BALANCE PERRO BLANCO 2023 – PARTE IV: Mejores largometrajes del año – Películas sin estreno oficial en salas

Por Varios Autores

Decidimos hacer este balance en varias partes. La cuarta de ellas se concentra en un breve resumen película por película de un grupo arbitrario que elegimos dentro de los estrenos y no estrenos comerciales de 2023. Tal como en la primer salida, por cada breve resumen podrán ver que hay un link directo a una nota original y de mayor extensión (siempre que hayamos hecho la cobertura en Perro Blanco, sino encontraran el material que está aquí pero sin ningún link externo de referencia). Esta es la cuarte parte, que refiere a los mejores 25 largometrajes, sin estreno comercial en salas, de 2023. Y dejamos para el final los balances de cada redactor y las elegidas por los lectores que nos escribieron a [email protected].

Diez (10) mejores películas del año (sin estreno oficial en salas, vistas en festivales, plataformas, streaming u otros medios)

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The holdovers

1-The Holdovers
The Holdovers es, como casi todas las de Payne, una película de personajes. Con clasicismo en las formas, Payne, un autor consolidado, no se preocupa por demostrar su autoría, y el clima de época no parece condicionarlo. La suya es una película atemporal, capaz de entretejer temas sin desbalancear lo que está contando. En el fondo de las historias de Hunham, Angus y Mary asoman cuestiones como la guerra, la injusticia social, los prejuicios de clase, las enfermedades mentales, y la muerte, ese tabú irresoluble de nuestro tiempo. Apoyada en tres grandes actuaciones, con un Giamatti en estado de gracia, The Holdovers propone un viaje para sus personajes, que por supuesto es más que físico. La relación tirante entre un profesor y un alumno se convierte, de manera orgánica, en una historia sobre padres e hijos. Mary, que una noche en una fiesta cae sin atenuantes en la certeza de que su hijo no va a volver, completa el cuadro para darnos un retrato sobre la familia. Cercada por la nieve, con una fotografía exquisita de Eigil Bryld, la película cambia el milagro de la Nochebuena por una nota pesimista al final, pero certera. De esas que clausuran la vida conocida para dar paso a la posibilidad de algo nuevo. Comedia dramática, film navideño, probable comfort movie para quien suscribe, The Holdovers es todo eso y más. Sin dudas, una de las grandes películas del año. 
Marcos Ojea

2-Anatomía de una caída
La última ganadora del Festival de Cannes es una película semántica: un thriller en el que lo que se juega constantemente es el concepto de interpretación. Tal vez suene un poco seco dicho así, pero uno de los mayores aciertos de Anatomía de una caída es la medida en la que logra que los engranajes de su mecanismo milimétrico fluyan con una naturalidad tan grande que, por momentos, logra que lo que es esencialmente “una de juicio” se parezca a un melodrama familiar de tono naturalista, sin soltar nunca las riendas de la tensión. Ni nosotros como espectadores ni los personajes de la ficción (excepto, por supuesto, por la propia esposa) tenemos forma de saber lo que pasó realmente. La propia película juega el juego de la sustracción: ni nos muestra lo que pasó ni nos deja indicios conducentes. Pero, por otro lado, tampoco juega el juego de la mentira. Anatomía de una caída no cuenta nada: en su narración lineal hay un hueco. Y todos alrededor intentan llenarlo. La apuesta fuerte de Anatomía de una caída es también que construye la radiografía de una relación que está lejos de ser armoniosa, pero no por eso (nos dice la protagonista) carente de amor. Si la película termina por dar una resolución judicial al proceso, y un cierre narrativo coherente, no por eso clausura los conflictos que abre ni llega a un estado de equilibrio. Todo es tenso en Anatomía de una caída, y esa probablemente sea una de sus mayores virtudes. Dentro de esos carriles, Anatomía de una caída encuentra todo el espacio que necesita para abordar los temas que le interesan y para arrastrarnos palmo a palmo en cada paso de un proceso complejo pero que nos termina atrapando.
Marcos Rodríguez

