11 minutos
Como un gran collage urbano de pequeñas miserias acumuladas, todo se desarrolla en ese lapso de once minutos que invoca el título, tram(p)a dinámica a la que un guión asfixiante aprisiona en esa ridícula franja temporal. Esa decisión inicial desnuda, en primer término, el lugar que el propio Skolimowski se asigna en el asunto: el hacedor de un universo empantanado y sofocante en el que él mismo se ubica por fuera, un profeta de la caída del que necesitaríamos su advocación y su guía como medio de salvación.