Según la leyenda, en el siglo XIII, y ante el avance arrollador de los mongoles por la Siberia rusa, los habitantes de la ciudad de Kitezh rogaron a su Dios que los ayudara a resistir y a no renegar de su fe frente al invasor pagano. La solución divina fue inconsulta (como todas) y expeditiva: antes que llegara la horda irresistible, la tierra sobre la que se asentaba la ciudad...