3-Master Gardener
Paul Schrader ha vuelto a filmar una película que nos hace replantear su filmografía. Master Gardener es pura contención bressoniana, bajo la inspiración de los arquetipos atormentados que ha venido diseñando el autor, desde su tiempo como guionista. La américa que refleja el director siempre ha sido un país problemático, que está en las antípodas del idealismo del cine industrial. Master Gardener nos sitúa en una mansión de ambiente sureño, atascada en la historia, donde trabaja el protagonista como el protector de un jardín botánico, cuyo mantenimiento económico depende de una señora adinerada, gélidamente interpretada por una magnífica Sigourney Weaver, quien desarrolla una relación de amor y odio con el hombre misterioso. Por ende, la atmósfera de la producción artística nos remite a las cimas creativas del demiurgo: la estricta planificación formal de Mishima, el progresivo descubrimiento de “un mundo oculto” en la tradición de Hardcore, el influjo de la represión calvinista de First Reformed y las posibilidades de escape que el escritor imagina, al modo de redenciones humanas, que pasan del infierno al reino de los cielos. El director es como sus alter egos, un obsesionado reconstructor del paradigma de Más corazón que odio, actualizando la historia de un John Ford en permanente fase crepuscular, sobre un jinete pálido que desea rescatar a una chica en peligro, para expurgar sus demonios y recuperar la autoestima. En un momento de tanta corrección política, la película nos habla sin tapujos de cómo superar el racismo, a través de una lección de puesta en escena. Una de las fijas en la lista de lo mejor del año.
Sergio Monsalve

4-May December
Hollywood, ahora, solo se filma a sí mismo. Al igual que el paradigma capitalista es celebrado y condenado en partes iguales, Hollywood construye película a película su condición enaltecedora y denigrante del ser humano. Con May December, Haynes plantea una doble fuerza y capacidad totalizadora: Hollywood como espectáculo y empatía, forma grandilocuente y actuación de método. Ante todo: enaltecimiento de la humanidad (y representación). Es ahí cuando el espectador nota el glitch en la matrix comunicacional actual, el punto donde el sistema falla por dentro: nota que la humanización es una manera políticamente correcta de denominar al monstruo. Haynes representa el límite de la industria: el monstruo no se deja ver o, muy probablemente, no exista. El cine entendido como industria no sólo participa, no sólo es cómplice de algunos acontecimientos, nos dice Haynes, sino que es uno de los grandes responsables de enfermar a los individuos. Por eso cuando May December termina pensamos en eso que Babylon quiso representar, incluso lo que Blonde Pearl pusieron en escena. Y no podemos creer lo inocente que suena todo ante nuestros ojos.
Amilcar Boetto

5-Past Lives
Past Lives metaboliza una serie de notables influencias del cine moderno y posmo, estableciendo un diálogo simbólico con el pasado del cine: desde Wong Kar Wai a Woody Allen a Tsai Ming Liang. Celine Song narra una trama dramática, acerca del despecho y los problemas afectivos, basándose en su historia personal de una niña que nació en Corea del Sur, para luego migrar a Canadá. Past Lives explora la crisis de soledad y aislamiento que sufren los chicos del siglo, en un inmenso vacío que padecen por el desarraigo, el hecho de sentirse extranjeros y la necesidad de mantener el contacto con sus orígenes. Nos conmueve su despojamiento, su capacidad de abstracción, dejando que las imágenes respiren y reposen en nuestro inconsciente colectivo. Dos niños coreanos descubrieron el primer amor en su país, pero luego se separaron por varias décadas, producto de las decisiones que tomaron sus progenitores.Ahora quieren reencontrarse y contar su propia historia, aunque les duela y se desgarren. El resto merecen descubrirlo en la pantalla, durante el visionado de la espléndida Past Lives.
SM

La chimera

6-La Chimera
Como ocurre con buena parte del cine de Alice Rohrwacher, La chimera es un milagro de encanto, con todo lo que eso implica de imprecisión, subjetividad y descripción que no dice nada si uno tiene que ponerse a explicar una película. ¿Por qué es tan emocionante La chimera? Lo difícil de esto es que para entenderlo, habría que verla. El argumento es más o menos estrambótico (una banda de saqueadores de tumbas etruscas, lideradas por un inglés rabdomante que percibe mágicamente los tesoros escondidos), las actuaciones funcionan como reloj y el sol brilla de forma preciosa sobre cada uno de los escenarios de esta Italia medio-rural que Rohrwacher se ha dedicado a recorrer en todo su cine. Pero nada de todo eso explica La chimera. Probablemente el mayor milagro de todo esto es que haya surgido una directora que todavía cree en la importancia de ese encanto (que no se puede describir pero que también no puede existir fuera del cine) y se dedica a crear esos espacios (que por conveniencia llamamos “películas”) donde ese encanto puede brotar y crecer, cuidado como bonsái que exige un equilibrio intuitivo entre historia, personas paradas frente a una cámara, dirección de arte, montaje, grano de material fílmico, encuadre. En definitiva, cine.
MR

