Te sigue es portadora de una maldición sobre la que la película no se explaya mucho. Algo similar ocurre con la mitología de Háblame, ciertamente. Pero el problema es que los directores parecen no saber en qué enfocarse, como si se dispersaran sus recursos: Mia juega con esa mano que la hace ver fantasmas y el hermano de su mejor amiga queda poseído por alguno de ellos. La película expone ambos caminos pero no se queda en uno solo. Y si bien ambos adolescentes no tienen acceso a descubrir cómo solucionar este problema, agregando ambigüedad, esto no quita que se trate de una experiencia frustrante.
Desde su estreno americano, mucho se ha hablado del terror que logra la película con los recursos más elementales, como si en efecto se tratara de un elogio. Pero mas allá de alguna que otra escena en donde el uso del espacio reducido y el recurso de la oscuridad juegan a favor (e incluso luego de una escena violenta filmada a todas luces), Háblame se pierde en las idas y venidas de la protagonista, quien a su vez pierde su tiempo con personajes que desaparecen de la película porque no son funcionales. Un gasto de energía innecesaria.
Pero sobre todo el principal inconveniente de Háblame proviene de algo que nos anticipa su título: es una película exageradamente verbalizada. Esto es extraño, en particular teniendo en cuenta que si hay un cine que no necesita del diálogo (o al menos no le es beneficioso) ese es el cine de terror. Aquí, los personajes expresan sus problemas, sus dilemas por medio de un constante palabrerío. A tal punto llega todo esto que, literalmente, un conflicto se resuelve por una carta que aparece de la nada y que es citada por uno de los personajes, como un gigantesco deus est machina. Cuando terminamos de ver Háblame lo que queda es una cosa rarísima, que funciona a medias, una ensalada con condimentos que se precian de su exotismo, pero que en la combinación deja un extraño sabor en la boca.
