Dead Ringers
EE.UU., 2023, 6 episodios de 55’
Creada por Alice Birch
Con Rachel Weisz, Britne Oldford, Poppy Liu, Jennifer Ehle, Michael Chernus, Jeremy Shamos, Emily Meade, Susan Blommaert, Liza Fernández, Andrew Garman, Suzanne Bertish, Maryann Urban
Filiaciones
El padre de la criatura. No me lo pregunten, pero nunca pude entrar del todo en el mundo de David Cronenberg. Diálogos explicativos mezclados con ideas bastantes pavotas tomadas muy en serio me lo impiden. Tal vez por eso las películas que más disfruto de su obra son sus primeros acercamientos al género, en especial Shivers (1975) y Rabia (1977), en donde Cronenberg claramente abrazó al género sin culpa en vez de querer gritarnos ideas trascendentes a la cara. Lo mismo ocurre con La Mosca, su remake de la película homónima de Kurt Neumann de 1958, adaptación que hacía del sci-fi clase B de los cincuentas una suerte de tragedia posmoderna, nuevamente, con pretensiones bajo el brazo. Luego del éxito de aquella remake, Cronenberg pergeña Dead ringers (1988), su última película plenamente en el marco del terror, en donde podíamos vislumbrar su pronunciado alejamiento del género. Aquella película celebrada no era otra cosa que una propuesta solemne que legitimaba al género ante un público de festivales. Una cúspide en su carrera, en efecto, pero a la vez un ejemplo del agotamiento personal del director con el cine de terror. Quienes protagonizaban aquella película? Dos cirujanos que llevaban la aplicación de las formas de la medicina hasta un límite insoportable sobre el cuerpo.
Adorable criatura: la hija es madre. La nueva versión de Dead ringers, traducida con el poco imaginativo y bastante literal Juntas hasta la muerte, plantea dos diferencias sustanciales con la película de origen, diferencias que señalan un territorio y plantean un abierto anclaje a su época. La primera es que se trata de una serie de seis capítulos, que en definitiva cuenta la misma historia estirada porque “la gente ya no mira películas, quiere series”, es decir, la trasformatividad gratuita no aporta nada nuevo respecto del original. Segundo, signo de nuestros tiempos, es que el punto de vista cambia a la de dos gemelas en vez de dos gemelos. Esta es la diferencia sustancial funciona exclusivamente porque Rachel Weisz está compenetrada con esta dualidad que carga sobre sus hombros con naturalidad. El problema es que solo eso funciona como único valor dentro de una miniserie anodina. Entonces… ¿para qué esta remake?
Separados. Existe una diferencia abismal entre estas dos obras. La primera Dead Ringers era la culminación de la carrera de Cronenberg dentro del género. Como esos gemelos que se separaban para siempre, Cronenberg se desprendía del terror con el que había forjado su carrera y su identidad. En ese aspecto aquella película era una expresión de autoconciencia sobre su propia obra y sobre la relación con el género. La miniserie en cambio no ofrece nada sobre nadie. Visualmente pulcra, sangrienta donde debe ser, obsesionada con el esteticismo como suele suceder con su director Sean Durkin. Pero a diferencia del fill de Cronenberg, aquí no hay exceso.No: se trata de una miniserie limpia y formalmente conservadora por más que se nos quiera presentar lo contrario. En ese sentido, su accionar es similar a la remake de Rabid (Soska Sisters, 2019) que tomaba el mismo concepto de la original para convertirlo es un comentario sobre el mundo de la moda y la mirada sobre el cuerpo, pero cayendo en ese esteticismo visual y para colmo con una mirada vieja escondida detrás de unos anteojos de sol. La misma operación podemos observar en Dead ringers 2023. Otra vez el puritanismo y la agenda feminoide (que es una versión demagógica del feminismo porque pone al discurso y a su propia represión por encima de los personajes) vuelven a defecar sobre un género que, en algún tiempo, supo ser una notable estrategia subversiva contra esa tranquilidad de conciencia que hoy mismo proclama.
