Lo que más impresiona de Camorra es cómo, mediante los recursos menos felices, mediante las estrategias que bien podrían confundirnos y llevarnos a otro terreno, termina por construir un universo voluminoso, sólido, sensible, íntimo pero a la vez público. Esto es clave, entonces: lo que se nos cuenta es la historia pública de la Camorra, pero no su costado policial.
Bafici
Volver a los clásicos por tres es casi una obligación que me autoimpongo en los últimos festivales (incluso aunque no hay nada de obligado y más de disfrute que otra cosa). En esta ocasión la vuelta a casa fue de menor a mayor. Karate Kid (John Avildsen, 1985), Duro de Matar (John McTiernan, 1988), Cuando Harry Conoció a Sally (Rob Reiner, 1989) fueron mi retorno al hogar en este comienzo...
No sé si es el viejazo o qué corno, pero este Bafici me lo he pasado a las corridas (no quiero pensar qué lectura hará un español de esto, pero aclararé que me lo pasé corriendo entre películas). Vi muy poco por demasiados compromisos de trabajo, por responsabilidades personales varias y porque muchos de los integrantes de la revista hicieron su trabajo mejor que yo (trabajo que, como siempre, desdoblemos...
Cualquiera que haya ido al festival lo sabe. Cada año, el Bafici trastoca la rutina de todos los días y el tiempo adquiere otra textura: las horas se miden en duraciones de películas, se come (cuando se puede) entre funciones, se duerme poco y mal y hay encuentros con amigos en cualquier momento. En mi caso, por alguna especie de maldición o de coincidencia (maldita, en todo caso), el Bafici...
Sería difícil describir lo que lloré y lo hermosa y profundamente mal que la pasé mientras miraba So Long, My Son. Sé que desde mi (relativamente) reciente paternidad soy blanco fácil para cualquier historia que involucre el vínculo padres/hijos, pero también resultaba evidente en la función en la que vi la película (la sala más grande del complejo, repleta) que sobre todos sobrevolaba una angustia silenciosa y ajustada, que se...
De entrada la selección de títulos para el día me tenía un poco complicado. Pero bueno, se sabe que en un festival de cine uno no ve tanto lo que quiere como lo que puede. Y a veces no en la mejor combinación. Al aire enrarecido de un festival se sumaba una nueva capa de enrarecimiento: estaba a punto de ver dos (no una, sino dos) películas sobre películas (o...
2019 me encuentra en el Bafici otra vez, ese que solía disfrutar en las salas de cine América o del Atlas Santa Fe, con la sala repleta. Por ese entonces no me dedicaba a la critica de cine y me encantaba disfrutarlo con una amiga. Nos encantaba estudiar la programación y elegir qué películas íbamos a ver. Ella siempre atenta al día que salían las entradas a la venta.
A veces los festivales brindan los contextos ideales para ver determinadas películas. La exhibición de Thriller: A Cruel Picture fue uno de estos casos. Thriller: A Cruel Picture, también conocida como They Call Her One Eye o Hooker’s Revenge es una película que habitó años el sub-conjunto que podríamos nombrar algo así como ‘sé que esta película existe, y me interesa verla, pero no sé cuando lo haré’.
Por lo pronto en el tercer día se hizo la luz y comenzó el festival. O al menos para quien aquí escribe. Primer Bafici como crítico, pero no el primero de mi vida, claro está, me tomé el asunto con un inusual relax. Y opté por cierta previsibilidad feliz. La sucesión armoniosa de documentales (o casi) que trajo este día cambió el estado de ánimo melancólico, ese estado de ánimo...
Lo digo en este momento y con total convicción: toda película debería contener por lo menos una secuencia con música de David Bowie y todo festival de cine debería cerrar con una película coreana. O, dicho de otra forma, todo espectador que precie en algo su salud mental y cinéfila debería intentar cerrar su festival viendo una película coreana. Y no me refiero a ninguna película delicada, sutil y de...
