PERRO BLANCO | NÚMERO 7| OCTUBRE/ 17

Por Federico Karstulovich

NADIE NADA NUNCA

El cine argentino no es una entidad unívoca. “El cine argentino está en estado de guerra y movilización” es tan impreciso como cómodo. No porque no haya conflicto (soslayar los conflictos es una de las formas del autoritarismo), sino porque los intereses son muchos, variados, cruzados, superpuestos. Y en esa maraña de tensiones hay diferencias, matices (la frase “en el cine argentino no hay grieta” suena a tapabocas, a consigna aglutinante antes que a descripción certera de una realidad que incluye a miles de individualidades, cientos de conjuntos). Por eso, lo mejor que puede hacer el cine argentino frente a un núcleo de cambios (la controvertida resolución 942, que a primera vista pareciera atentar contra las producciones más pequeñas obligándolas a un ingreso a la economía formal, práctica en la que el cine argentino no se especializa) es plantear diferentes estrategias con diferentes objetivos pero con un bien común: ampliar, mejorar, consolidar una ley progresista como la ley del cine, que en su espíritu supo ser una referencia ineludible para la protección de una actividad artística como lo es el cine, pero que en la práctica dista mucho de consolidar una democratización del medio. Bien por el contrario, la aplicación a medias de varios de los puntos de la ley del cine es uno de los potenciales puntos de partida de la mentada resolución actual.

Desde hace 23 años el cine argentino cuenta con una ley que debe proteger la propia producción, pero recién desde 2002 el INCAA ha logrado contar con autonomía y autarquía plena. Esto quiere decir que el plazo de los últimos 15 años es el que debió avanzar con la mejora en las aplicaciones. Y si bien hubo cambios que permitieron el acceso a nuevos realizadores, la ley siguió siendo mal aplicada. Falta de transparencia, concentración económica de las grandes productoras (K&S, Patagonik, las dependientes de los canales de televisión Telefe y Canal 13, entre otras), concursos imprecisos (en donde productores están de uno y otro lado de la mesa de decisiones, suponiendo, por lo bajo, un problema de ética), subsidios otorgados sin control.

El problema es que, frente a circunstancias irregulares (asignación de fondos poco clara, mercado concentrado, multiplicación de producción pero sin diversificación en la distribución/exhibición) quienes desconocen el medio lo analizan con una superficialidad pasmosa y una ausencia de información alarmante (creo que no hace falta mencionar el bochornoso informe en el programa de Luis Majul, en buena medida por desconocimiento manifiesto, mezclando cosas sin demasiado sentido). Y frente a esos planteos buena parte del cine argentino los experimenta como un ataque, frente al que se abroquela y parece querer funcionar como un núcleo compacto. Y, como dijimos previamente, el cine argentino no es un bloque, sino una suma de tensiones.

Ahí es donde nuestro trabajo también tiene que servir como una tercera instancia. No de negociación ni de equidistancia des politizada, sino que debe ser un trabajo de investigación, de diagnóstico, de crítica y de racionalidad frente a los fanatismos que casi siempre afloran detrás del prejuicio. Por eso consideramos que las más altas responsabilidades del INCAA deben tomarse el trabajo de explicar todas las veces que sea necesario (y aguantar las críticas que pudieran surgir) el por qué de los cambios que proponen. Como contraparte, el cine argentino debe reconocerse en su pluralidad y no comportarse como una camarilla unívoca (en este sentido es especialmente liberador leer a Juan Villegas en la entrevista publicada por los colegas de el medio Hacerse la crítica, entrevista en la que Juan elude todos y cada uno de los lugares comunes de lo esperable para encontrar matices, grises, intersticios en el origen del conflicto en vez de vociferar lo que habitualmente se oye en las voces más fanatizadas). Y a partir de ese punto de encuentro entre la propuesta oficial y los planteos del medio, tender a mejorar.

El cine argentino debe dejar de manejar su economía como un feudo, sino que debe redistribuir de manera verdaderamente progresiva (espíritu fundamental de la ley, democratizado e igualador en el mejor de los sentidos: el del acceso a medios que permitan filmar pero bajo condición de generar más trabajo, más y mejores películas y no simplemente en llenar un número contado en centenares detrás de 5 o 10 tanques locales anuales).
El cine argentino debe alentar la aparición de nuevos talentos y a su vez disminuir progresivamente su apoyo a quienes ya tienen una carrera consolidada en el medio (es insólito que un operaprimista tenga el mismo nivel de reconocimiento económico en lo que hace al acceso a subsidios, más allá de la vía en particular, que alguien que lleva seis películas en su haber).
El cine argentino debe empezar a pensar una lógica de desconcentración económica, en donde los grades grupos concentrados se comporten como en otras partes del mundo: como inversores capitalistas a riesgo de pérdida y no en buscadores de financiamiento estatal. Quizás haya que revisar la relación de participación estatal en grandes tanques nacionales. Quizás lo justo sea que el cine argentino industrial deba autofinanciarse plenamente. O deba contar con una participación mínima de dinero público.
El cine argentino tiene que replantearse su capacidad de producir en masa pero a la vez carecer de espacios adecuados de exhibición, a su vez con malas estrategias de distribución. Ahí hay una política de estado que está fallando. Y que por el carácter legal del cobro de los subsidios otorgados hace que los directores-productores minimicen. El cine argentino no solo tiene que mantenerse y cobrar, sino que también debe verse (y no me refiero a la falacia de “acá se hacen películas para que vean 10 personas”, sino a la necesidad de hacer visibles muchas películas, en la práctica, sin cartel)
El cine argentino quizás se deba una discusión sobre su propia y manifiesta informalidad (productoras que reclaman al INCAA para luego no reconocer a sus técnicos el pago de más del 50% de lo estipulado por SICA, prestación de servicios informalizada, ausencia de auditorías financieras de los proyectos), precisando transparencia de un lado del otro de las mesas de negociación. Y este punto lleva al siguiente: el propio medio debe descentralizar las funciones de sus participantes (que haya personas que deciden la evaluación de proyectos pero que al mismo tiempo sean productores con representación e intereses concretos del otro lado del mostrador, incluso también siendo programadores en festivales supone una ausencia de ética alarmante), debe propugnar una renovación de las miradas que evalúen, porque eso también habilita a que el cine nacional pueda repensarse.

