Bafici 2019 – Diario de festival (3)

Por Ignacio Balbuena

Simplemente sangre

Por Ignacio Balbuena

A veces los festivales brindan los contextos ideales para ver determinadas películas. La exhibición de Thriller: A Cruel Picture fue uno de estos casos. Thriller: A Cruel Picture, también conocida como They Call Her One Eye o Hooker’s Revenge es una película que habitó años el sub-conjunto que podríamos nombrar algo así como ‘sé que esta película existe, y me interesa verla, pero no sé cuando lo haré’. Como seguramente fue el caso de muchos, me enteré de que esta película existía allá por el estreno de Kill Bill vol. 1. Aquella película de Tarantino no sólo tomaba de Thriller el look de parche en el ojo del personaje de Darryl Hannah, Elle Driver, sino también esa cuestión argumental de una mujer enfurecida por las atrocidades cometidas en su contra que adquiere una inusitada habilidad para despachar violentamente a quienes la ultrajaron. El subgénero tiene nombre y todo: rape and revenge, y hay otros exponentes emblemáticos de la misma época de Thriller, como The Last House on The Left de Wes Craven, o I Spit on Your Grave, que tuvo remake dosmilera. Incluso hay encarnaciones modernas del género en películas como Revenge.

Thriller: A Cruel Picture es infame también por sus inserts de porno hardcore, agregados por el productor/director Bo Arne Vibenius que buscaba hacer dinero rápido en el circuito de medianoche. Quizás por eso es que espere tantos años para ver Thriller por primera vez. Es un tipo de película que se beneficia de la experiencia cinematográfica, tanto del aspecto comunitario como de toda esa cuestión que suele acompañar el cine exploitation proyectado, que es el deterioro que acompaña a la cinta. Rayones, virajes a rojo, rollos faltantes, ese tipo de cosas. En rigor, esto último no sucedió con la copia de Thriller que trajeron a este BAFICI, en medio de un foco de 3 películas en torno a su actriz protagonista, Christina Lindberg. No, la copia que vimos de Thriller era absolutamente prístina, una restauración minuciosa que anunciaba en un prólogo sus devenires con la censura y que aclaraba que lo estábamos por ver era una copia con su duración y contenido íntegro. Para bien o para mal.

Thriller Perro Blanco 2

La vi con un amigo cineasta especialmente ávido de ver contenido especialmente jugado y hasta ofensivo. Como me suele pasar con las funciones del BAFICI llegué sobre la hora, pero como estaba Christina Lindberg presentando la película, eso me dio un ratito de changüí y me senté justo antes de que se apagaran las luces y comenzara la función. Esta fue mi primera experiencia BAFICI 2019. En medio de entrañables películas coming of age y re-estrenos de esos a los que uno vuelve como refugio, se me dio por ver una explotation ejemplar del eurosleazesetentoso llena de violencia y desnudos. Un plan ideal para el domingo, bah.

Thriller no se ahorra nada. Desde el vamos nos presenta a una niña que es víctima de abuso sexual, para luego mostrarnos a la misma persona quince años, todavía muda por el trauma de la experiencia. Esta chica, Madeleine, es secuestrada luego por el eventual antagonista central, que se aprovecha de su carácter inocente para levantarla mientras hace dedo, invitarla a comer y luego inyectarle heroína para volverla adicta y forzarla a la prostitución. Todo un gran tramo de la película consiste en la incomodidad permanente de ver a la protagonista sufrir. Cuando intenta escapar, le cortan el ojo con el bisturí, en un plano que según confirmó la actriz en el Q&A posterior, pertenece a una persona real que había muerto durante el rodaje y que la producción consiguió a través de un doctor de dudosa ética. Varios clientes, personajes recurrentes, la someten sexualmente y la maltratan. Cuando intenta reencontrarse con sus padres, descubre que cometieron suicido ante su ausencia. Y para colmo, se suma la incomodidad de ver planos detalle porno en medio de una trama de secuestro y prostitución forzada. Durante todo este primer acto, Thriller no tiene ningún respeto por ningún espectador posible. Hay un activo desprecio por la posibilidad de pasarla bien.

