The Kitchen

Por Marcos Ojea

Reino Unido, 2023, 107′
Dirigida por Kibwe Tavares y Daniel Kaluuya.
Con Kane Robinson, Jedaiah Bannerman, Ian Wright, Hope Ikpoku Jr., Cristale, BackRoad Gee, Teija Kabs y Demmy Ladipo.

Días del futuro pasado

Con un Londres distópico como escenario, el debut en la dirección de Daniel Kaluuya (compartiendo créditos con Kibwe Tavares) es un drama social en el que la ciencia ficción es apenas un contexto, la base sobre la cual se edifica una historia con una clara intención de denuncia. Izi (Kane Robinson, el rapero mejor conocido como Kano) es empleado en una funeraria, pero lo determinante es su lugar de residencia: The Kitchen, una comunidad conformada en su mayoría por inmigrantes, que resiste dentro de una sociedad que la margina y busca eliminarla. Cámara en mano, The Kitchen es retratada a la manera de Blade Runner, donde la gente vive hacinada bajo carteles de neón, y la “buena vida” opera como un paisaje a lo lejos, con esas enormes edificaciones que imponen su presencia. Si le sumamos las reminiscencias africanas, los colores vivos y cierto aire festivo, podríamos pensar en The Kitchen como un reverso de la Wakanda de Marvel. En lugar de aquella fantasía de una utopía negra (de la que Kaluuya fue parte como actor), lo que la película propone es un vistazo a un futuro posible, no muy lejano, del que posiblemente no haya salida.

En uno de los tantos servicios fúnebres en los que participa, Izi reconoce el nombre de la fallecida, una mujer de su pasado. El sepelio tiene un solo asistente: Benji (Jedaiah Bannerman), el hijo de la difunta, un adolescente sin padre que cree ver en Izi a esa figura perdida. A partir de ahí, los caminos de los protagonistas se irán chocando y alejando (Izi está próximo a mudarse a un complejo de departamentos, Benji se entremezcla con una pandilla y conoce a una chica), pero la mirada siempre estará puesta en las interacciones entre The Kitchen y el mundo circundante. Es decir, en las violentas redadas de la policía para desalojar el lugar, cada vez más frecuentes, y en las historias particulares de algunos personajes de la comunidad. En este sentido, el guión firmado por Kaluuya (en colaboración con Joe Murtaugh) intenta una suerte de relato coral, pero se pierde al no poder otorgar el mismo espesor a todas sus partes. En ocasiones, incluso el arco de los dos protagonistas se desdibuja, y es ahí donde aparece la sensación de que la película tiene claro lo que quiere contar (el fracaso social, las ruinas de un capitalismo feroz), pero no tan claro de qué manera contarlo.

A pesar de su andar errático, lo cierto es que The Kitchen logra conjurar un espíritu de resistencia en el retrato de esa comunidad. Un poco de costado, con una narración que, al igual que sus personajes, habita en los márgenes, en una franja difusa entre géneros que no terminan de concretarse. El debut de Kaluuya, como muchas óperas primas (aunque al lado tenga a un director más experimentado como Tavares), está cargada de intenciones, denotando la rabia y la urgencia por sentar una posición. Curiosamente, su desarrollo tiene las mismas características que lo que Kaluuya suele transmitir como actor: una languidez monocorde con algunos ocasionales arrebatos y desbordes. Como su personaje en ¡Nop!, que está toda la película anestesiado hasta que, hacia el final, cobra vigor y se convierte en héroe. En The Kitchen, los actos heróicos tienen consecuencias, y cualquier atisbo de luminosidad tiene el destino casi seguro de ser sofocado. Pesimismo y quilombo, más algunas secuencias de impacto, más algunas emociones desperdigadas, con un final decididamente oscuro. Ítems que responden a The Kitchen, y que la dejan en una posición compleja e incierta. Dicho de otro modo: no está mal, pero le falta para estar bien.

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