7-Cerrar los ojos
La última de Erice no quiere decir nada porque está vez, al margen de las citas y referencias que se han desgranado sobre la película (perfectamente traídas a cuento muchas de ellas, por otro lado), quizá haya que olvidar todo y empezar de nuevo. Un nuevo Erice, que es la misma persona, pero es otro; o uno que recuerda vagamente quién fue. Uno que acaso se encuentre en alguna melodía perdida, alguna imagen, algún fotograma al azar. ¿Cómo se envejece? «Sin miedo y sin esperanza», se dice en una escena. Así va Erice, en la que tal vez sea su mejor película. Sin miedo, sin esperanzas, quizá sin futuro. No importa, está la película; la vieja botella al mar, que se arroja con una fe última en que alguien recibirá el mensaje. A ver quién la encuentra y qué tiene para decirle al pescador desprevenido. Una inadvertida obra maestra, como las películas de otros viejos ilustres (son unos cuantos nombres). La película recuerda en su luz mortecina a las historias de otros viejos más o menos desencantados que alcanzan a verse embargados por un destello de última hora (como el protagonista de El lobo de la Costa Oeste, de Santiago, o el de Sacristán en Roma, de Aristarain) para descubrir, al final, que tampoco saben bien quiénes fueron. Cerrar los ojos es una lección de cómo escribir diálogos y de cómo dirigir actores (todos estupendos), pero lejos de ceder al prestigio de las «cosas bien hechas», funciona como una máquina un poco desapegada, capaz de maniobras y giros gracias a los que la trama principal parece bifurcarse para volver siempre a su punto, como si en cada vuelta en la que se retoma el camino se pudiera vislumbrar un nuevo comienzo, con la misma tozudez o la misma fatalidad. Cerrar los ojos es una película y también es un empecinamiento. Después de todo, en el cine siempre se trató de buscar cosas que se creían perdidas para siempre.
DO

8-Showing Up
En Showing up sucede mucho, pero en un nivel molecular, como en los cuentos de Raymond Carver, a quien el indie norteamericano le debe mucho. En el centro de la escena aparece Lizzie, una escultora que prepara sus trabajos para una exposición. Tiene un gato, un departamento que, por circunstancias, está sin agua caliente, y una vida interior en apariencia miserable. Una mujer sufrida, con una serie de vínculos y afectos que operan directamente sobre su malestar. El mood de Showing up es un bajón generalizado que no derivará ni en tragedia ni en grandes conclusiones. El encanto de la película se desprende de la convivencia entre lo bello y anodino a la hora de retratar la historia de Lizzie, con un tono que tiene más de comedia asordinada que de drama, con ecos de Jim Jarmusch. El acierto está también en mirar al mundo del arte de costado, sin entregarse a los desbordes del acto creativo cuando tiene testigos. La protagonista tal vez no sea una gran escultora, y es posible que se sienta por detrás de sus colegas, pero definitivamente tiene “algo”. Lo mismo que ocurre con sus obras, extrañas y sugerentes, y lo mismo que ocurre con Showing up, una película pequeña, de actos cotidianos. Permeable a interpretaciones pomposas, pero honesta en su austeridad e intenciones.
Marcos Ojea 

9-La bestia
Las películas de Bonello son, a su manera, devenires intensos. Derivas sin centro donde todo puede cambiar de tono, de registro y de género de un momento para otro. En su adscripción a la contemporaneidad bien entendida (comparte ese gesto con varios directores mencionados en este diario) puede resultarnos atractivo o expulsivo. O ambas cosas a la vez. Por eso el cine del director casi no reconoce matices entre un todo y la nada. O entramos o nos expulsa. En La bestia, en este sentido el juego del montaje (como estrategia de viaja en el tiempo) afecta directa o indirectamente a la comprensión de una película que es cualquier cosa menos lineal. Pero ese pareciera ser el menos de los problemas frante a la solemnidad galopante, que incluso le agrega una pátina qualité a un cine que siempre distó de serlo. Una experiencia ardua, debo decir. Pero se supera. Lo que no podemos asegurar es que se vuelva a este cine.
Luciano Salgado

