Sombras de un crimen

Por Ludmila Ferreri

Marlowe 
Irlanda-España-Francia, 2022, 109′ 
Dirigida por Neil Jordan  
Con Liam Neeson, Diane Kruger, Jessica Lange, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Alan Cumming, Danny Huston, Ian Hart, Colm Meaney, Daniela Melchior, François Arnaud 

Tren de sombras

Alguna vez Neil Jordan supo tener algo parecido a una carrera sin tener que flotar o sobrevivir sobre la base de llevar adelante ejercicios de estilo estériles. Si Liam Neeson está metido en todo esto no es para cagar a patadas a nadie, aclaremos. Quienes supimos disfrutar (sin culpa alguna) sus “te buscaré y te mataré” no solo vamos a salir completa y absolutamente estafados de Sombras de un crimen , sino que, además, tendremos la sensación de estar presenciando una autopsia en vivo de algo que ya no tiene existencia entre nosotros, como es el policial negro clásico, cuyo canon está determinado por el apellido que le da nombre a esta película de fantasmas (o mejor dicho, esta película fantasmagórica).

Todo ejercicio de estilo funciona en tanto haya conciencia. O en todo caso: todo ejercicio de estilo ausente de conciencia no es mas que una conciencia de que el tiempo no existe, que el pasado puede representarse en el presente como si nada, suspendiendo cualquier desarrollo histórico. Pero ojo, el ejercicio de estilo de Sombras de un crimen dista de ser cínico. En ella no hay distancia posible, sencillamente porque el cuerpo al que refiere (el policial negro) es un cuerpo momificado. O en el mejor de los casos un cuerpo muerto y conservado en el freezer esperando a que alguien llegue con el escalpelo para hacerle preguntas, no para fornicarlo con una necrofilia glaciar como la que ejecuta Jordan y compañía en este artefacto defectuoso.

Pero Sombras de un crimen es algo mas que un acercamiento desamorado, es algo mas que una aproximación helada Su mayor problema es que la reconstrucción de estilo también funciona mal, como si la máquina de fotocopiado estuviese defectuosa. Se trata de una película bidimensional en su tratamiento audiovisual, pero también en el mundo representado. Solo muy cada tanto, con algunas acciones y decisiones, con algunas interrelaciones que nos permiten descubrir algo de vida, es que podemos identificar un gesto, un atisbo de lo que pudo ser. Pero el cuerpo vuelve a morir otra vez, en nuestros brazos. en su condición de museo del cine, en su captura de poses fijas e inamovibles, Jordan se va mas de un siglo atrás. Su cine es pre-cinematográfico y un post-cine a la vez: nada refiere a nada y todo refiere a todo en el marco del género al que visita con displicencia. El problema es que tampoco nos importa demasiado. Todo sea porque Liam tenga un auto nuevo.

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