As Bestas

Por Marcos Rodríguez

España-Francia, 2022, 137
Dirigidapor Rodrigo Sorogoyen.
Con Denis Ménochet, Marina Foïs, Luis Zahera, Diego Anido, Marie Colombo y Luisa Marelas.

El vecino pialado

Una de las cosas más interesantes de As bestas es que se juega a todo por todo y no deja nada sin decir. Las bestias del título, más allá de la abundancia de animales que se pasean por los paisajes hermosos de Galicia, vendrían a ser los gallegos brutos que viven en ranchos miserables perdidos en la montaña. La historia arranca empezada y la iremos reconstruyendo de a poco, pero casi no hace falta: lo importante es que un francés (profesor, se nos dice; viajado, se nos dice) se mudó hace unos años al medio del monte gallego para cultivar tomates orgánicos y dedicarse a restaurar viejas casas abandonadas del pueblo: sin fines de lucro, desinteresadamente, para que la gente vuelva a mudarse al pueblo, para restaurar un paraíso natural. Y a los del pueblo les cae mal. En particular, a dos hermanos que son precisamente sus vecinos de al lado: Xan (un genio bruto) y su hermano Lorenzo (que quedó un poco tonto después de un accidente con un caballo, lo cual se muestra, suponemos, en los hermosos planos con ralenti que abren la película). La tensión es evidente, es directa, aumenta y va a terminar por estallar. Vos que sos ecologista, ¿por qué no quisiste firmar para que instalaran turbinas eólicas en el pueblo?, le preguntan varias veces. Antoine (“el francés”, que habla un español fluido y es pura presencia cinematográfica) contesta varias veces que porque esas turbinas son una trampa, que porque pagan una miseria, que porque él eligió ese pueblo como su hogar y no piensa dejarlo.

As bestas es una película construida a tensión pura, en un contexto donde uno no lo hubiera imaginado: en los bonitos paisajes campestres, con campesinos ecologistas y gente de pueblo. Sin embargo, no da respiro. Dice lo que tiene que decir y permite el espacio para que todos tengan su punto de vista: los brutos también tienen sus razones y sus argumentos son difíciles de rebatir, por más que uno se identifique con el francés bonachón al cual acosan sin descanso. Sin embargo, a diferencia de lo que pasa en Tres hermanosAs bestas tiene tanto para decir, quiere tanto a sus personajes y sus lugares, que se permite argumentar lo que quiere, permite argumentar lo contrario y después va mucho más allá, como una locomotora arrastrada por las tensiones y los personajes, la película empuja a fondo sus conflictos, reflexiona sobre temas complejos y contemporáneos sin por eso descuidar la solidez de su trama y, sobre todo, de sus escenas. Cuando uno creía que un conflicto terminaba, arranca otro, aparecen diferencias generacionales, sororidad y unas cuantas cosas más que uno podría bordar en su lectura sobre esta película que tiene, antes que nada, una vitalidad punzante.

Eso es la materia del cine.

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