10-Una bella mañana
Uno de los aspectos más interesantes de Un beau matin es su aspereza: hay algo muy bello, algo muy lírico en la sucesión de días, en los paseos al solcito, las vacaciones, hasta en las caminatas congeladas por terrazas grises. Hay un placer que es puro placer del cine: recorrer, filmar una cotidianeidad en lo que tiene de simple, abrirse a un cine de prosa que, por supuesto, tiene larga tradición en el cine francés y que quien haya visto ese cine no puede evitar sentir que resuena en su corazón: de Sautet a Rohmer a Renoir, una lista linda que incluye lo mejor que el cine tiene para ofrecer. Pero así como el lado luminoso de Un beau matin nos transporta y enamora, en la misma medida ese lirismo se sostiene en la película por todo lo que esta tiene de feo. A la degradación inicial con la que arranca la película le siguen rápidamente la burocracia y remarla contra corriente: la internación en un hospital, paso por un psiquiátrico, la derivación a geriátricos públicos con paredes descascaradas y pacientes que rondan pasillos sin saber ni quiénes son. Los momentos se intercalan pero también se contaminan: la historia de amor, que primero estalla con toda la fuerza del descubrimiento y del sexo, se interrumpe más de una vez, se vuelve agria. De la misma forma, la historia del padre por momentos destella también con secuencias luminosas, no porque haya pausas en un transcurrir irreversible, sino porque en torno a esa caída surgen también reuniones y momentos de afecto.
MR

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A longa viagem do ônibus amarelo

11-A longa viagem do ônibus amarelo
A longa viagem do ônibus amarelo es una road movie retrospectiva. En ella Júlio Bressane y Rodrigo Lima reconstruyen un mítico viaje que realizaran entre Venecia y Katmandu en plena década del 70. Sin la menor necesidad de una voz over que guíe los acontecimientos, los directores reconstruyen audiovisualmente y reinventan ese pasado, apropiándose de los materiales para que el archivo no diga lo que quiere sino que la manipulación del material convierta al archivo en otra cosa, en un material vivo e inquietante. En ese punto todo el recorrido se comporta ya no como una recorrida plañidera por unas memorias impolutas, sino que la misma investigación se revela caótica, desconcertante, como si a los directores les importara menos recordar una época que reconstruirla perceptiva y sensorialmente, es decir, re-presentarla materialmente. Una película colérica y gozosa, que al mismo tiempo se da a luz a si misma cada vez que lo encuentra necesario, como si la excusa del viaje terminara siendo en realidad un trip, si, pero para nosotros, los espectadores.
MB

12-Tu coño 
Tu coño, la película de Gonzalo García Pelayo es una película porno que en realidad no es tal, puesto que bajo su intenso trajín de intercambios venéreos se desmiente con inesperada destreza el muermo deportivo, deshumanizado del género. Las grandes películas, los grandes festivales de cine (no hay tantos) son los encargados de hacer ver lo que hay más allá de lo que parece a simple vista. Deben por oposición, por su ausencia, señalar la existencia de las películas malas, el cine malo; el que se enseñorea en la currícula de los circuitos globales, que se conducen según el dictado de los vientos de la época a la que deben obediencia y sumisión.
DO

13-Shortcomings
Dirigida por el comediante Randall Park, Shortcomings arranca con Ben, director de cine, y su novia Miko, en una proyección que luego deriva en una charla sobre la representación de los asiático-americanos en la pantalla, y qué es cine y que no. Una película de la era Twitter, decimos, y suponemos que los temas seguirán por ahí, pero después Miko le pide un tiempo a Ben, se muda de Berkeley a Nueva York, y ahí el letrero cambia de “películas sobre cine” a “películas sobre treintañeros en crisis”. Shortcomings narra los estragos de una ruptura amorosa, con un protagonista que durante buena parte de la historia no interpreta que su relación se terminó. O sí, pero no lo quiere aceptar. Y en ese trance intenta vincularse con otras mujeres, con un éxito discutible. También se apoya en su mejor amiga, con la que mantiene largas y descarnadas conversaciones sobre su propia naturaleza. Shortcomings funciona y da cuenta de un fenómeno cada vez más visible: el enorme talento de algunos comediantes norteamericanos cuando se lanzan a dirigir, con una mirada mirada autoral para volver materia viva a ese ítem tan manoseado llamado “la vida misma”. Aziz Ansari y Master of None, Jonah Hill y su Mid90s, Donald Glover y Atlanta, Bill Hader y Barry, que va incluso un paso más allá. Artistas de la segunda generación de la Nueva Comedia Americana, que quedaron atrapados entre la muerte de esa misma comedia y el surgimiento de nuevas corrientes, atravesadas por la preocupación y la agenda. Desde ese claroscuro supieron despegar, y Randall Park, aún menor pero con los dotes apropiados, parece ir por ese mismo camino.
MO

