Carol y el fin del mundo

Por Pedro Gomes Reis

Carol & the End of the World
EE.UU., 2023, 10 episodios de 30′
Creada por Dan Guterman 
Con voces de Martha Kelly, Beth Grant, Lawrence Pressman, Kimberly Hébert Gregory, Mel Rodriguez, Bridget Everett, Michael Chernus, Sean Giambrone, Laurie Metcalf

El fin

1. Vi Carol y el fin del mundo de un tirón en los últimos y tumultuosos días de diciembre. No se trató de un buen momento ni de una buena época para mi: estaba al borde de una separación entre las fiestas, mi humor estaba por el suelo, las vacaciones y la visita a amigos y familiares en Argentina se venían encima pero no quería viajar. Cancelé infinidades de veces encuentros con amigos. Modifiqué planes con familiares. Leí mucho. Me encerré. Escribí mucho más. Y vi muchas películas. En el medio, en esa semana fatídica en donde el mundo de 2023 también se terminaba (gran timing para el estreno, debo decir), di con esta serie de la que no tenía mayores referencias mas que el vínculo con Dan Guterman, guionista de Rick & Morty y de Community. Y hasta ahí llegaba. Le di su chance a lo largo de cinco noches. Con dos capítulos por jornada.

2. Carol y el fin del mundo fue, para quien aquí escribe, la mejor serie de 2023. Por motivos que puedo aducir a su distribución y exhibición en las últimas dos semanas del año, en las que a gente está en otra cosa menos en ver series y películas (¿se dieron cuenta que todo -con la noble excepción de esta revista en donde los balances son en enero, como el sentido común manda- el mundo se apura a hacer balances de películas, series y otras cosas para inicios de diciembre y no para finales, es decir, cuando el año no terminó?) esta serie no figuró en la mayor parte de los registros, votos, balances y rankings. Y en parte está bien, porque esta serie merece el culto del silencio y el descubrimiento tardío. Por eso les pido que me acompañen a descubrir tarde en los puntos que siguen. Y a abandonar esta nota al finalizar y lanzarse sobre la pantalla a partir de esta noche post lectura.

3. Carol y el fin del mundo es, a falta de palabras, imprevisible, inestable, placentera, incómoda. Se parece y no se parece a nada que conozcamos. Por eso es agradable y difícil habitarla. No es, en todos los episodios al menos, un lugar en el que querramos vivir. Pero si es un lugar en el que nos sentimos extrañamente acompañados, dolidos y necesitados de un poco de amor, como su protagonista.

4. Carol y el fin del mundo propone un sistema rapsódico y zigzagueante, lo que la vuelve particularmente imprevisible: primero arranca con un tono de dramedy, en el contexto de un inminente (7 meses y monedas) fin del mundo, frente al cual casi todo habitante del planeta tierra se dispone a abandonar sus obligaciones y trabajos, entregados al placer inmediato…como si se acabara el mundo. Todos menos Carol, claro, quien no parece particularmente cómoda con ese esquema de vida en el que hay que gozar forzadamente, en el que hay que realizar los sueños postergados, siempre con un énfasis en el carácter de la obligación, como cuando la gente está de vacaciones y se obliga a estresarse para llenar su día de actividades y sentir que realmente disfrutaron. Pero como podrán imaginar ese tono no puede durar toda la serie. De hecho se quiebra a los pocos episodios, cuando Carol, luego de una fallida situación amorosa devenida en obsesión hacia ella, descubre unas oficinas en desuso, en cuyo interior…hay personas trabajando, como si el fin del mundo no estuviera por venir sino al revés. Esta línea abre una serie de preguntas que a primera vista nos retrotraen a esa maravilla que fue Severance, pero que posteriormente se despejan para abrirse hacia otros tonos incluso corales, donde nos olvidamos un poco de Carol y conocemos a sus compañeros de oficina, con los que de a poco Carol logra armar nuevos vínculos. Posterior a eso, retomamos a Carol y a su devenir experiencial. Y luego volvemos, con el extraordinario final.

5. Carol y el fin del mundo incomoda porque logra invertir el modo en el que comprendemos el tiempo de nuestras vidas. De ahí que el título en español sea, en su polisemia, un poco más indicado que en inglés. El fin del mundo no solo es el final del mundo (que aquí no llega ni conocemos), sino que es el sentido final del mundo. Y la subversión de Carol y sus compañeros está en no optar por los caminos de la redención inmediata del deseo ante el apocalipsis (en general deseos plenamente individualistas) ni en la negación de los deseos (como se articulan en la oficina en la que todos simulan trabajar), sino que el sentido (que no el significado final) del mundo aparece en ese intersticio entre lo personal y lo colectivo, entre las obligaciones y los deseos, que la serie identifica con el rol del bar en donde, por unos momentos, todos pueden jugar, relajarse, hacer karaoke y vivir la fiesta de disfrutar entre amigos y amores. Hasta que el asunto se termine y la vida siga.

6. En su simpleza, Carol y el fin del mundo regala un mazaso contundente a nuestras ilusiones de finitud. Levantamos el teléfono. Volvemos a vincularnos. Hacemos planes. Se nos pasa la tristeza y el malhumor. Un año nuevo comienza. Nada se termina. No es el fin de nadie. Apenas unos días en los que necesitábamos pensar en cómo estar con los demás.

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