Catálogo para una familia

Por Ludmila Ferreri

Argentina, 2023, 84′
Dirigida por Iair Michel Attias 

En el aire

Luego de haber tenido su paso por el Bafici 2023, esta película encuentra sala y lugar para volver sobre una pregunta que sobrevuela casi todo documental sobre el “mundo del arte”. Esa pregunta nos indica si somos capaces de dar cuenta real de la vida y obra de un artista o si, en todo caso, elegimos mentirnos a nosotros mismos para abordar lo inabordable o inclasificable mediante el artificio de la categoría “retrato”.

El mundo cerrado que narra Catálogo para una familia narra esa intersección entre lo personal y lo laboral del artista. Pero lo hace asumiendo una conciencia del género que aborda a partir de un apartamiento de los lugares comunes. Y es que si bien el film elige moverse en el terreno de la novela familiar (el cine del yo es una pandemia para el documental argentino), lo curioso es que nunca lo hace desde la iluminación de lo previsible y celebratorio, sino que se adentra en los claroscuros familiares que se alejan de cierto bronce previsible.

De este modo, la figura del Arista, que en este caso es Jorge Michel, se convierte en algo casi accesorio a las derivaciones de su obra y mundo personal. Como si la película se dividiera en dos partes, la vida de Jorge Michel también trasunta en otra cosa, en particular cuando ingresa a su vida su compañera Josefina Robirosa. A partir de ese momento, todo aquello que se nos había presentado como parte de un característico biopic nos obliga a retornar por claves. Y sin darnos cuenta ingresamos a un territorio policial en el que los entrevistados eligen omitir, elidir datos, como si un elemento ominoso sobrevolara esa parte de la vida del artista y su familia.

Al finalizar, creemos saber más sobre Michel, su obra (incluso la extraviada, que ocupa buena parte del tercio final de la película) y su esposa. Pero sobre nosotros ha operado una maldición que nos sustrae cada vez más información, más datos y más certezas. Llegamos al centro del laberinto y nos espera una caja vacía, como si la obra de Michel nos regalara una última jugarreta y nos dejara pataleando en el aire.


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