14-In water
Hong lo hace otra vez? Con In Water Hong lo hace otra vez. Y una vez más. Y de vuelta. Como si se tratara de una estrategia del paroxismo, Hong hace una película sobre una película sobre una película sobre su cine sobre su cine y sobre su cine. Pero tiene la ligereza de que nada de esto parezca ni remotamente pesado, ni condescendiente ni nada que se parezca a la pereza. En particular esto sucede no sólo por sus clásicos tríos de personajes en mayor o menor medida, sino por una decisión que a primera vista irrita (o irrita la vista de como consecuencia primera): la decisión de que toda la película esté trabajada con un desenfoque violento, que incluso se va profundizando paso a paso, escena a escena. Lo que en un principio llama la atención como parte de algo que no se comprende bien, posteriormente se convierte en estrategia: ver mal como parte del proceso creativo. O en todo caso la visión borrosa como parte de los procesos de decisión que en la película, por lo pronto, se ponen en abismo unas tres veces. Hong, en este sentido, no hace nada que no hayamos visto ni conocido previamente. Más bien se trata de un gesto contemporáneo, un gesto de post-vanguardia que obliga a mirar otra vez, como si algo se nos escapara en ese proceso que a primera vista puede resultar onanista y convencional, pero que si lo pensamos bien también se revela como desesperado, que es algo que a veces pasa con ciertos directores determinados por una programática que los supera: el gesto desesperado se expresa en la forma y adquiere volumen. Pero la desesperación de repetirse y de agotarse en Hong tiene aspecto plácido, como si la angustia creativa no existiera o importara. Por eso In water fluye veloz, pasa rápido frente a nuestros ojos. Como lo suelen hacer las obras menores, que en buena medida son las únicas que persisten porque son anomalías felices.
LS

15-En la piel de mi madre
Durante los últimos años, innovadoras filmografías se han sumado a la larga lista del cine de terror producido en Asia. Los números reflejan que Japón y Corea del Sur exportan la mayor cantidad de películas hacia diversas partes del planeta comparados con otros países de la misma región. Sin embargo, producciones de Tailandia, Indonesia y Filipinas también están ganando notoriedad, sobre todo, en festivales de género. La nueva joya llega desde Filipinas y tras un auspicioso paso por festivales asiáticos aterrizó directamente en el streaming. En la piel de mi madre -ambientada en días posteriores al término de la Segunda Guerra Mundial y durante la invasión japonesa- narra la historia de Tala, una adolescente que debe cuidar a su hermano menor tras la partida de su padre y el deteriorado estado de salud de su madre. Lo que de saque puede parecer un ejercicio de drama familiar se va convirtiendo, lentamente, en una pesadilla que acopla elementos de terror caníbal y fantasía lúgubre. Empleando a fondo el estilo setentero de filmes sobre casas embrujadas, aunque en un contexto rural, las acciones transitan por espacios asfixiantes y deteriorados que impulsan la sensación de orfandad sufrida por los hermanos. En la piel de mi madre adquiere un nuevo rumbo -el más impactante- al final de su metraje. Un asomo hacia el body horror, cuando la madre enferma experimenta cambios de personalidad y mutaciones físicas, permite darle una lectura siniestra y visceral a lo que en minutos previos tan solo se movía en el plano de lo sugerido.
Raúl Ortiz Mory

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Estas ahi Dios? Soy yo, Margaret

