Adios a las armas: Tobe Hooper (1943-2017)
Bueno, Hooper es uno de esos nombres en mayúscula en la historia del terror en el cine. No solamente por lo que logró en sus primeros años sino porque contunuó intentando, porque sus fracasos fueron, en alguna medida, la contracara de un terror cada vez más especulativo, cada vez más anclado a lo fácil y/o a lo previsible del pasado. Y siendo quien fue Hooper nunca precisó invocar la paternidad de lo hecho en los 70’s. De hecho, su estilo anónimo supo amoldarse a las necesidades de un gran presupuesto o de un presupuesto más acotado sin que lo determinara estilísticamente. Por eso no deja de haber algo de injusticia cuando se recuerda a TH solamente por dos o tres títulos y no se dimensiona que el tipo no hizo otra cosa que querer reinventar parámetros de ese género que amaba pero lo hizo en un momento en el que el género no buscaba crear nuevos monstruos sino reciclar los viejos. En esa falta de cálculo, en esa ausencia de pretensiones, Hooper sobrevive a su obra. Pero la sobrevive en secreto, como quien no quiere hacer demasiado ruido, como quien se va y cierra la puerta despacito.