Ese es el mundo de L´Ile au tresor, una serie de viñetas en las que Guilaume Brac actualiza el universo de Robert Louis Stevenson, con su fiebre del verano y su goce en estado natural, una oda “a la infancia eterna”, como anuncia la dedicatoria final. La argentina El escultor de los kilómetros, de Mauricio Sallesses, se ubica en las antípodas ya no solo geográficas del paraíso parisino. El barrio...
Bafici es una ruleta. Puede ofrecernos cosas terribles dentro de la semana cinéfila que programa. Pero también puede proporcionarnos películas ocultas y hermosas, sostenidas apenas detrás de una pequeña historia emocionante. Allí están Ojos Negros y la sorprendente L’homme Fidelle, dos películas que desde muy distintas ideas depuesta en escena y guión, se posicionan en un lugar de creación de micro mundos apasionantes.
¿Qué hace esa copa ahí? ¿Por qué nos obligan a mirarla? ¿Cuáles fueron los caminos del capricho que llevaron a esa pequeña y recóndita copa a la superficie de una pantalla en el 21 edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente para que la viéramos ahí paradita, esperando la pobre a que alguien se terminara ese fondo? ¿Viene a decir algo? ¿Aporta siquiera una asociación de algo?
Distintas circunstancias de la vida (eso que pasa afuera de la sala de cine) me llevaron a disponer de una cantidad muy limitada de horas que entregarle a esta nueva edición del Bafici, la número 21 (entre paréntesis: tan pero tan malos los cortos institucionales; paréntesis dentro del paréntesis: o hacés algo con onda de verdad, o que por lo menos trata de tenerla, o directamente no hagas nada, total...
El Bafici vuelve a empezar este otoño y nadie se molesta por esa falta de originalidad, más bien lo contrario: su presencia en el calendario cultural es un triunfo construido sólida y pacientemente año a año por sus seguidores, desde aquel ya lejano 1999. Aquí un pequeñísimo listado de recomendaciones, sin ningún orden en particular, sabiendo que buena parte del éxito del festival pasa, precisamente, por no darle demasiada atención...
Un festival de cine debe tener al menos un mérito: el mérito de lo desconocido, de lo inalcanzable, de lo intangible, de lo ininteligible, de lo inapresable. Se trata en verdad del mismo mérito; nombres diversos para un efecto de desasosiego que apunta en la misma dirección. Leer un gran festival como el Bafici significa tropezar con signos acaso imprevisibles, ripios gozosos que son en realidad el tesoro irremplazable del...
A su vez esa bendita maduración no precisa de grandes movimientos. A veces, apenas, se trata de un breve corrimiento, de salirse de un lugar establecido. En otros casos, en cambio, el salto es explícito, extremo, por lo que algo traumático acompaña el proceso. La pregunta sobre este subgénero en cuestión cabe perfectamente en la cabeza de Lisa Brühlmann, directora de Blue my mind, quien debe haberse preguntado cómo se podía retornar...
Ese mismo año, en 2013, el BAFICI cambia de sede y me caga la vida. El subte H no estaba terminado y el colectivo tardaba muchísimo para llegar a Recoleta, a pesar que no es tan larga la distancia con Almagro. Pero yo sentía que todo había cambiado, que el BAFICI se había convertido en un evento completamente snob –ya lo era antes, pero Corrientes tiene otro aroma- y elitista....
El cuento de hadas que narra As boas maneiras se apoya sobre un sobreentendido y un conocimiento preciso del mito del hombre lobo, a partir del cual se apoya para construir derivaciones menos previsibles y tradicionales. En el coqueteo con los géneros populares, la película solo se vale de lo necesario. Y rodea a ese verosímil de una coraza urbana que, a primera vista, podría entenderse como deslegitimadora del verosímil del fantástico. Por...
A horrible woman resulta desesperante porque sabe tocar las teclas adecuadas que reverberan en todas y cada una de las parejas monógamas que conocemos, porque traen al centro del huracán lo que vemos naturalizado (o naturalizamos en nuestras propias parejas) pero que en el fondo puede funcionar como el principio de una pesadilla. Y es que, quizás, lo más inquietante de la película de Christian Tafdrup es que describe algo que...