16-Estas ahi Dios? Soy yo, Margaret
Are you there God? It’s me, Margaret es un ejemplo arquetípico de coming of age: un relato de crecimiento que va tachando casillero por casillero todos los lugares comunes del género. Y esto no es algo malo, al contrario. La historia es la de Margaret Simon, de 12 años, que luego de volver del campamento de verano, se entera de que la familia se muda de Nueva York a Nueva Jersey. Por suerte para la niña, el drama no dura mucho, porque apenas se instala en su nuevo hogar, es reclutada por Nancy, una vecina, para formar parte de un selecto club de chicas. Además, comienza a fijarse en Moose, uno de los chicos del barrio. Las amistades y la pubertad comienzan a darle relieve a la existencia de Margaret, hasta que, por supuesto, las cosas se complican. Desde una perspectiva adulta, podríamos pensar que, en realidad, las cosas nunca se complican tanto para Margaret. De hecho, son los adultos en el film los que complican todo de verdad, sobre todo en cuánto a la religión, el ítem distintivo de la historia de Margaret, que ya se anuncia desde el título. La religión en la película es un concepto que se presenta casi desde el principio, con las conversaciones que Margaret mantiene con “Dios”, no a modo de rezo si no como figura que, según dicen, está más arriba que todos, y que quizás pueda dar una mano torciendo algunos destinos. Are you there God? It´s me, Margaret resulta una película una película honesta y sencilla (pero no por eso simple), emotiva en la medida justa, capaz de bajar algunas líneas sin volverse sentenciosa. Que esté ambientada en 1970 completa la experiencia desde lo estético, otorgándole una pátina melancólica y finalmente agridulce a las vivencias de la niña Margaret, porque, después de todo, no queda otra más que crecer.
MO

17-Sly
Cuando Sly termina, con su protagonista desarmando todo para volver a mudarse (uno de los tantos cambios de piel mas a los que acostumbró en toda su carrera), la piña va directo a la cara. La trompada es frontal. «Yo estoy en el negocio de la esperanza» debe ser una de las grandes líneas para finalizar una película. Sly hace, de manera previsible, lo que los documentales celebratorios hacen: convoca amigos y conocidos en el presente, convoca archivo del pasado y los enfrenta al bullshiteo asombrosamente real de Sly, que opta por una narrativa que atraviesa derrotas y victorias en iguales proporciones, por lo que el mito se forja en carne con mucha más persistencia que en bronce. En este punto, la autoconciencia expresada por Sly se vuelve patente e hiperbólica, como en casi ninguna otra obra-actoral del Hollywood reciente. Esa autoconciencia convierte a las sagas fundadas por Stallone en conjuras indirectas de sus propios traumas y males.Sly no es un Cristo. Stallone lo sabe. La película también. Pero lo que se nos muestra tiene una fuerza suficientemente capaz de hacernos creer que los mitos son una posibilidad. Solo con los mitos podemos hablar a la pantalla: les creemos que son todos y no son nadie. Y por eso nos hablan.
LS

18-La memoria infinita
Augusto Góngora fue un periodista y documentalista chileno que durante su ejercicio profesional se opuso al régimen dictatorial de Augusto Pinochet. Desde el programa Teleanálisis -del que fue editor y director- puso en evidencia los problemas sociales y económicos que atravesaron sus compatriotas. Góngora fue, básicamente, un demócrata que se empeñó en generar memoria para los chilenos. Sin embargo, en los últimos años de su vida, el Alzheimer se encargó de destruir todo aquello por lo que luchó. Maite Alberdi -directora de El agente topoLa onceLos niños– aborda, mediante La memoria infinita, la vida de Góngora en un trabajo que sigue la misma línea de sus documentales anteriores: un registro intimista que escarba en la cotidianeidad del personaje central hasta colocarlo en medio de conflictos que ponen a prueba sus capacidades intelectuales, afectivas y físicas. En términos generales, la historia que narra Alberdi es triste y devastadora, pero también carga una efectividad brutal que para algunas miradas podría situar al filme en un terreno morboso por la sobreexposición de Góngora. Pero La memoria infinita es un manifiesto de amor. Me atrevería a decir que es más que una historia de amor. Es un viaje hacia la fatalidad en el que Góngora y Urrutia deben sortear obstáculos invisibles para los que no están preparados. Alberdi hilvana el pasado y el presente como dos capas complementarias que al superponerse acentúan el impacto melodramático del documental. La memoria infinita puede ser una historia mínima y un relato universal. Es la melancólica celebración del amor y el rescate de las reminiscencias de un país. Es uno de los mejores documentales del año y uno de los puntos más altos en la filmografía de su autora.  
ROM

