Entrevista a Florencia Percia, directora de Cetáceos

Por Federico Karstulovich

Un mundo de sensaciones: Entrevista a Florencia Percia, directora de Cetáceos

Por Federico Karstulovich

Flor, a quien conozco hace años (fuimos compañeros de facultad) pero a quien recientemente solo me cruzaba muy cada tanto en algún Bafici, siempre fue enigmática. Y en alguna medida algo de ese aspecto se reconoce en sus películas, que tienen a personajes en lugares extraños, personajes descentrados, que en alguna medida buscan un lugar en el mundo (que no siempre encuentran). En este sentido, Cetáceos es menos una comedia que un mapa humano con situaciones extrañas, vinculadas por el azar (y en donde lo cómico emerge como angustia, como liberación). Y en ese mapa intentamos meternos con una guía de lujo, que es la propia directora y sus decisiones. Entren, lean y, fundamentalmente, vean la película.

PB: Hay un aspecto que me llamó siempre la atención en tu película, que es la tendencia de la protagonista a procrastinar todo: respuestas, decisiones, elecciones vitales, elecciones menores. Me parece que ahí hay una idea que se ve muy claro en la marcación actoral. Pero, en términos formales, cómo trabajaste esa indecisión de parte de ella?

Clara, la protagonista de la película es una mujer que se deja llevar por el azar. Una mujer que está inmersa en un silencio no dramático. El silencio de alguien que deambula. Era necesario construir este personaje desde el silencio, desde aquello que no puede ser dicho. Con Elisa Carricajo hicimos un trabajo super minucioso. Antes de empezar a filmar, nos juntamos muchas veces a conversar sobre el personaje, pensamos detalles, posturas corporales y leímos el guión juntas. Se tenía que transmitir el estado de la protagonista con un mínimo gesto, con una mirada. Pero era fundamental saber cómo era esa mirada con los otros personajes, Clara es a partir de los otros y era necesario trazar la maqueta de esos vínculos para poder entender la expresividad de la protagonista. Antes de empezar a filmar ensayamos con todos los actores de la película. Esto nos permitió marcar la gestualidad de Clara. En la película no hay casi planos cerrados, el “estado” de Clara se va intuyendo a partir del plano general, desde una coreografía a casi teatral en donde todos los personajes interactúan y es a partir de una postura corporal, de una mirada, de una pestañeo que se puede percibir lo que le pasa a ella.

PB: En ese sentido me parece interesante que la película tenga dos frentes muy claros para trabajar esa apertura al mundo: el uso del plano conjunto o de planos más amplios, que son precisamente los que se prestan mejor a la comedia a la vez que el uso del sonido (que en la película tiene un rol fundamental). Cómo pensaste esa relación entre el mundo interior y ese exterior? Digo: Clara en los interiores parece estática, encerrada, limitada. Y los exteriores, el azar, la irrupción de los otros (en su vida y en el plano) parecen liberarla.

Clara se acaba de mudar con su pareja Alejandro (Rafael Spregelburd) a una casa nueva, en medio de la mudanza él se va de viaje y ella se queda sola en un espacio no habitado, rodeada de cajas y objetos embalados. Ella comienza a sentirse encerrada, agobiada en esa casa, con su pareja, con su profesión. Como si se le hiciera evidente su vida endogámica. Con Alejandro, tienen una relación algo absorbente. Él habla todo el tiempo de sí mismo, sin percibirla. Un vínculo que se repite en una fórmula constante y funcional. Se trabajaron estas ideas desde la fotografía, el arte y el sonido. Queríamos construir esa sensación de Clara y ese “estado” que la termina casi “expulsando” de su casa, de su pareja y de su profesión. Como si tuviera la necesidad de irse, de alejarse por un tiempo de esos lugares prestablecidos para entregarse el azar de lo cotidiano. Encontrándose con otros escenarios y con otro tipos de vínculos.

PB: Hay, a su vez, una manera de hablar que tiene el exterior (errático, con intermitencias, malos entendidos, con dobles sentidos, con juegos) que tiene ese mundo externo frente al mundo interno en el que todo parecen certezas, una suerte de output-input mecánico que se traduce en diálogos cada vez más automáticos entre ambos, hasta llegar a la última conversación que tienen, que parece de personas enajenadas. Cómo fue ese doble discurso? Digo, el habla y los diálogos íntimos que se van enfriando y el modo de abrirse al mundo y hablar con los demás?

A lo largo de la película, nuestra silenciosa protagonista, va atravesando un silencioso cambio. En esas conversaciones por Skype, que tiene con su pareja, se hace cada vez más evidente la idiosincrasia de ese vínculo. Él propone algo y ella dice “puede ser” pero como una manera de decir: “vamos viendo, lo pensamos”. Pero él casi no escucha, no la registra, toma sus decisiones sin importar las respuestas de Clara. Entonces compra por internet un colchón, saca un pasaje a Italia. Ella al distanciarse, comienza a percibir esa manera de relacionarse y al final puede tomar una decisión y decir: “pará, no sé si es esto lo que quiero”.

PB: Hay en ese mundo azaroso que comienza a cruzársele a Clara todo un componente vital que se asemeja a un ingreso lateral al mundo de la comedia romántica. El gesto de el canto de las ballenas como un canto de sirenas parece hablar de eso: un acercamiento a los modos de un género, pero desde un costado super lateral, como si en ese abandono del mundo conocido también la película ingresara en un modo nuevo. Una suerte de seducción torpe. Por eso el final, que parece anticlimático, también puede leerse casi como una declaración de amor. Cómo fue ese componente de RomCom y , en caso de acordar que hay algo de eso, cómo se vincula con ese plano final liberador?

Yo creo que el último plano tiene más que ver con la necesidad de la protagonista de seguir alejada de su rutina y de su pareja. El mar se presenta de forma azarosa, casi como las clases de tai chi o la fiesta con los extranjeros. Aparece como un posible escenario nuevo y ella lo acepta. Él está por llegar y ella decide no estar. Ese último viaje, lo pienso como una necesidad de Clara, como una consecuencia de sus decisiones, de sus elecciones y, también, como una muestra de su pequeño cambio.

PB: Cómo sentís que se inscribe la película en panorama de cine argentino contemporáneo? Sentís que dialoga con otras (por lo que narra, por su lenguaje, etc)?

La escena cinematográfica en Argentina es muy activa, hay muchísimos directores y directoras que están haciendo cosas muy valiosas y en distintos sentidos. Es justamente esta riqueza de producción lo que me parece estimulante, me gusta ver lo que hacen mis contemporáneos, discutir con ellos sobre qué cine hacer y cómo. Hay películas que no dialogan explícitamente con “Cetáceos” pero tienen muchos puntos en común (formas de producción, de representación, maneras de pensar las imágenes, equipo técnico y actores con los que trabajamos, etc). Inevitablemente se dialoga con todo lo que se está haciendo. Compartir la cartelera del Gaumont o participar en un festival son distintas formas de dialogar. El Colectivo de Cineastas es un espacio donde nos interesa pensar justamente estas cosas, qué cine hacer y cómo. En este marco, quienes hacemos cine estamos muy preocupados porque hay mucha incertidumbre con respecto a las políticas de fomento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. Es importante que desde el INCAA se siga apoyando al cine independiente y fomentando un cine plural con miradas y sensibilidades diversas.

PB: A su vez, cerrada la etapa de Cetáceos, tenés algún otro proyecto en desarrollo?

Sí, estoy trabajando en otro proyecto de ficción que se llama “No soy de aquí”. Y es una road movie protagonizada por cuatro mujeres.

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