Volver a los clásicos por tres es casi una obligación que me autoimpongo en los últimos festivales (incluso aunque no hay nada de obligado y más de disfrute que otra cosa). En esta ocasión la vuelta a casa fue de menor a mayor. Karate Kid (John Avildsen, 1985), Duro de Matar (John McTiernan, 1988), Cuando Harry Conoció a Sally (Rob Reiner, 1989) fueron mi retorno al hogar en este comienzo...
No sé si es el viejazo o qué corno, pero este Bafici me lo he pasado a las corridas (no quiero pensar qué lectura hará un español de esto, pero aclararé que me lo pasé corriendo entre películas). Vi muy poco por demasiados compromisos de trabajo, por responsabilidades personales varias y porque muchos de los integrantes de la revista hicieron su trabajo mejor que yo (trabajo que, como siempre, desdoblemos...
Cualquiera que haya ido al festival lo sabe. Cada año, el Bafici trastoca la rutina de todos los días y el tiempo adquiere otra textura: las horas se miden en duraciones de películas, se come (cuando se puede) entre funciones, se duerme poco y mal y hay encuentros con amigos en cualquier momento. En mi caso, por alguna especie de maldición o de coincidencia (maldita, en todo caso), el Bafici...
Sería difícil describir lo que lloré y lo hermosa y profundamente mal que la pasé mientras miraba So Long, My Son. Sé que desde mi (relativamente) reciente paternidad soy blanco fácil para cualquier historia que involucre el vínculo padres/hijos, pero también resultaba evidente en la función en la que vi la película (la sala más grande del complejo, repleta) que sobre todos sobrevolaba una angustia silenciosa y ajustada, que se...
De entrada la selección de títulos para el día me tenía un poco complicado. Pero bueno, se sabe que en un festival de cine uno no ve tanto lo que quiere como lo que puede. Y a veces no en la mejor combinación. Al aire enrarecido de un festival se sumaba una nueva capa de enrarecimiento: estaba a punto de ver dos (no una, sino dos) películas sobre películas (o...
2019 me encuentra en el Bafici otra vez, ese que solía disfrutar en las salas de cine América o del Atlas Santa Fe, con la sala repleta. Por ese entonces no me dedicaba a la critica de cine y me encantaba disfrutarlo con una amiga. Nos encantaba estudiar la programación y elegir qué películas íbamos a ver. Ella siempre atenta al día que salían las entradas a la venta.
A veces los festivales brindan los contextos ideales para ver determinadas películas. La exhibición de Thriller: A Cruel Picture fue uno de estos casos. Thriller: A Cruel Picture, también conocida como They Call Her One Eye o Hooker’s Revenge es una película que habitó años el sub-conjunto que podríamos nombrar algo así como ‘sé que esta película existe, y me interesa verla, pero no sé cuando lo haré’.
Por lo pronto en el tercer día se hizo la luz y comenzó el festival. O al menos para quien aquí escribe. Primer Bafici como crítico, pero no el primero de mi vida, claro está, me tomé el asunto con un inusual relax. Y opté por cierta previsibilidad feliz. La sucesión armoniosa de documentales (o casi) que trajo este día cambió el estado de ánimo melancólico, ese estado de ánimo...
Lo digo en este momento y con total convicción: toda película debería contener por lo menos una secuencia con música de David Bowie y todo festival de cine debería cerrar con una película coreana. O, dicho de otra forma, todo espectador que precie en algo su salud mental y cinéfila debería intentar cerrar su festival viendo una película coreana. Y no me refiero a ninguna película delicada, sutil y de...
Ese es el mundo de L´Ile au tresor, una serie de viñetas en las que Guilaume Brac actualiza el universo de Robert Louis Stevenson, con su fiebre del verano y su goce en estado natural, una oda “a la infancia eterna”, como anuncia la dedicatoria final. La argentina El escultor de los kilómetros, de Mauricio Sallesses, se ubica en las antípodas ya no solo geográficas del paraíso parisino. El barrio...
