En su última provocación, Serra se instala en el bosque y en la noche y vuelve a su amado siglo XVIII para seguir a un grupo de libertinos entregados a sus apetitos sexuales, corte sin rey a la cabeza, nobles de una aristocracia encendida y pavorosa, fantasmal. Sodomía, masoquismo, lluvias doradas y baños de esperma desfilan, sin agotar la lista. Barroca y arbitraria, confusa adrede, el deseo es un conejo...