Thriller Perro Blanco 3

A todo el sufrimiento y el horror filmado en ese tono deadpan y seco típico del cine de los ’70s, le suma un contrapicado de las bolas y la pija de un tipo, penetrando a una mujer. Es innegable que Christina Lindberg, una actriz conocida hasta ese momento por sus participaciones en películas y publicaciones eróticas, es bellísima. Me pregunto qué necesidad había, si la idea era explotar visualmente sus atributos y de incluso complementar esto con inserts pornográficos, de basar la trama en el sufrimiento de la protagonista y que estuviera casi desnuda en escenas que no son eróticas o sensuales sino violentas. Quizás fue para un generar un contraste con lo que viene después, una segunda parte tremendamente catártica que incluso se permite momentos de liviandad y humor, después de tantos problemas.

Después de un rato largo de un nihilismo del que parece imposible salir, Madeleine empieza a tomar lecciones de tiro, manejo, y artes marciales. Sin solución de continuidad alguna, estas escenas aparecen casi como por arte de magia. Se nos explica que ella tiene un día libre a la semana en un diálogo al pasar, pero las gestiones y logística de cómo podrían suceder estas escenas realmente importa poco. Toda pretensión de verosímil vuela por los aires. Lo importante es maximizar el goce del espectador. Así es como cuando Madeleine eventualmente aprende de todos estos maestros todo lo que puede, lo combina con un notable sentido del estilismo (el parche en el ojo siempre combina de color con su outfit y su último atuendo es un sobretodo de cuero negro muy badass) y simplemente se dedica a ubicar a los clientes de la primera mitad de la película para matarlos en extravagantes secuencias de disparos, con planos fijos en ralenti que parecen detener la acción eternamente, con un diseño de sonido chirriante, filoso y lleno de delays y reverberancia. Parecen happenings de arte contemporáneo antes que escenas de tiros, como señaló un espectador luego de la función.

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Madeleine aprovecha todas las lecciones: hay tiroteos, peleas cuerpo a cuerpo y una notable persecución en la que todos los autos, inevitablemente y aún habiendo sufrido impactos mínimos, explotan repentinamente. Es imposible no ensayar una carcajada junto al público en varias de estas secuencias, que se alejan por completo en tono de todo el sufrimiento infame de la primera parte. Lamentablemente Thriller no es una película tan explícita en las imágenes violentas como lo es en lo sexual. Incluso, para los estándares de hoy, es bastante inocentona, give or takeun plano de penetración explícita (dedo en el culo incluido y un plano que no describiremos pero invita a correr la vista por lo innecesario). Pero aún así, es una película que ya tiene un lugar en el canon de películas grindhouse y estoy contento de haber visto en una copia de tan buena calidad con el metraje original intacto. Obviamente todos aplaudimos al final, y la actriz Christina Lindberg contestó una serie de preguntas demostrándose muy contenta por la sobrevida festivalera de la película. Y como era de esperarse, se tocó el tema del feminismo de la película. Claro, empezó como una película repudiada en su época: inserts porno, una actriz sin background más que publicaciones eróticas y páginas desplegables, violencia gratuita. Esto hizo que Lindberg se declarara abiertamente no feminista en la época y al día de hoy, pero eventualmente la película pegó la vuelta y hoy se la exhibe en ciclos feministas desde la perspectiva de la furia y el empoderamiento que atraviesa el personaje. Los discursos cambian, y el cine de explotación siempre sigue presente.

Después fui a comer una hamburguesa triple (la pedí a punto, pero estaba algo sangrante) y me cayó como el culo, lo que me privó de seguir viendo películas por un par de días. No me arrepiento de nada, si termina el BAFICI y Thriller: A Cruel Picture es la única película que alcancé a ver, lo considero una experiencia satisfactoria. Una delicatessen esencial para los nerds del cine de género a los que nos gusta rastrear experiencias incómodas.

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