Desobediencia
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Desobediencia

Lelio se hace cargo del contexto que aborda, del conjunto de reglas, normas y convenciones que condicionan a Ronit, Esti y también a Dovid –que no solo tiene que ver con la cultura judía ortodoxa, sino también con el lenguaje cultural anglosajón-, y por eso su puesta en escena trabaja fundamentalmente los silencios, gestos y miradas. Esa articulación, esencialmente física y gestual, se relaciona con la administración informativa: hay un gran mérito en cómo la narración devela paulatinamente los vínculos entre los personajes, sus historias pasadas y sus repercusiones en el presente. Se trata de un  cine de indicios, que no precisa de explicaciones derivadas de monólogos ni de diálogos.

#Dossierchauautores (1): Corazón De Dragón
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#DossierChauAutores (1): Corazón de dragón

En Corazón de dragón no hay un director con una mirada distintiva, pero sí actores con rasgos de nobleza sutiles y a la vez potentes: no solo la voz de Connery, sino también Dennis Quaid (un caballero interpretado por un verdadero caballero), Pete Postlethwaite (uno de esos actores capaces de hacer de todo), David Thewlis (un villano tan sincero como desatado), Dina Meyer (una mujer de armas tomar) y Jason Isaacs (en uno de sus primeros roles detestables). Y hay honor, ese tipo de honor que nace y se alimenta de la artesanía, de la apreciación y el cuidado por los pequeños relatos, por los caminos que se recorren progresivamente, desde el cariño y la emoción.

Beirut
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Beirut

Hay dos elementos que son centrales para entender la propuesta de Beirut: en primera instancia, que a pesar de transcurrir durante los setenta y ochenta, con la Guerra Civil Libanesa como telón de fondo, podría haber estado situada en cualquier otro tiempo y lugar, sin haber hecho mucha diferencia; y en segunda, que su foco no pasa tanto por un análisis histórico y socio-político, sino por la narración de conflictos personales. Por eso no son tan determinantes como podrían pensarse las figuras del director Brad Anderson (un realizador que suele moverse por distintos géneros pero casi siempre de forma impersonal) e incluso la del guionista y productor Tony Gilroy (uno de los responsables de la saga Bourne), sino la del protagonista Jon Hamm, cuyo carisma y trayectoria cinematográfica parece hecha a medida del relato. O al revés: podemos ver una película que pone su estructura al servicio de un actor con estirpe clásica.

Jurassic World: El Reino Caído
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Jurassic World: El reino caído

Jurassic World: el reino caído casi nunca se toma un tiempo o un respiro, preocupada como está por instalar conflictos y subconflictos donde vuelven a aparecer los mismos temas que la saga no puede resolver desde la película inicial, de 1993: ansias empresariales destinadas irrevocablemente a salir mal y dinosaurios manipulados genéticamente que obviamente se salen de control, es decir, el viejo y querido orden de naturaleza vs cultura. Pero lo mas grave es que estamos frente a una película sin tiempo pasado. Ni siquiera es una película del presente, sino del futuro, pero de un futuro inmediato, urgente, que vendrá con la tercera entrega, en un loop de facturación y especulaciones, alejada por completo de cualquier personaje.

You Were Never Really Here
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You were never really here

Ramsay trazó rápidamente un estilo propio, distintivo, donde prevalece la inestabilidad y los protagonistas quedan relegados a los márgenes, apartados de un mundo que no los comprende y al que ellos tampoco logran descifrar. Su cine es uno donde predomina la extrañeza y hasta el desconcierto, con una puesta en escena que recorta los cuerpos y los contextos que habitan, poniendo a interactuar los espíritus desestabilizados de los personajes con espacios y tiempos que los rechazan, creando así marcos de conflictividad. Ese posicionamiento es el que le permite establecer relecturas genéricas sustanciales, donde las imágenes y sonidos dicen mucho más que las palabras a la hora de coquetear con los géneros que merodean sus películas. Por eso el salto al policial que representaba YWNRH era un enigma, a priori, apasionante.

Un Nuevo Camino
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Un nuevo camino

La película parece ser consciente de los riesgos que afronta, pero no llega a tener totalmente claro cómo hacerse cargo de esos peligros. Y la clave pasa por cómo muchas veces relega los conflictos a favor de los problemas, quedándose con lo superficial en detrimento de los núcleos interiores. Conflicto y problema muchas veces son leídos como sinónimos, pero poseen diferencias sustanciales: mientras los primeros involucran sentimientos y puntos de vista divergentes sobre el mundo o un contexto determinado, los segundos son dificultades o situaciones específicas que generan malestar. Es la distancia que implica observar el bosque o solo el árbol.

