Con todo el aprecio que le tengo, Zama es la segunda película fallida de su directora, después de La niña santa. Su efectismo artesanal me pierde desde la voz remarcada del niño, la intromisión de la música experimental para subrayar el estado alucinado del protagonista y la entrada forzada de una llama en una escena surrealista. Buñuel te sorprendía con una gallina interpelando la cotidianidad de uno de los mendigos de...