Bafici es una ruleta. Puede ofrecernos cosas terribles dentro de la semana cinéfila que programa. Pero también puede proporcionarnos películas ocultas y hermosas, sostenidas apenas detrás de una pequeña historia emocionante. Allí están Ojos Negros y la sorprendente L’homme Fidelle, dos películas que desde muy distintas ideas depuesta en escena y guión, se posicionan en un lugar de creación de micro mundos apasionantes.
¿Qué hace esa copa ahí? ¿Por qué nos obligan a mirarla? ¿Cuáles fueron los caminos del capricho que llevaron a esa pequeña y recóndita copa a la superficie de una pantalla en el 21 edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente para que la viéramos ahí paradita, esperando la pobre a que alguien se terminara ese fondo? ¿Viene a decir algo? ¿Aporta siquiera una asociación de algo?
Distintas circunstancias de la vida (eso que pasa afuera de la sala de cine) me llevaron a disponer de una cantidad muy limitada de horas que entregarle a esta nueva edición del Bafici, la número 21 (entre paréntesis: tan pero tan malos los cortos institucionales; paréntesis dentro del paréntesis: o hacés algo con onda de verdad, o que por lo menos trata de tenerla, o directamente no hagas nada, total...
El Bafici vuelve a empezar este otoño y nadie se molesta por esa falta de originalidad, más bien lo contrario: su presencia en el calendario cultural es un triunfo construido sólida y pacientemente año a año por sus seguidores, desde aquel ya lejano 1999. Aquí un pequeñísimo listado de recomendaciones, sin ningún orden en particular, sabiendo que buena parte del éxito del festival pasa, precisamente, por no darle demasiada atención...
Un festival de cine debe tener al menos un mérito: el mérito de lo desconocido, de lo inalcanzable, de lo intangible, de lo ininteligible, de lo inapresable. Se trata en verdad del mismo mérito; nombres diversos para un efecto de desasosiego que apunta en la misma dirección. Leer un gran festival como el Bafici significa tropezar con signos acaso imprevisibles, ripios gozosos que son en realidad el tesoro irremplazable del...
A su vez esa bendita maduración no precisa de grandes movimientos. A veces, apenas, se trata de un breve corrimiento, de salirse de un lugar establecido. En otros casos, en cambio, el salto es explícito, extremo, por lo que algo traumático acompaña el proceso. La pregunta sobre este subgénero en cuestión cabe perfectamente en la cabeza de Lisa Brühlmann, directora de Blue my mind, quien debe haberse preguntado cómo se podía retornar...
Ese mismo año, en 2013, el BAFICI cambia de sede y me caga la vida. El subte H no estaba terminado y el colectivo tardaba muchísimo para llegar a Recoleta, a pesar que no es tan larga la distancia con Almagro. Pero yo sentía que todo había cambiado, que el BAFICI se había convertido en un evento completamente snob –ya lo era antes, pero Corrientes tiene otro aroma- y elitista....
El cuento de hadas que narra As boas maneiras se apoya sobre un sobreentendido y un conocimiento preciso del mito del hombre lobo, a partir del cual se apoya para construir derivaciones menos previsibles y tradicionales. En el coqueteo con los géneros populares, la película solo se vale de lo necesario. Y rodea a ese verosímil de una coraza urbana que, a primera vista, podría entenderse como deslegitimadora del verosímil del fantástico. Por...
A horrible woman resulta desesperante porque sabe tocar las teclas adecuadas que reverberan en todas y cada una de las parejas monógamas que conocemos, porque traen al centro del huracán lo que vemos naturalizado (o naturalizamos en nuestras propias parejas) pero que en el fondo puede funcionar como el principio de una pesadilla. Y es que, quizás, lo más inquietante de la película de Christian Tafdrup es que describe algo que...
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