#Dossiersuperhéroes (Ii): El Orden Político De Los Superhéroes
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#DossierSuperhéroes (II): El orden político de los superhéroes

La primera frase que se escuchaba en El Padrino, todavía con la pantalla en negro, era “yo creo en América”. Lo que seguía a continuación en el film de Francis Ford Coppola (que supo leer una multitud de tradiciones para instituir nuevas, que influenciaron de manera decisiva en el cine posterior) era una puesta en crisis de esa frase, que era toda una declaración de principios y una sumatoria de valores. Hay toda una vertiente del cine de superhéroes, la más seria y comprometida, que da la impresión de girar alrededor de esa frase, de esa creencia permanente pero en constante trance, que es la idea de América, o más bien, de la idealización simbólica de la historia y el ser estadounidenses. La trilogía de Batman pergeñada por Christopher Nolan, las nuevas películas de DC dirigidas por Zack Snyder, incluso Marvel con la trilogía de Capitán América y Pantera Negra, parecen estar preguntándose, constantemente, qué es América, por qué y/o para qué creer en esa noción donde conviven lo concreto con lo abstracto.

Los Buscadores
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Los buscadores

Los buscadores no deja de marcar un posible camino para la aventura en el cine latinoamericano, como si fuera un mapa (aún incompleto) para llegar a la fórmula adecuada. La respuesta no pasa por el presupuesto o los medios técnicos, sino por una verdadera vocación/amor por los géneros, por tener confianza en lo que se narra, por el cariño hacia los personajes y claro, nada menor, el hecho de hallar una historia que sume todos los elementos de una manera apropiada como respuesta definitiva.

Deseo De Matar
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Deseo de matar

Deseo de matar es una muestra patente (y hasta dolorosa) de que Willis ha perdido el toque, extravió el rumbo que alguna vez supo llevar y difícilmente pueda volver a ser, aunque sea, la mitad de lo que fue. De eso solo le quedan rasgos gestuales y alguna que otra mueca superficial. Y es que a Bruce ya no le podemos creer porque ni él mismo se la cree, porque sus performances en piloto automático ya no valen ni por el gesto mercenario. No hay carnadura, no hay identidad, no hay honestidad y ni coherencia

Only The Brave
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Only the brave

Desde su abordaje sobre la historia real de la unidad de bomberos de Granite Mountain, los hechos que la precedieron y las repercusiones de la tragedia ocurrida durante el devastador incendio de Yarnell Hill, Only the brave es una película de reconocimientos. El acto de reconocer implica memoria, evocación, aceptación, sensibilidad. Y el centro de la película viene por el lado de esa reivindicación. Lo que se dice humanismo puro y derecho, una suerte de anacronismo para estos días.

Perfectos Desconocidos
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Perfectos desconocidos

En Perfectos desconocidos –remake de un pobre film italiano del 2016- no hay ni rastro de Álex de la Iglesia ni de la miseria productiva de sus películas mas interesantes. Cualquier realizador mediocre podría haber hecho esta especie de obra teatral filmada (en el peor sentido posible: las relaciones teatro cine pueden ser fructíferas, no es malo necesariamente, el problema es que el lenguaje teatral aplasta al cinematográfico en esta película perezosa) sobre un grupo de amigos que se reúnen para una cena durante un eclipse lunar y que se proponen como juego/desafío poner los celulares de todos sobre la mesa, permitiendo que se lean y escuchen todos los mensajes y llamadas que lleguen. Obviamente, empiezan a revelarse secretos, mentiras, engaños e hipocresías varias, con dosis considerables de machismo, histeria y homofobia, como para dejar en claro que todos (o casi todos) los personajes son seres bastante repugnantes.

Ladybird
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Ladybird

No recuerdo semejante apología del conflicto como en Lady Bird. La protagonista se pelea con todo y todos, y la película no solo entiende su posición, sino que en un punto la avala. Pero ese aval no es una mera pose ni tampoco una visión cínica sobre el mundo, sino una remarcación de la necesidad de pelearse, de entrar en rebeldía, de chocar con todo y todos, para eventualmente aprender a valorar lo que se tiene en su justa medida, a perdonar y pedir disculpas. Y eso tampoco implica ser esencialmente ser conservadora o conformista, sino entender los cambios propios y ajenos, es decir, alejarse del gesto vacío para comprender el mundo que se habita.