19-Ensayo General
Ensayo general es la ampliación del corto homónimo estrenado en 2020, que contaba con Lieberman en solitario tras las cámaras, y Gordon delante de ellas, acompañada por Noah Galvin y Ben Platt. Los cuatro vuelven al ruedo con una película que, en plan falso documental, registra un verano en el campamento de teatro AdirondACTS. Si todo funciona bien en Ensayo general es, en parte, por la gran calidad de los intérpretes, en particular del trío protagónico, cuyas historias fuera de la pantalla parecen ser no tan distintas a la de los alumnos que asisten a AdirondACTS. Después está el registro, con una cámara que opera como testigo y que potencia los momentos cómicos e incómodos, un poco a la manera de The Office. El gran acierto de Ensayo general está en la decisión de ser una comedia y no ser un musical. La película de Lieberman y Gordon se inscribe en esa tradición sin desatender al presente, con una mirada que entrecruza (siempre desde el humor) lo históricamente queer y festivo del mundo de los musicales con una actualidad más ligada al cinismo y al vacío de las redes sociales. De esa mixtura entre la tradición y la generación TikTok surgen los mejores momentos de Ensayo general, una película divertida, emotiva y, por supuesto, celebratoria de las tablas y los reflectores.
MO

Old Henry 1
La leyenda regresa

21La leyenda regresa
Parte de la esencia del western consiste en las dimensiones conductuales otorgadas a sus atribulados personajes. Siempre será un personaje que transite por un mundo interior de rasgos poco revelados, enigmático y, hasta un punto, silencioso; sobre todo, en aquellos pistoleros que van cubiertos por el velo de sus leyendas como Wyatt Earp, Jesse James, Butch Cassidy, entre otros. Howard Hughes, Arthur Penn y Sam Peckinpah son algunos de los directores que han retratado al joven delincuente que puso en alerta máxima a la justicia estadounidense durante la segunda parte del siglo XIX. A las más de 20 películas que narran la vida de Billy The Kid, o pasajes de la misma, se ha sumado una propuesta novedosa: La leyenda regresa. El filme abre la posibilidad de un capítulo posterior e inédito en la vida del delincuente, extendido al final trágico documentado por la Historia. La película juegacon la posibilidad de “qué hubiese pasado si…” y le da un segundo aire al sentido de la leyenda, en este caso a la de The Kid. El resultado es magnífico por varios motivos. El primero, redimensiona el valor de la redención alrededor de la familia, algo que para un pistolero, habitualmente, no importa demasiado. Lo que le queda de familia es un tesoro que no debe ser expuesto al mundo hostil del que antes formó parte. Esa lectura ayuda a explorar el atardecer de un personaje proscrito. La segunda dimensión es el concepto de frontera. Lo que para el ex pistolero es un refugio para el joven es la metáfora perfecta de una cárcel. En tercera instancia se encuentra la construcción de Henry/The Kid. Tim Blake Nelson no es Val Kilmer o Kristoffer Kristofferson, mucho menos Paul Newman. Blake Nelson se acerca a la figura de un tullido indefenso que está a punto de erupcionar. Es tan dual e impredecible que podemos empatizar o temerle sin que dudemos de su autenticidad.
ROM

25El Clon de Tyronne
El clon de Tyrone no es otra tonta película woke, por si a las moscas y andas inquieto, con ganas de disfrazar tu racismo de lectura contra la representatividad y demás hierbas. Es sí un filme de celebración y deconstrucción del blaxplotation, sin pose canchera o de distanciamiento revisionista de la superioridad moral de los hípsters afroamericanos. Por ratos, la película se antoja como un capítulo alargado del mejor Black Mirror de la última temporada, aquel de los anacronismos y los retrofuturismos pasados por el filtro neón de la generación de los hijos de HBO, NWR y Euphoria. Por tanto, algo tiene de las Amazing Stories de los ochenta, con su sentido melancólico y terrorífico de la pesadilla americana. Bienvenidos a la tercermundización de USA, extendiéndose como una Detroit a escala nacional, bajo la gestión catastrófica de Biden. El Clon de Tyrone plasma una teoría de complot, según la cual se prolonga el segregacionismo del estado, por medio de técnicas de publicidad y empleo de la ciencia, con fines macabros de experimentación en cuerpos de cobayos en nuevas granjas de esclavos.Por consiguiente, vemos el retorno de los subtextos de los setenta y ochenta, del Spielberg de ET y del Carpenter de Sobreviven, según la estética de un multiverso de hoy en bucle. Al final Netflix la pegó con una fórmula perfecta de su algoritmo, de su inteligencia artificial. Una excepción, de pronto un desahogo, en nuestra dieta semanal de Soma, por cortesía del Mundo Feliz del streaming. 
SM

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