Son apenas algunas ideas, propuestas frente a un medio que, en un contexto de cambio como el actual, debe llegar con la cabeza atenta. Criticando lo necesario, oyendo y ofreciendo propuestas, por otro lado.

La ley del cine tiene 23 años, el INCAA autárquico 15. Pero, como casi todo en este país, cada cierta cantidad de años, parece recomenzar. Intentemos respetar, mejorar y ampliar la ley. Prometemos novedades, prontamente.

Por lo pronto entren a chusmear el número de Octubre de Perro Blanco, que está buenísimo.

Aquí abajo les dejamos algunos puntos altísimos de lo que vendrá.

La estafa de los Logan/Toublanc/Kingsman2/Blade Runner 2049/Desearas al hombre de tu hermana/
Un bello sol interior/El futuro que viene/El muñeco de nieve/Thor: Ragnarok/LegoNinjaGo/Crol/Tigre/
Otra madre/
Seguimos con James Gray/A ghost story/Rick & Morty/Wet Hot American Summer/Festivales:
Toronto/Desconfiando de Godard/Rescatando a Bogdanovich/Algunas notas sobre cine argentino y política

                                                                                                  SUMARIO

ESTRENOS
Desearás al hombre de tu hermana por Hernán Schell
¡Madre! por Andrés Nazarala R.
La estafa de los Logan por Hernán Schell
Toublanc por Fernando Luis Pujato
Tigre por Marcos Rodriguez
El muñeco de nieve por Hernán Schell
Kingsman: El círculo dorado por Federico Karstulovich
Blade Runner 2049 por Andrés Nazarala R.
Lego Ninja Go por Ignacio Balbuena
Zama (y sus coletazos) por Marcos Rodriguez
Un bello sol interior por Sebastián Rosal
El futuro que viene por Federico Karstulovich
Otra madre por Marcos Rosal
Crol 
por Marcos Rodriguez
Thor: Ragnarok 
por Ignacio Balbuena
El seductor 
por Emiliano Andrés Cappiello

NO ESTRENOS
Los Meyerowitz: La familia no se elige por Hernán Schell
Hard to be a God por Guido Segal
A ghost story por Federico Karstulovich

TV Y SERIES
Rick and Morty por Ignacio Balbuena
Wet Hot American Summer: First day of camp por Ignacio Balbuena
Mindhunter por Hernán Schell
The Blacklist por Diego Kohan

FESTIVALES
Toronto 2017 – Diario de festival (4) por Laura N. Vitalli

DOSSIER
Algunas ideas sobre cine argentino y política: Una introducción
Algunas ideas sobre cine argentino y política (1) 
por Gustavo Noriega
Algunas ideas sobre cine argentino ypolítica (2) 
por Federico Karstulovich
Algunas ideas sobre cine argentino y política (3) 
por Sebastián Rosal
Algunas ideas sobre cine argentino y política (4) 
por Fernando Luis Pujato

OTROS ESPACIOS
Una cierta desconfianza del cine de Godard por Hernán Schell
Acerca del olvido de Peter Bogdanovich por Hernán Schell

DIARIO CINÉFILO
La pantalla de los vasos desbordados por Sebastián Rosal
El cine de James Gray (parte 3) por Tomás Carretto

PODCAST
Blade Runner 2049  por Hernán Schell & Federico Karstulovich
Tigre  por Hernán Schell & Federico Karstulovich
Un bello sol interior  por Hernán Schell & Federico Karstulovich
Desearás… al hombre de tu hermana  por Hernán Schell & Federico Karstulovich
Un papá singular  por Hernán Schell & Federico Karstulovich
Veredas  por Hernán Schell & Federico Karstulovich
Geotormenta  por Hernán Schell & Federico Karstulovich
El futuro llegó  por Hernán Schell & Federico Karstulovich

INTERSECCIONES
Entrevista a Constanza Novick, directora de El futuro que viene 
por Federico Karstulovich

INACTUALIDADES
Perdida 
por Federico Karstulovich
Incompresa
por David Obarrio
No respires 
por Federico Karstulovich
Escribiendo de amor
 por FernandoE. Juan Lima
Mientras somos jóvenes por David Obarrio
El desconocido del lago por FernandoE. Juan Lima
Los Vengadores: Era de Ultrón por Emiliano Andrés Cappiello

 

Participaron en este número
Ignacio Balbuena
Emiliano Andrés Cappiello
Tomás Carretto
FernandoE. Juan Lima
Federico Karstulovich
Diego Kohan
Andrés Nazarala
Gustavo Noriega
David Obarrio
Fernando Luis Pujato
Marcos Rodríguez
Sebastian Rosal
Hernán Schell
Guido Segal
Laura N. Vitali

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