#Polémica: Spencer – En Contra
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#Polémica: Spencer – En contra

Desde el origen de su obra como director la estrategia de Pablo Larraín nunca se caracterizó, para ser precisos, por su elegancia. Más bien lo contrario: siempre prevaleció en su cine un sistema de alegorías, de metáforas groseras, de simbolismos crasos y fatales. Asi las cosas su cine nunca se detuvo. Más bien por el contrario, se convirtió en uno de los emergentes de un modo de entender la contemporaneidad narrando la historia reciente. El estilo, reconocible: elocuentes subrayados, remarcados obvios, evidente incapacidad para las representaciones elusivas. Y todo el sistema en pos de una suerte de “eco social”. Esto nos lleva a un sistema de trabajo de Larraín. Pero para pensarlo, contrastemos.

La Masacre De Texas
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La masacre de Texas

Miremos atrás. Si descontamos la secuela dirigida por Tobe Hooper y esa cosa extraña que fue la precuela dirigida por el duo Alexandre Bustillo y Julien Mary, la “saga” de La Masacre de Texas bien podría tratarse de una anomalía en donde todas las películas son remakes de la original, en una suerte de competencia por reescribir y versionar un mismo tema pero con algunas variantes. Asi lo demuestran la tercera, la cuarta parte y, valga la redundancia, la remake y su precuela, sin olvidar, claro, la secuela en 3D. Un verdadero trabalenguas cinéfilo digno de un juego de escritura vanguardista.

Tre Piani
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Tre piani

El balance de una vida es libre, dice lo que quiere, recuerda lo que quiere, funciona de cualquier manera. Pasa como con las palabras, que hay que tenerlas antes que el tema, el objeto, lo que se quiere decir. Lo que se tenga para decir es lo que quieran las palabras. Lo que hay para decir es lo que las palabras digan. Como en Tre piani, la última de Nanni Moretti. Vapuleada en Cannes, olvidada rápidamente, es la película de un viejo maestro que se ha puesto a temblar. No importa si Moretti fue alguna vez un maestro; la cuestión es que su película es el resultado de un hombre que parece que lo fuera.

Uncharted: Fuera Del Mapa
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Uncharted: fuera del mapa

Lo de Uncharted: fuera del mapa no es ni cinefilia, ni clasicismo ni autoconciencia ni videojuego. Es, en todo caso, una invitación a la patada. A patear hacia adelante, a confiar en una aventura que nunca llega (desde hace 20 años que el género se entrega a los mayores anacronismos disponibles porque el presente carece de misterios y zonas sin descubrir), a creerle al Douglas Fairbanks de la generación de cristal (Tom Holland sabe que su presencia está en los saltos y las piruetas) y si hay búsqueda del tesoro, a creerle por un rato abrazando todos los lugares comunes disponibles del coming of age que se encuentra con la comedia burbujeante de ladrones y con un filohispanismo camp que se disfruta solo por verlo a Banderas haciendo de español que habla mal español y se quiere comer al mundo.

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