Madraza
Argentina, 2017, 94´
Dirigida por Hernán Aguilar
Con Loren Acuña, Gustavo Garzón, Sofía Gala, Osmar Nuñez, Chunchuna Villafañe.
De una conversación y otros (muchos) problemas
Por Hernán Schell
Hay una escena de Madraza que parece concentrar varios de los defectos de esta película. Se trata de un momento en el cual Gustavo Garzón está tratando de seducir a Loren Acuña y esta última le reprocha que no crea en el matrimonio. El diálogo es forzado y poco creíble, el contraste de actuaciones (Loren Acuña es, a diferencia de Garzón, una actriz poco expresiva con un tono de voz monocorde) no le viene nada bien a la construcción de esa escena y el decorado parece salido de una novela de Pol-ka. Sin embargo la curiosidad más grande viene por el lado del montaje. Sucede que Aguilar filma casi toda la conversación en un mismo plano fijo, lo que le da a la escena una apariencia teatral. Además, nos agrega unos jump-cuts que no se sabe bien a que vienen.
Madraza es, como sabrán quienes vieron el tráiler, un policial con escenas de acción que narra la historia de una ama de casa de clase media baja que por circunstancias azarosas se vuelve una asesina a sueldo. Como sabrá cualquiera, una película de acción necesita sobre todo un buen trabajo de montaje (una escena de acción mal montada directamente no se entiende), y si en una película de acción ni siquiera se sabe bien como montar un diálogo para que sea dinámico, mucho menos se sabrá como editar un tiroteo. Ojo, los problemas de montaje se replican a mayor y a menor escala temporal. El primer caso lo vemos en el. Odio de articular las secuencias de montaje, que aquí son formas torpes de expresar el paso del tiempo en el cual una mujer va ganando dinero mientras mata gente por encargo. En menor escala temporal, sus escenas de acción se manejan con una torpeza imposible: nunca se sabe bien para donde corren, huyen, o se esconden los personajes, y la única estrategia que tiene el director para crear una sensación de espectacularidad es usar el ralenti, recurso avejentado y fechado que no retro como muchos críticos defensores quisieron ver en la película (no, Aguilar no es Tarantino ni se parece).
Después habrá otros problemas: subtramas como las de la amante del marido de Acuña o la de la madre del personaje de Sofía Gala, que aparecen una sola vez para no volver más; el hecho de que en algunas escenas pareciera que Acuña recibe (literalmente) unos 500 pesos por matar una persona; la confusa construcción del guión que hace que nunca veamos a Garzón deducir nada de lo que está diciendo o que nunca sepamos como es que Sofía Gala puede zafar de ser detenida; el uso y abuso de casualidades o vueltas de tuerca imposibles (lo que pasa con el personaje de Chunchuna Villafañe es de una arbitrariedad inexplicable) para generar efecto de sorpresa a cada rato minuto.
En medio de todo esto hay, sin embargo, una muy buena idea: construir una suerte de historia parecida a la de La femme Nikita (Luc Besson, 1992) pero donde la protagonista no sea una mujer convencionalmente hermosa sino una con apariencia de ama de casa con algunos kilos de más. También que esto le juegue doblemente a favor. Por un lado porque esa apariencia la vuelve difícil de ser sospechosa frente a una policía que busca una asesina a sueldo solitaria y abiertamente oscura, por el otro porque a dos de los policías hombres de esta película le gustan las mujeres rollizas, lo que vuelve al personaje de Acuña un objeto de deseo frente a los detectives. No obstante, una idea ingeniosa, por buena que esta sea, no vuelve a la película automáticamente buena ni interesante. De hecho, como lo prueba Madraza, no lo salva del desastre.
Hay que decir, de todos modos, que incluso con todas estas fallas esto no impidió que la crítica argentina en general haya tratado a Madraza prácticamente como si fuese una gran sorpresa del cine de género argentino (algo simillar había pasado con Diablo y Kryptonita, ambas de Nicanor Loreto). Esas explicaciones me resultan, francamente, más misteriosas que varias arbitrariedades de esta película. Aunque esto, quizás, merezca mayor detenimiento en otro artículo.