Todo El Dinero Del Mundo
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Todo el dinero del mundo

Es interesante cómo Ridley Scott configura una discursividad que caratula a Getty como un villano unidimensional -utilizando a los personajes de Gail y al del jefe de seguridad Fletcher Chase (Mark Wahlberg) como seudo jueces morales- pero, acaso involuntariamente, el realizador termina compartiendo algunas características con el viejo Getty. Él también es, al fin y al cabo, un coleccionista: su cine es en buena medida colección y hasta acumulación de relatos y géneros. No se trata de eclectismo o apertura a distintas vías narrativas y estéticas, sino más bien una pulsión por concretar proyectos.

No Dormirás
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No dormirás

En No dormirás vuelven a aparecer tópicos ya largamente transitados en el género (más en el cine español que rioplatense): la protagonista (Eva De Dominici) con una historia familiar problemática; el psiquiátrico abandonado, con sus espacios vacíos e inquietantes; los fantasmas que invaden el mundo de los vivos y el uso figurativo del género para pensar componentes propios de cierto terror psicologista, en donde el trauma adquiere forma sobrenatural pero no deja de ser trauma (algo tranquilizador y que en alguna medida no ayuda nada al género)

El Pasajero
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El Pasajero

El pasajero no se queda en el molde previsible del thriller de acción. Es también una especie de drama social sobre los blue-collar, sobre esa clase trabajadora estadounidense que diariamente viaja a las grandes ciudades para laburar y luego retorna a sus hogares en los suburbios. Esa clase esencialmente vulnerable, rehén de los vaivenes políticos y económicos, pero también de los poderes que pueden despedirlos, manipularlos o eliminarlos de acuerdo a sus deseos, objetivos o necesidades. De ahí que la película de Collet-Serra no solo funcione por la precisión de su trama sino que construye una figuración que la excede.

27: El Club De Los Malditos
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27: el club de los malditos

27: el club de los malditos no termina de estructurar lo que podría definirse como una narración. Solamente cuenta con algunas ocurrencias, a las que repite y estira, en una redundancia cansadora y dejando en claro que lo que es un largo de 80 minutos podía haber sido tranquilamente un mediometraje. En el medio, hay notorios problemas de montaje, personajes que aparecen y desaparecen sin mucha explicación ni pertinencia, actores que hacen lo que pueden con diálogos esquemáticos y hasta imposibles.

Coco
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Coco

En Coco el sacrificio pasa por revelar la verdad. Esa verdad oculta, esperando a salir, que en algunas ocasiones puede ser grata pero otras estar punteada por la oscuridad y el horror. La Tierra de los Muertos a donde accede Miguel es un territorio marcado y delineado por la memoria, sí, pero también por el olvido, que no deja ser otra forma de memoria. Lo que el film de Lee Unkrich nos dice, tras el colorido y la música del mundo apasionante que va hilvanando, es que nosotros elegimos qué recordar, que la memoria es un recorte, que la Historia –esa suma infinita de relatos, mitos, rumores y leyendas- es una construcción a la que le otorgamos un carácter de verdad porque lo necesitamos, porque queremos, porque nos permite construir un destino conjunto.

Tiempo De Balances (2), Por Rodrigo Martín Seijas
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Tiempo de balances (2), por Rodrigo Martín Seijas

Mi 2017 fue un año donde no me encontré con una sola obra maestra. Vi grandes películas, si, pero no clásicos instantáneos. Eso me hace preguntarme sobre las películas que he considerado genialidades en los últimos años y si eran realmente obras maestras o si los estados de euforia me jugaron una mala pasada. También si en los tiempos actuales, a la hora de mirar películas o series, no hay una necesidad invariable y un tanto cansadora de hallar grandes obras que actualicen un canon, eventos culturales irrepetibles o fenómenos absolutamente originales. Toda la recepción alrededor del retorno de Twin Peaks o, sin ir más lejos, el estreno de Zama son ejemplos claros de esa voluntad permanente por encontrar obras que son un antes y un después en el cine y/o la televisión.

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